En Mi diario de Apuntes, Elena deja unas notas que invito a leer sobre el artículo de la periodista Maria O Donnell, en respuesta a Carlos Barragán.
Y allí dejé, para el intercambio, un par de comentarios que aquí transcribo ( mejornado la redacción)
Leí el articulo de Maria O'Donnell y pensé ¿a qué poder se refiere? Acaso María O'Donnell cree que hay solo un poder actuando?
Para ella, ¿periodismo independiente es el que batalla contra el gobierno de turno?
Y tambien recordé la frase de Lanata:
“¿De qué lado te pones? Del lado de más débil, Y el más débil hoy es Clarín.
Lanata dice que elije el más debil... no voy a entrar en el debate de quien es el más debil... sencillamente quiero señalar que mi lugar; es defender la verdad, lo justo o a quien tiene razón... No al debil.
¿Desde cuando es coherente y lógico equiparar debilidad con verdad o justicia...? Como si defender la debilidad de alguien fuera, defender la justiica y la verdad...
Creo que O Donnell, desde su quehacer profesional solo mira la mitad de la realidad, y solo intepreta la mitad de la realidad, desde una visión ajustada a su interpretación de los dichos de Gabriel García Márquez
La cuestión a mi enteder radica, en que hay ptras perosnas que interpreta otra cosa de la frase de Gabriel García Márquez y de la realidad también...
Y agrego: Ahora, cuando los periodistas tienen que enfrentar al poder, pero al poder que los contrata... o al poder que les paga con publicidad... es el lugar donde tambien se deberia ejercer y hablar de periodismo independiente.
Un periodismo que tendria que ser capaz de mirar, analizar y crticar su propio medio...
Ahí en esa vereda, ese periodismo dice inclinarse por el más debil... Es decir, ponen en juego su propia subjetividad... lo que ellos creen o piensan no una analisis o una investigacón seria.
Para O Donnell no hay una mirada que vuelva sobre el trabajo de los periodistas que ella llama independientes en torno a su labor profesional en los medios en donde trabajan... Ahí donde eluden decir que hablar del jefe tambien es hablar de poder... y de la actitud del periodista frente al poder.
9 de enero de 2011 13:53
http://www.youtube.com/watch?v=5ArhCy2b3vw
VER:
poder legítimo vs poder económico
LANATA - TOGNETTI ¿Y EL PERIODISMO DE APRIETE? hilando ideas - Oct 06
¿HAY QUE OLVIDARSE DE LA DICTADURA? Y UN MENSAJE PARA LANATA - Sep 14
Trabajo Esclavo - Hugo Biolcati : "ni siquiera está todavía demostrado judicialmente" - Jan 12
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Por Carlos Barragán
05.01.2011
¡Vergüenza y deshonra para ustedes: Víctor Hugo Morales y Orlando Barone! Esa intachable publicación los destaca como los más peores periodistas. Y sobre el pucho la nota de Pablo Sirvén -que injustamente sin premio de noticias- denuncia la siniestra operatoria kirchnerista que pone pauta para bancar a los periodistas corruptos. Sirvén para demostrar su punto con convicción cita lo siguiente "la propaganda -escribe la periodista María O'donnell en su libro propaganda k (planeta, 2007)- no persigue la verdad ni busca informar: su objetivo es influir, disuadir, moldear un pensamiento." deliciosa declaración de principios por el absurdo.
Esta misma mañana escuchaba a María O´donnell definir a 678 como propaganda oficial. No sé cuántas veces escuché lo mismo de otros periodistas, pero me molesta más cuando se trata de personas inteligentes por quienes guardo cariño. Supongo que me molesta más por su inteligencia que por mi cariño. Aunque el descariño recibido también mortifica un poco.
Las armas secretas
Decir que 678 es propaganda oficial demuestra una gran desaprensión y desprecio por la diversidad democrática que tanto les llena la boca a los periodistas independientes. Es sostener que hay una masa idiota que recibe un mensaje elucubrado por genios maliciosos dedicados a inyectar ideas perversas en cabezas huecas. Quien habla de propanga ni siquiera sospecha que 678 representa el pensamiento (o si quieren: la misma imbecilidad) de millones de ciudadanos que están hartos de escuchar a la vieja corporación periodística repitiendo, aunque sea por casualidad, las mismas ideas de las empresas que los auspician. Y entonces “influir, disuadir, moldear pensamiento” supongo que será el imperativo moral de los periodistas independientes que con entrega republicana intentarán salvar a los imbéciles de las garras de la propaganda oficial. Me pregunto qué piensa María O´donnell cuando lee un editorial de Kirschbaum o Blank. Pensará que eso no es propaganda –claro que no- y que sólo se trata de periodistas independientes defendiendo con independencia los intereses políticos de la empresa que les paga el sueldo para que hagan periodismo independiente. Obvio: como en clarín podés ser independiente no podés evitar defender a clarín por el amor y el agradecimiento inmenso que su desinteresada generosidad te provoca.
Bestiario
Para el periodista independiente recibir dinero de empresas privadas es el non plus ultra de la libertad de conciencia. Sin importar cómo hacen ese dinero, ni a dónde se lo llevan, ni para qué lo usan, ni por qué se lo dan a él, ni de qué forma esas empresas explotan o no, arruinan el planeta o no, corrompen o no, joden a la economía nacional o no, etc. Lo importante es que se trata de empresas privadas. Aunque a veces ni siquiera porque puede tratarse de un sindicato de peones dedicado a colaborar con cerealeras que los esclavizan para generarse ganancias que serán parte de la pauta “no oficial” en el programa del periodista independiente.
Empresas cerealeras que evaden por millones al fisco pondrán pauta en el programa del periodista independiente para que tenga la libertad de criticar al gobierno por cómo utiliza los recursos del estado mientras que sus auspiciantes lo estafan.
Ocupaciones raras
Cito la cita: "la propaganda -escribe la periodista María O'donnell en su libro propaganda k (planeta, 2007)- no persigue la verdad ni busca informar: su objetivo es influir, disuadir, moldear un pensamiento." perseguir la verdad y buscar informar son labores extenuantes para el periodista independiente. No así para mí que sólo busco descubrir mentiras y molestar a los que desinforman. Y creo que lo puedo hacer gracias a la decisión del gobierno de tener un programa como 678 en el canal público. Porque a ningún periodista independiente se le ocurrió todavía ponerse a “buscar la verdad” ahí donde están la guita y los intereses de las corporaciones que han manejado la economía del país gracias a que controlaban los medios de comunicación.
“buscar la verdad” es a esta altura una construcción seudopoética como “amar la vida” o “querer un mundo mejor”. La verdad, al menos por lo que se puede ver en estos tiempos, es que hay dos periodismos: el que detesta a este gobierno, y el que lo apoya, mucho o moderadamente. ¿de qué verdad podemos hablar cuando Víctor Hugo morales es para la revista de mayor tirada del país el peor periodista de la argentina? (lo dejo afuera a Barone, para que no digan que él y yo somos una corporación). Semejante idiotez es una declaración desesperada. Una desnudez brutal, pero absolutamente didáctica sobre la realidad política y mediática. Creo que por fin Fontevecchia nos informó algo interesante.
Manual de instrucciones
¿Cómo tener conforme al periodista independiente? Haciendo que en canal 7 y en canal 9 tengan sus programas periodísticos Pablo Sirvén, Van Der Kooy, Grondona, Lanata, Aguinis, Tenembaum, O´donnell, Majul, Pagni, Ruiz Guiñazú, Nelson Castro, etc... Y que 678, Duro de domar, TVR y bajada de línea vean si los contratan en el trece, telefé o américa. Como eso difícilmente ocurra, el periodismo independiente volverá a monopolizar la información y la verdad. Pero como la verdad es buena, el monopolio de la verdad será el remedio definitivo a tanta iniquidad kirhnerista.
Y lo mismo para los medios gráficos, que Anguita se deje de joder y vea si clarín o la nación lo contratan para escribir sus notas. Será difícil que Anguita trabaje ahí, pero será bueno para los buscadores de la verdad que los Anguitas dejen de tener tanto espacio para sus ideas “demasiado políticas”, señora.
Nicaragua, tan violentamente dulce
(el título no tiene que ver con nada, pero ya que me agarró por Cortázar no me quería perder de usarlo)
La hipocresía del periodista independiente sostiene que hay libertad en los medios privados. Niega a sabiendas que cada medio nació como una expresión política. (¡si hasta clarín era desarrollista!) Y niega, quizá “a ignorendas”, que toda actividad periodística es una expresión ideológica. Y lo más perverso de su discurso es que propone como paradigma de su pretendida apolítica búsqueda de la verdad que esa actividad debe estar patrocinada por empresas privadas. Lo divertido es que 678 tiene mucha publicidad de ese tipo, y sin embargo para el periodista independiente seguimos siendo una maldita y sucia propaganda oficial.
No hay caso. Sólo el periodista independiente puede cobrar dinero y seguir siendo un alma pura en medio de tanto oficialismo.
Por lo pronto tendré que hacerme faquir para seguir diciendo lo que pienso sin que me acusen de chorro.
http://www.diarioregistrado.com/nota-46073-Las-pautas-del-periodismo-independiente.html
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Nota de Barragán: Maria O´Donnell me envió este mail a raíz de la nota que ustedes ya sabrán. Sabiendo que quienes leémos esta página somos gente tendenciosa, oficialista, y muchas veces fervorosa, les pido que los comentarios se hagan con el mayor respeto y sin ataques personales. Creo que todos nos merecemos tener nuestras discusiones sin lastimarnos.
Estimado Barragán. Antes que nada, una primera aclaración: yo también te aprecio y no creo que tu opinión sea una opinión comprada, porque puedo disentir sin acusar al otro de ser un mercenario.
Y si pudieras o quisieras publicar esta respuesta en el mismo medio donde escribiste tu nota (sólo te pido que sea sin edición), yo estaría agradecida (de mi parte la haré circular)
Insisto en lo que ya dije: 6,7,8 es un instrumento de la propaganda del Gobierno.
Lo mismo, exactamente lo mismo, afirmó Horacio Vertbitsky y no leí ni escuché que le respondieras en lugar alguno.
Aunque somos cada vez menos, aún creo en el periodismo independiente, y con esto no quiero decir objetivo. Nadie es objetivo.
Pero el periodismo, si no tiene independencia del poder de turno, no es periodismo. Es propaganda.
No estoy inventando nada nuevo: en palabras que no recuerdo en forma textual ahora, Gabriel García Márquez decía que el periodismo tiene que ser la mosca en el oído del poder.
¿Es 6,7,8 la mosca en el oído del Gobierno? No lo creo... (¿hará falta argumentar?).
Pero tampoco está concebido como tal, y de ahí su éxito. Es obvio que está pensado y editado con otro objetivo. Objetivo que puede ser muy válido para un Gobierno en un contexto en el que los medios son parte de la batalla política, pero no es un fin periodístico el que persigue. 6,7,8 otra cosa y por eso deja fuera del programa cualquier tema que pueda dañar al gobierno (una nota al margen: en ese sentido, creo que la incorporación de Nora Veiras es interesante porque plantea matices)
Luego, ¿No te parece curioso que PPT tenga dos programas en un canal que recibió 70 millones de pesos en un año (un monto que representa el 70 por ciento del total asignado a los cinco canales de aire), siendo que ese canal viola la ley de medios que este gobierno promulgó y que ustedes tanto defendieron como la panacea? Es un canal que no cumple con los cupos de producción nacional. Financiamos con fondos públicos un puñado de programas nacionales y luego las latas extranjeras que dominan la programación. Extraño caso de subsidio a la producción extranjera en un canal con licencia del Estado nacional.
A ustedes que tanto siguen la aplicación de la ley de medios, ¿no les parece algo reprobable?
¿Y Hadad, que tiene muchas más radios de las que autoriza la ley? Tampoco merece mención.
¿Y Moneta, que compró varias radios juntas, muchas más de las permitidas, aún después de la sanción de la ley?
¿No son estos temas interesantes para 6,7,8? ¿O Clarín es el único medio para criticar por sus prácticas?
¿No te merece ninguna reflexión que el premio para Canal 9 por violar la ley de medios sean 70 palos?
¿No será el premio que recibe porque hay programas de PPT que le hacen propaganda al Gobierno?
Vos mismo decís que gracias al Gobierno, ustedes están en un canal público: pequeña gran contradicción: si es un canal público, si funcionara como un canal público, el Gobierno no lo podría programar.
Pero claro, el Gobierno no le interesó regular la publicidad oficial ni sacar una ley de medios públicos, iniciativas que promueven esas mismas ONG que tanto usaron para avalar la ley de medios. Toman la parte que les conviene.
Finalmente, y a título de aclaración personal: si además de leer la columna de Sirven te tomaras el trabajo de leer mi libro, verías que trata en extenso el tema de los auspicios y de los periodistas empresarios, y de la falta de independencia que esto representa, incluso cuento cómo se usa la publicidad privada, y la publicidad oficial, con la forma de auspicios en programas de cable sin rating para ganar el favor de periodistas que trabajan en grandes diarios. Por esta razón, no me siento tocada en nada cuando decís que de estas cosas no se habla en lo que ustedes llaman medios hegemónicos. Humildemente, estuve entre las pioneras al plantear estos temas.
Otro de los capítulos del libro habla sobre la publicidad en vía pública, y tiene una investigación que promovió una causa judicial que significó el procesamiento de José Pepe Albistur, por pautar en medios de su propiedad (es decir, por estar a ambos lados del mostrador) Albistur se fue del gobierno, pero nunca los escuché hablar de ese tema tampoco en Canal 7.
Por mi parte, la investigación hizo que señor Albistur, cuando era aún un funcionario poderoso, pidiera en una instancias muy alta que me echaran de mi trabajo. Esto fue antes de que estallara el debate por la ley de medios, cuando el Gobierno no tenía problemas con Clarín, y te puedo asegurar que no era fácil ni gratis abordar estos temas. Yo no descubrí el tema de la publicidad oficial ayer ni durante la discusión por la ley de medios.
Afectuosamente,
María.
http://www.diarioregistrado.com/Sociedad-nota-46106-La-respuesta-de-Maria-O%27Donnell-a-la-nota-de-Carlos-Barragan.html
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Respete las señales
Aunque sea desagradable la evocación a Neustadt este sí que es un Tiempo Nuevo. Un tiempo tan nuevo que muchos están tardando en comprender. Lo que pasó con la carta de María O´Donnell es una muestra de la novedad. Casi 300 posteos le responden a M.O. reconociendo que está en otra vereda política e ideológica, pero sin embargo no se utilizan insultos, ni descalificaciones, ni chicanas, ni los vomitados resentimientos que encontramos en La Nación, Perfil y demás cuando aparecemos los oficialistas.
Pero el respeto no es suficiente, el respeto es parte de esta manera de estar atentos, pensantes, y seguros de comprender los cambios que estamos viviendo y construyendo. Y este es uno de esos cambios: la discusión de ideas, la crítica. Que podamos todos nosotros estar discutiendo con M.O. es novedoso y sano. Hace unos años esto era impensable. El país cambia, y cambia de manera feliz para algunos y dolorosa para otros. Ya no hay pontífices del periodismo, ni del poder empresarial, ni de nada. Y si quedan algunos intocados, saben que ahora viven en un lugar donde nadie es intocable. Entonces hay nervios. Están inseguros. Pero acá hay gente que no se siente insegura, por eso no necesita el insulto.
Ganado suelto
Me sorprendió que M.O. quisiera exponerse de esta manera publicando su carta aquí. Aún sabiendo que tendría lectores hostiles. Y me sorprendió también que esa esperada hostilidad –yo la esperaba- fuese mínima, que las contradicciones se trataran sin apelar a ofensas. Y esa actitud de M.O. la diferencia de otros periodistas que sencillamente descartan discutir con nosotros, porque somos unos cuatro de copas, somos nadie, somos una mierda. Y sólo nos dedican una palabras de desprecio para después seguir por su camino. M.O. en cambio demuestra que está dispuesta a entrar en contacto con el monstruo –una excepción entre sus pares- ella también con convicciones, pero que no la llevan a pensar que no nos merecemos que nos dirija la palabra.
Cruce de caminos
Por ahora no creo que podamos ponernos de acuerdo. Yo sigo sintiendo que decirme que hago propaganda gubernamental me duele. M.O. asegura que no utiliza esa definición para ofenderme, pero igual me molesta. Me molesta porque insisto en que nuestras diferencias no son de método. No es que haya un método correcto de hacer periodismo y uno tramposo. Acá la diferencia es ideológica. Cuando un periodista elige qué informar está editorializando. De la infinidad de información que circula por el mundo minuto a minuto el periodista elige algunas. ¿Con qué criterio las elige? Partamos de la base de que el tipo es hiper-honesto: las elegirá porque le parecen importantes. ¿Y cuáles le parecerán importantes? La vara que mida ese tipo de magnitud será su ideología. ¿Es más importante que haya demasiados pobres? ¿Es más importante que mataron a un tipo en un asalto? ¿Es más importante que haya demasiados ricos? ¿Es más importante que una empresa estafó al Estado? ¿Es más importante que el Gobierno se fumó una guita? ¿Es más importante que un diario opere políticamente? El periodista decide porque tiene ideología. Y todos la tenemos. Hasta Macri que detesta lo ideológico la tiene, y la tiene más a flor de piel que muchos.
Fin de la banquina
Por eso lo de “la mosca en la oreja del poder” tal como lo toma M.O. resulta un concepto mecánico. Y si la definición es de García Marquez, hace un año espiado por el gobierno mejicano por considerarlo un agente de Fidel Castro, por lo menos hay que pensarlo. Por lo que sé García Marquez no está en la oreja de Fidel ni mucho menos. Creo no equivocarme que lo que propone es que molestemos al poder que nos molesta. Y el poder que nos molesta depende de nuestra ideología. El periodista Grondona está en la oreja de Cristina, pero no estuvo nunca en la oreja de Videla, ni en el de la Sociedad Rural. Aliverti, por su parte, anda siempre por otras orejas diferentes. Y otros, los más, no sé en qué oscuros agujeros.
Es bastante obvio que lo que García Marquez dice es que el periodista debe ser el contra-poder. Pero bueno, ahí hay que tener ojo para no perderse. Uno de los posteos a favor de M.O. (y reconozcamos que tuvo mala suerte con ése) aduce “cómo no va a ser el poder, si se llama Poder Ejecutivo”. Fijesé: Juan Carlos Mesa se llama así, pero es no es una mesa, es un señor.
Doble mano
M.O. me dice “vos mismo decís que gracias al gobierno ustedes están en el canal público”. No fue un lapsus mío, pensé un par de veces antes de escribirlo, sabiendo que en el universo republicanista decir eso es una blasfemia. Porque un gobierno republicano no debe influir prácticamente en nada de lo que ocurre en el país. Y si lo hace debe pedir permiso y conformar a todos. Lo pensé antes de escribirlo y me dije “para mí es una virtud del gobierno, o de sus funcionarios, que 678 esté en el Canal 7”. Y no quise esconderlo. Estoy muy contento, y lo estaba cuando era un televidente de 678, con el gobierno que permitió que ese programa existiera.
Tengo una hipótesis ¿no será que un país como Gran Bretaña puede tener una televisión pública pluralista porque carece de un multimedios tan poderoso que funcione como un factor de presión para el gobierno de turno? Lo del pluralismo en la TV Pública me suena parecido al postulado del libre mercado: compitamos libremente sin que el Estado moleste. Entonces yo que soy un elefante compito contra un mono tití. La TV Pública debería entonces tener una neutralidad informativa suiza, mientras los multimedios tiran misiles las 24 horas. Porque ahí sí la libertad de expresión es libertad para decir lo que se les antoje. Pero en la TV Pública no. Ahí sólo deberían decirse cosas que no molesten a nadie.
Duda: ¿en la BBC hablarán mal de la reina, criticarán las británicas matanzas en oriente, dirán que las Malvinas son nuestras? Quizá lo hagan todo el tiempo.
Ceda el paso
¿Por qué molestaba tan poco el Canal 7 del menemismo? Salvo porque la programación era una porquería y porque la plata se iba por el caño, no hubo desde el periodismo independiente demasiados pedidos de pluralismo y diversidad. ¿Por qué? Porque con Menem los problemas con los periodistas, fueran aprietes o sobres, ocurrían en silencio. Ahora los problemas los discutimos cuatros salames todas las noches y eso lo ve todo el país. No hay sobres ni aprietes, hay crítica pública. ¿Se puede ser más democrático que eso?
Por lo que sé este gobierno no acalló a ningún periodista crítico. La libertad de expresión ha llegado a un punto tan alto que los periodistas pueden crear sus universos como si fueran Ray Bradbury. Lo que hizo este gobierno es inventar un espacio para que se escucharan voces que no se escuchaban. Porque lo que está fallando acá es el derecho a la información. Esa es la oreja que nos tiene que importar, la del tipo que tiene que soportarnos todos los días diciéndole cosas.
http://www.diarioregistrado.com/Politica-nota-46169-En-que-oreja-esta-la-mosca.html
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Miércoles 12 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa
WASHINGTON.- En un país políticamente dividido no sorprende que el periodismo esté dividido. Como en otras democracias polarizadas de América latina, las divisiones políticas atraviesan el periodismo argentino. Como nunca desde la restauración democrática, la profundización de diferencias, peleas públicas y acusaciones cruzadas entre periodistas y medios de prensa cobraron notoriedad.
Dentro de este debate, se ha reflotado la idea del "periodismo militante" como modelo deseable. A pesar de ser comúnmente utilizado en la política argentina, no es claro qué significa "militante" cuando se usa para adjetivar al periodismo. ¿Es aquel que defiende un gobierno o partido más allá de errores, secretos y contradicciones? ¿Es el que defiende sus convicciones sin importar cómo las demandas sociales se transforman en políticas públicas? ¿Es ideológicamente puro o es una criatura de la realpolitik dispuesta a tolerar cualquier negociación política? ¿Es el periodismo que informa sobre cuestiones que estrictamente calzan en la agenda política de un partido o gobierno? ¿Es el periodismo que, autonombrándose voz legítima de la voluntad popular, ignora que lo "popular" representa una sociedad civil con múltiples demandas, necesidades, conflictos e intereses?
La idea de "periodismo militante" como apéndice de un partido o gobierno es problemática para la democracia no necesita una prensa que sirva de portavoz de ningún oficialismo.
Idealmente, el periodismo debe ser escéptico frente al poder y no ser crítico según el color político o ideológico de quien detente el poder. Debe mostrar los datos de la realidad porque los gobiernos y partidos tienden a producir y creer en sus realidades. Debe investigar los pliegues del gobierno porque el poder inevitablemente mantiene lugares oscuros. Debe poner la lupa sobre problemas que necesitan atención pública y no justificar la noticia según la razón partidaria. Debe estimular a los ciudadanos a conocer lo que ignoran en vez de confirmar sus preconcepciones militantes. Debe incrementar oportunidades para la expresión de la ciudadanía y organizaciones civiles y no ser ventrílocuo de quienes están rodeados de micrófonos. Debe marcar los errores y olvidos a cualquier oficialismo y no ayudar a cubrirlos cualquiera sea la justificación. Como destacó Walter Lippmann, uno de los columnistas más influyentes en los Estados Unidos durante el siglo pasado: "Sin periodismo crítico, confiable e inteligente, el gobierno no puede gobernar".
El mejor periodismo no es aquel que marcha encolumnado detrás de un partido o gobierno. La última década de la prensa mundial confirma que el buen periodismo no tira rosas al paso de los funcionarios o barre la basura bajo la alfombra en nombre de la lealtad partidaria. El periodismo que denunció torturas en Abu Ghraib, mostró la desidia oficial durante la catástrofe disparada por el huracán Katrina, reveló recurrentes problemas de seguridad en la explotación minera global y analizó el casino del sistema financiero después de la crisis de 2008, se basó en principios similares: desconfiar de la palabra oficial, recoger información de forma independiente y mostrar una realidad desconocida por el gran público y ocultada por el poder.
En los Estados Unidos, el periodismo contemporáneo más interesante, como el que se practica en ProPublica, La Voz de San Diego, The Saint Petersburg Times o la Cadena Nacional de Radio Pública, cultiva las virtudes del periodismo como actor cívico más que como miembro orgánico de un partido. Ni The Independent o The Guardian, en Inglaterra, otros ejemplos del mejor periodismo actual, se ponen la camiseta de partidos o gobiernos, aunque frecuentemente toman posiciones claras (ubicadas a la izquierda del espectro político) sobre una amplia gama de temas.
Que el periodismo mantenga distancia del poder no implica que jamás indique aciertos oficiales o tenga convicciones y posiciones claras sobre determinados asuntos. La diferencia es informar sobre la base del compromiso con principios democráticos -igualdad de derechos, tolerancia a la diversidad, respeto a la diferencia de opiniones, acceso a oportunidades de expresión, rendición de cuentas, transparencia del uso de recursos públicos, participación amplia- o la adhesión a gobiernos de turno y plataformas partidarias.
Asimismo, las experiencias en otras democracias muestran que el "periodismo militante" privilegia la opinión frente a los datos. Si consideramos el caso de la cadena Fox en Estados Unidos o gran parte de la prensa española, vemos que la tendencia es ignorar datos que contradicen convicciones ideológicas. Se justifica presentar información sesgada para confirmar las certezas militantes y regocijar a los funcionarios aliados. El pensamiento crítico del periodismo es reemplazado por el acatamiento del militante. Cuando la opinión abunda, escasea el periodismo que recaba datos originales y verifica promesas y pronunciamientos políticos. Analizar información o hacer investigaciones propias es más costoso que aplaudir lo que dice el oficialismo o la oposición.
Contraponer el periodismo como guardián público frente al "periodismo militante" no implica asumir que la prensa sea efectivamente autónoma. En todo el mundo, el periodismo no es una isla, sino que es parte de redes complejas informativas, políticas, y económicas. La autonomía del periodismo, tan celebrada de izquierda a derecha, es difícil. Aún en los países donde la radiodifusión pública está sustentada en el principio de independencia del poder político (como la BBC o en los países escandinavos), el periodismo enfrenta dificultades constantes para mantener márgenes de independencia, especialmente cuando informa sobre temas que afectan a encumbrados intereses políticos y económicos. Esta realidad, sin embargo, no justifica abandonar la búsqueda de distancia frente a quienes toman decisiones que afectan a la ciudadanía. La credibilidad del periodismo radica en cultivar espacios de autonomía para informar algo que alguien con poder no quiere que se sepa.
Otra cuestión sensible es el financiamiento del "periodismo militante". ¿Quién paga por la producción cotidiana de noticia, información y opinión? Veamos las opciones. La opción del viejo periodismo partidario, en vías de extinción en el mundo, fue ser financiado por las grandes maquinarias políticas y los afiliados a los partidos. En la Argentina, con partidos en crisis perpetua y con crónicas dificultades financieras, esa posibilidad no parece viable. ¿Dinero de los lectores? Difícilmente sea posible. La última década de acceso gratuito a sitios informativos en Internet confirma que el público lector rara vez está dispuesto a pagar, aun cuando lee religiosamente y depende de ciertos medios para su dieta cotidiana de noticias. Somos un gran universo ávido de noticias, pero sin interés de pagar por el costo de producción, ni siquiera una contribución monetaria mínima. Otra posibilidad, actualmente en discusión en los Estados Unidos y algunas democracias europeas, es la filantropía como sustento del periodismo. Por el momento, esto no parece factible en nuestro país.
Las posibilidades restantes son las clásicas que han sustentado económicamente a la prensa en América latina: publicidad, fortunas personales y dineros públicos manejados por el oficialismo. Si es la publicidad, ¿cómo se condicen los intereses mercantiles con la militancia política? ¿La publicidad militante? ¿El capitalismo partidario? Si son las fortunas personales, es factible imaginar que los intereses individuales de los magnates no siempre coincidan con la mística e ideología militante. Y las fortunas personales invertidas en la prensa son proclives a los vaivenes económicos y acuerdos políticos puntuales.
Si los fondos públicos son el sustento del periodismo militante, obviamente, esto continúa un problema medular y de larga data de la democracia argentina: el uso discrecional de dinero del Estado para sustentar el periodismo oficialista y no, precisamente, el periodismo que sirve al público. Salvo que se intente, al igual que se hizo con diversa suerte en las democracias europeas (como en los Países Bajos), asignar fondos públicos a las fuerzas partidarias representadas en el Parlamento para que tengan su propio periodismo. Tal tipo de política requiere un consenso amplio entre los principales partidos sumado a una radiodifusión realmente pública, inclusiva y transparente. En un país polarizado y fragmentado en partidos y coaliciones que duran una elección, ésta es una ilusión más que una realidad.
Frente a los problemas, la debilidad o la inviabilidad de estas alternativas de financiamiento, ¿cómo se sostiene económicamente el "periodismo militante"?
Hoy en día, no hay modelo ideal de periodismo. Los ideales de la objetividad, la neutralidad y el abstracto interés público no tienen el lustre del pasado. Pregonados por el periodismo norteamericano y la radiodifusión pública inglesa a principios del siglo pasado, estos ideales ya no dominan el imaginario periodístico. Actualmente, hay múltiples periodismos inspirados por diversos principios. La explosión informativa y las presiones comerciales sobre las grandes empresas de prensa trajeron cambios en la concepción del periodismo e impulsaron la búsqueda de nuevas fórmulas. En las democracias europeas, conviven rezagos de la tradición de prensa ideológica con periodismos interesados por tomar distancia de los partidos. En Estados Unidos, la mesura de los diarios tradicionales se contrapone a la opinión ensordecedora de la televisión de cable. Estas tendencias existen en mundos periodísticos orientados a producir información sensacionalista y liviana, noticias rápidas más que sólidas o relevantes para la democracia, y titulares gritones que capturen la atención de la audiencia.
Dentro de este panorama, ningún periodismo que genera respeto dentro y fuera de las redacciones está embanderado con la militancia a favor de un gobierno o un partido. Esto se debe a la persistente sospecha de que el periodismo militante de un gobierno o montado sobre una plataforma partidaria está dispuesto a tirar la información por la borda en nombre de la lealtad y a ofrecer una visión de cerradura más que una visión amplia de la compleja realidad contemporánea.
El periodismo siempre informa desde un lugar determinado, no desde un utópico Olimpo alejado de la vida política y moral de la ciudadanía. Reconocer esta situación no implica abandonar la idea de que el periodismo debe procurar mantener distancia frente a los gobiernos y ser crítico de los dogmas perpetuados por quienes recitan sus verdades.
Se sacrifican los datos cuando la opinión desinformada domina y se usan anteojeras ideológicas para dar información que confirma previas convicciones. Parafraseando a Hannah Arendt, la libertad de opinión se convierte en farsa cuando se ignoran los hechos en función de la ideología o el poder. Tal situación requiere que el periodismo pugne por tener autonomía, respete los datos, y confronte a los gobiernos y ciudadanos con la información que ocultan, desconocen, o rehúsan saber. Esta debe ser la real militancia del periodismo.
El autor es profesor de Periodismo y Comunicación Política en la George Washington University
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1340778
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Y allí dejé, para el intercambio, un par de comentarios que aquí transcribo ( mejornado la redacción)
Leí el articulo de Maria O'Donnell y pensé ¿a qué poder se refiere? Acaso María O'Donnell cree que hay solo un poder actuando?
Para ella, ¿periodismo independiente es el que batalla contra el gobierno de turno?
Y tambien recordé la frase de Lanata:
“¿De qué lado te pones? Del lado de más débil, Y el más débil hoy es Clarín.
Lanata dice que elije el más debil... no voy a entrar en el debate de quien es el más debil... sencillamente quiero señalar que mi lugar; es defender la verdad, lo justo o a quien tiene razón... No al debil.
¿Desde cuando es coherente y lógico equiparar debilidad con verdad o justicia...? Como si defender la debilidad de alguien fuera, defender la justiica y la verdad...
Creo que O Donnell, desde su quehacer profesional solo mira la mitad de la realidad, y solo intepreta la mitad de la realidad, desde una visión ajustada a su interpretación de los dichos de Gabriel García Márquez
La cuestión a mi enteder radica, en que hay ptras perosnas que interpreta otra cosa de la frase de Gabriel García Márquez y de la realidad también...
Y agrego: Ahora, cuando los periodistas tienen que enfrentar al poder, pero al poder que los contrata... o al poder que les paga con publicidad... es el lugar donde tambien se deberia ejercer y hablar de periodismo independiente.
Un periodismo que tendria que ser capaz de mirar, analizar y crticar su propio medio...
Ahí en esa vereda, ese periodismo dice inclinarse por el más debil... Es decir, ponen en juego su propia subjetividad... lo que ellos creen o piensan no una analisis o una investigacón seria.
Para O Donnell no hay una mirada que vuelva sobre el trabajo de los periodistas que ella llama independientes en torno a su labor profesional en los medios en donde trabajan... Ahí donde eluden decir que hablar del jefe tambien es hablar de poder... y de la actitud del periodista frente al poder.
9 de enero de 2011 13:53
http://www.youtube.com/watch?v=5ArhCy2b3vw
VER:
poder legítimo vs poder económico
LANATA - TOGNETTI ¿Y EL PERIODISMO DE APRIETE? hilando ideas - Oct 06
¿HAY QUE OLVIDARSE DE LA DICTADURA? Y UN MENSAJE PARA LANATA - Sep 14
Trabajo Esclavo - Hugo Biolcati : "ni siquiera está todavía demostrado judicialmente" - Jan 12
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Los premios y un tal Lucas
Las pautas del periodismo independiente
¡Felicitaciones, Alfredo Leuco! La revista del ejemplar Fontevecchia acaba de nombrarlo el mejor periodista del año. (Dios es grande y le permitió disfrutar el reconocimiento con vida, salvado de la metralleta locamente enamorada de Lucas Carrasco). Por Carlos Barragán.Share
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Por Carlos Barragán
05.01.2011
¡Vergüenza y deshonra para ustedes: Víctor Hugo Morales y Orlando Barone! Esa intachable publicación los destaca como los más peores periodistas. Y sobre el pucho la nota de Pablo Sirvén -que injustamente sin premio de noticias- denuncia la siniestra operatoria kirchnerista que pone pauta para bancar a los periodistas corruptos. Sirvén para demostrar su punto con convicción cita lo siguiente "la propaganda -escribe la periodista María O'donnell en su libro propaganda k (planeta, 2007)- no persigue la verdad ni busca informar: su objetivo es influir, disuadir, moldear un pensamiento." deliciosa declaración de principios por el absurdo.
Esta misma mañana escuchaba a María O´donnell definir a 678 como propaganda oficial. No sé cuántas veces escuché lo mismo de otros periodistas, pero me molesta más cuando se trata de personas inteligentes por quienes guardo cariño. Supongo que me molesta más por su inteligencia que por mi cariño. Aunque el descariño recibido también mortifica un poco.
Las armas secretas
Decir que 678 es propaganda oficial demuestra una gran desaprensión y desprecio por la diversidad democrática que tanto les llena la boca a los periodistas independientes. Es sostener que hay una masa idiota que recibe un mensaje elucubrado por genios maliciosos dedicados a inyectar ideas perversas en cabezas huecas. Quien habla de propanga ni siquiera sospecha que 678 representa el pensamiento (o si quieren: la misma imbecilidad) de millones de ciudadanos que están hartos de escuchar a la vieja corporación periodística repitiendo, aunque sea por casualidad, las mismas ideas de las empresas que los auspician. Y entonces “influir, disuadir, moldear pensamiento” supongo que será el imperativo moral de los periodistas independientes que con entrega republicana intentarán salvar a los imbéciles de las garras de la propaganda oficial. Me pregunto qué piensa María O´donnell cuando lee un editorial de Kirschbaum o Blank. Pensará que eso no es propaganda –claro que no- y que sólo se trata de periodistas independientes defendiendo con independencia los intereses políticos de la empresa que les paga el sueldo para que hagan periodismo independiente. Obvio: como en clarín podés ser independiente no podés evitar defender a clarín por el amor y el agradecimiento inmenso que su desinteresada generosidad te provoca.
Bestiario
Para el periodista independiente recibir dinero de empresas privadas es el non plus ultra de la libertad de conciencia. Sin importar cómo hacen ese dinero, ni a dónde se lo llevan, ni para qué lo usan, ni por qué se lo dan a él, ni de qué forma esas empresas explotan o no, arruinan el planeta o no, corrompen o no, joden a la economía nacional o no, etc. Lo importante es que se trata de empresas privadas. Aunque a veces ni siquiera porque puede tratarse de un sindicato de peones dedicado a colaborar con cerealeras que los esclavizan para generarse ganancias que serán parte de la pauta “no oficial” en el programa del periodista independiente.
Empresas cerealeras que evaden por millones al fisco pondrán pauta en el programa del periodista independiente para que tenga la libertad de criticar al gobierno por cómo utiliza los recursos del estado mientras que sus auspiciantes lo estafan.
Ocupaciones raras
Cito la cita: "la propaganda -escribe la periodista María O'donnell en su libro propaganda k (planeta, 2007)- no persigue la verdad ni busca informar: su objetivo es influir, disuadir, moldear un pensamiento." perseguir la verdad y buscar informar son labores extenuantes para el periodista independiente. No así para mí que sólo busco descubrir mentiras y molestar a los que desinforman. Y creo que lo puedo hacer gracias a la decisión del gobierno de tener un programa como 678 en el canal público. Porque a ningún periodista independiente se le ocurrió todavía ponerse a “buscar la verdad” ahí donde están la guita y los intereses de las corporaciones que han manejado la economía del país gracias a que controlaban los medios de comunicación.
“buscar la verdad” es a esta altura una construcción seudopoética como “amar la vida” o “querer un mundo mejor”. La verdad, al menos por lo que se puede ver en estos tiempos, es que hay dos periodismos: el que detesta a este gobierno, y el que lo apoya, mucho o moderadamente. ¿de qué verdad podemos hablar cuando Víctor Hugo morales es para la revista de mayor tirada del país el peor periodista de la argentina? (lo dejo afuera a Barone, para que no digan que él y yo somos una corporación). Semejante idiotez es una declaración desesperada. Una desnudez brutal, pero absolutamente didáctica sobre la realidad política y mediática. Creo que por fin Fontevecchia nos informó algo interesante.
Manual de instrucciones
¿Cómo tener conforme al periodista independiente? Haciendo que en canal 7 y en canal 9 tengan sus programas periodísticos Pablo Sirvén, Van Der Kooy, Grondona, Lanata, Aguinis, Tenembaum, O´donnell, Majul, Pagni, Ruiz Guiñazú, Nelson Castro, etc... Y que 678, Duro de domar, TVR y bajada de línea vean si los contratan en el trece, telefé o américa. Como eso difícilmente ocurra, el periodismo independiente volverá a monopolizar la información y la verdad. Pero como la verdad es buena, el monopolio de la verdad será el remedio definitivo a tanta iniquidad kirhnerista.
Y lo mismo para los medios gráficos, que Anguita se deje de joder y vea si clarín o la nación lo contratan para escribir sus notas. Será difícil que Anguita trabaje ahí, pero será bueno para los buscadores de la verdad que los Anguitas dejen de tener tanto espacio para sus ideas “demasiado políticas”, señora.
Nicaragua, tan violentamente dulce
(el título no tiene que ver con nada, pero ya que me agarró por Cortázar no me quería perder de usarlo)
La hipocresía del periodista independiente sostiene que hay libertad en los medios privados. Niega a sabiendas que cada medio nació como una expresión política. (¡si hasta clarín era desarrollista!) Y niega, quizá “a ignorendas”, que toda actividad periodística es una expresión ideológica. Y lo más perverso de su discurso es que propone como paradigma de su pretendida apolítica búsqueda de la verdad que esa actividad debe estar patrocinada por empresas privadas. Lo divertido es que 678 tiene mucha publicidad de ese tipo, y sin embargo para el periodista independiente seguimos siendo una maldita y sucia propaganda oficial.
No hay caso. Sólo el periodista independiente puede cobrar dinero y seguir siendo un alma pura en medio de tanto oficialismo.
Por lo pronto tendré que hacerme faquir para seguir diciendo lo que pienso sin que me acusen de chorro.
http://www.diarioregistrado.com/nota-46073-Las-pautas-del-periodismo-independiente.html
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Periodismo
La respuesta de María O'Donnell a la nota de Carlos Barragán
Aquí, el descargo de la periodista a partir de la nota "Las pautas del periodismo independiente", que el miércoles último publicó en Diario Registrado el panelista de 6,7,8. Continuará...Nota de Barragán: Maria O´Donnell me envió este mail a raíz de la nota que ustedes ya sabrán. Sabiendo que quienes leémos esta página somos gente tendenciosa, oficialista, y muchas veces fervorosa, les pido que los comentarios se hagan con el mayor respeto y sin ataques personales. Creo que todos nos merecemos tener nuestras discusiones sin lastimarnos.
Estimado Barragán. Antes que nada, una primera aclaración: yo también te aprecio y no creo que tu opinión sea una opinión comprada, porque puedo disentir sin acusar al otro de ser un mercenario.
Y si pudieras o quisieras publicar esta respuesta en el mismo medio donde escribiste tu nota (sólo te pido que sea sin edición), yo estaría agradecida (de mi parte la haré circular)
Insisto en lo que ya dije: 6,7,8 es un instrumento de la propaganda del Gobierno.
Lo mismo, exactamente lo mismo, afirmó Horacio Vertbitsky y no leí ni escuché que le respondieras en lugar alguno.
Aunque somos cada vez menos, aún creo en el periodismo independiente, y con esto no quiero decir objetivo. Nadie es objetivo.
Pero el periodismo, si no tiene independencia del poder de turno, no es periodismo. Es propaganda.
No estoy inventando nada nuevo: en palabras que no recuerdo en forma textual ahora, Gabriel García Márquez decía que el periodismo tiene que ser la mosca en el oído del poder.
¿Es 6,7,8 la mosca en el oído del Gobierno? No lo creo... (¿hará falta argumentar?).
Pero tampoco está concebido como tal, y de ahí su éxito. Es obvio que está pensado y editado con otro objetivo. Objetivo que puede ser muy válido para un Gobierno en un contexto en el que los medios son parte de la batalla política, pero no es un fin periodístico el que persigue. 6,7,8 otra cosa y por eso deja fuera del programa cualquier tema que pueda dañar al gobierno (una nota al margen: en ese sentido, creo que la incorporación de Nora Veiras es interesante porque plantea matices)
Luego, ¿No te parece curioso que PPT tenga dos programas en un canal que recibió 70 millones de pesos en un año (un monto que representa el 70 por ciento del total asignado a los cinco canales de aire), siendo que ese canal viola la ley de medios que este gobierno promulgó y que ustedes tanto defendieron como la panacea? Es un canal que no cumple con los cupos de producción nacional. Financiamos con fondos públicos un puñado de programas nacionales y luego las latas extranjeras que dominan la programación. Extraño caso de subsidio a la producción extranjera en un canal con licencia del Estado nacional.
A ustedes que tanto siguen la aplicación de la ley de medios, ¿no les parece algo reprobable?
¿Y Hadad, que tiene muchas más radios de las que autoriza la ley? Tampoco merece mención.
¿Y Moneta, que compró varias radios juntas, muchas más de las permitidas, aún después de la sanción de la ley?
¿No son estos temas interesantes para 6,7,8? ¿O Clarín es el único medio para criticar por sus prácticas?
¿No te merece ninguna reflexión que el premio para Canal 9 por violar la ley de medios sean 70 palos?
¿No será el premio que recibe porque hay programas de PPT que le hacen propaganda al Gobierno?
Vos mismo decís que gracias al Gobierno, ustedes están en un canal público: pequeña gran contradicción: si es un canal público, si funcionara como un canal público, el Gobierno no lo podría programar.
Pero claro, el Gobierno no le interesó regular la publicidad oficial ni sacar una ley de medios públicos, iniciativas que promueven esas mismas ONG que tanto usaron para avalar la ley de medios. Toman la parte que les conviene.
Finalmente, y a título de aclaración personal: si además de leer la columna de Sirven te tomaras el trabajo de leer mi libro, verías que trata en extenso el tema de los auspicios y de los periodistas empresarios, y de la falta de independencia que esto representa, incluso cuento cómo se usa la publicidad privada, y la publicidad oficial, con la forma de auspicios en programas de cable sin rating para ganar el favor de periodistas que trabajan en grandes diarios. Por esta razón, no me siento tocada en nada cuando decís que de estas cosas no se habla en lo que ustedes llaman medios hegemónicos. Humildemente, estuve entre las pioneras al plantear estos temas.
Otro de los capítulos del libro habla sobre la publicidad en vía pública, y tiene una investigación que promovió una causa judicial que significó el procesamiento de José Pepe Albistur, por pautar en medios de su propiedad (es decir, por estar a ambos lados del mostrador) Albistur se fue del gobierno, pero nunca los escuché hablar de ese tema tampoco en Canal 7.
Por mi parte, la investigación hizo que señor Albistur, cuando era aún un funcionario poderoso, pidiera en una instancias muy alta que me echaran de mi trabajo. Esto fue antes de que estallara el debate por la ley de medios, cuando el Gobierno no tenía problemas con Clarín, y te puedo asegurar que no era fácil ni gratis abordar estos temas. Yo no descubrí el tema de la publicidad oficial ayer ni durante la discusión por la ley de medios.
Afectuosamente,
María.
http://www.diarioregistrado.com/Sociedad-nota-46106-La-respuesta-de-Maria-O%27Donnell-a-la-nota-de-Carlos-Barragan.html
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ver
Trabajo Esclavo - Hugo Biolcati : "ni siquiera está todavía demostrado judicialmente" - Jan 12 Entrevista Maria O Donnell a Biolcati
poder legítimo vs poder económico
PABLO SIRVEN Y EL ACOSO A VICTOR HUGO MORALES Y A LA BLOGOSFERA - Jan 05
LA PRENSA QUE CONSUME Y EL PERIODISTA QUE INFORMA - NOTAS DE PERFIL Y ENTREVISTA A ANIBAL FERNANDEZ - - Jan 06
LA VIDA BELLO, NO TIENE BELLAS IDEAS - Dec 28
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Sigue la polémica
En qué oreja está la mosca
Después de 300 posteos y luego de la carta de María O´Donnell, en respuesta a mi nota Las Pautas del Periodismo Independiente, mi editor me preguntó el viernes “¿y para cuándo la respuesta?”. Acá va, y quiere ser una ruta para que sigamos discutiendo. Por C. Barragán.
Respete las señales
Aunque sea desagradable la evocación a Neustadt este sí que es un Tiempo Nuevo. Un tiempo tan nuevo que muchos están tardando en comprender. Lo que pasó con la carta de María O´Donnell es una muestra de la novedad. Casi 300 posteos le responden a M.O. reconociendo que está en otra vereda política e ideológica, pero sin embargo no se utilizan insultos, ni descalificaciones, ni chicanas, ni los vomitados resentimientos que encontramos en La Nación, Perfil y demás cuando aparecemos los oficialistas.
Pero el respeto no es suficiente, el respeto es parte de esta manera de estar atentos, pensantes, y seguros de comprender los cambios que estamos viviendo y construyendo. Y este es uno de esos cambios: la discusión de ideas, la crítica. Que podamos todos nosotros estar discutiendo con M.O. es novedoso y sano. Hace unos años esto era impensable. El país cambia, y cambia de manera feliz para algunos y dolorosa para otros. Ya no hay pontífices del periodismo, ni del poder empresarial, ni de nada. Y si quedan algunos intocados, saben que ahora viven en un lugar donde nadie es intocable. Entonces hay nervios. Están inseguros. Pero acá hay gente que no se siente insegura, por eso no necesita el insulto.
Ganado suelto
Me sorprendió que M.O. quisiera exponerse de esta manera publicando su carta aquí. Aún sabiendo que tendría lectores hostiles. Y me sorprendió también que esa esperada hostilidad –yo la esperaba- fuese mínima, que las contradicciones se trataran sin apelar a ofensas. Y esa actitud de M.O. la diferencia de otros periodistas que sencillamente descartan discutir con nosotros, porque somos unos cuatro de copas, somos nadie, somos una mierda. Y sólo nos dedican una palabras de desprecio para después seguir por su camino. M.O. en cambio demuestra que está dispuesta a entrar en contacto con el monstruo –una excepción entre sus pares- ella también con convicciones, pero que no la llevan a pensar que no nos merecemos que nos dirija la palabra.
Cruce de caminos
Por ahora no creo que podamos ponernos de acuerdo. Yo sigo sintiendo que decirme que hago propaganda gubernamental me duele. M.O. asegura que no utiliza esa definición para ofenderme, pero igual me molesta. Me molesta porque insisto en que nuestras diferencias no son de método. No es que haya un método correcto de hacer periodismo y uno tramposo. Acá la diferencia es ideológica. Cuando un periodista elige qué informar está editorializando. De la infinidad de información que circula por el mundo minuto a minuto el periodista elige algunas. ¿Con qué criterio las elige? Partamos de la base de que el tipo es hiper-honesto: las elegirá porque le parecen importantes. ¿Y cuáles le parecerán importantes? La vara que mida ese tipo de magnitud será su ideología. ¿Es más importante que haya demasiados pobres? ¿Es más importante que mataron a un tipo en un asalto? ¿Es más importante que haya demasiados ricos? ¿Es más importante que una empresa estafó al Estado? ¿Es más importante que el Gobierno se fumó una guita? ¿Es más importante que un diario opere políticamente? El periodista decide porque tiene ideología. Y todos la tenemos. Hasta Macri que detesta lo ideológico la tiene, y la tiene más a flor de piel que muchos.
Fin de la banquina
Por eso lo de “la mosca en la oreja del poder” tal como lo toma M.O. resulta un concepto mecánico. Y si la definición es de García Marquez, hace un año espiado por el gobierno mejicano por considerarlo un agente de Fidel Castro, por lo menos hay que pensarlo. Por lo que sé García Marquez no está en la oreja de Fidel ni mucho menos. Creo no equivocarme que lo que propone es que molestemos al poder que nos molesta. Y el poder que nos molesta depende de nuestra ideología. El periodista Grondona está en la oreja de Cristina, pero no estuvo nunca en la oreja de Videla, ni en el de la Sociedad Rural. Aliverti, por su parte, anda siempre por otras orejas diferentes. Y otros, los más, no sé en qué oscuros agujeros.
Es bastante obvio que lo que García Marquez dice es que el periodista debe ser el contra-poder. Pero bueno, ahí hay que tener ojo para no perderse. Uno de los posteos a favor de M.O. (y reconozcamos que tuvo mala suerte con ése) aduce “cómo no va a ser el poder, si se llama Poder Ejecutivo”. Fijesé: Juan Carlos Mesa se llama así, pero es no es una mesa, es un señor.
Doble mano
M.O. me dice “vos mismo decís que gracias al gobierno ustedes están en el canal público”. No fue un lapsus mío, pensé un par de veces antes de escribirlo, sabiendo que en el universo republicanista decir eso es una blasfemia. Porque un gobierno republicano no debe influir prácticamente en nada de lo que ocurre en el país. Y si lo hace debe pedir permiso y conformar a todos. Lo pensé antes de escribirlo y me dije “para mí es una virtud del gobierno, o de sus funcionarios, que 678 esté en el Canal 7”. Y no quise esconderlo. Estoy muy contento, y lo estaba cuando era un televidente de 678, con el gobierno que permitió que ese programa existiera.
Tengo una hipótesis ¿no será que un país como Gran Bretaña puede tener una televisión pública pluralista porque carece de un multimedios tan poderoso que funcione como un factor de presión para el gobierno de turno? Lo del pluralismo en la TV Pública me suena parecido al postulado del libre mercado: compitamos libremente sin que el Estado moleste. Entonces yo que soy un elefante compito contra un mono tití. La TV Pública debería entonces tener una neutralidad informativa suiza, mientras los multimedios tiran misiles las 24 horas. Porque ahí sí la libertad de expresión es libertad para decir lo que se les antoje. Pero en la TV Pública no. Ahí sólo deberían decirse cosas que no molesten a nadie.
Duda: ¿en la BBC hablarán mal de la reina, criticarán las británicas matanzas en oriente, dirán que las Malvinas son nuestras? Quizá lo hagan todo el tiempo.
Ceda el paso
¿Por qué molestaba tan poco el Canal 7 del menemismo? Salvo porque la programación era una porquería y porque la plata se iba por el caño, no hubo desde el periodismo independiente demasiados pedidos de pluralismo y diversidad. ¿Por qué? Porque con Menem los problemas con los periodistas, fueran aprietes o sobres, ocurrían en silencio. Ahora los problemas los discutimos cuatros salames todas las noches y eso lo ve todo el país. No hay sobres ni aprietes, hay crítica pública. ¿Se puede ser más democrático que eso?
Por lo que sé este gobierno no acalló a ningún periodista crítico. La libertad de expresión ha llegado a un punto tan alto que los periodistas pueden crear sus universos como si fueran Ray Bradbury. Lo que hizo este gobierno es inventar un espacio para que se escucharan voces que no se escuchaban. Porque lo que está fallando acá es el derecho a la información. Esa es la oreja que nos tiene que importar, la del tipo que tiene que soportarnos todos los días diciéndole cosas.
http://www.diarioregistrado.com/Politica-nota-46169-En-que-oreja-esta-la-mosca.html
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Efectos de un país politicamente dividido
El error de la prensa militante
Silvio Waisbord
Para LA NACIONMiércoles 12 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa
WASHINGTON.- En un país políticamente dividido no sorprende que el periodismo esté dividido. Como en otras democracias polarizadas de América latina, las divisiones políticas atraviesan el periodismo argentino. Como nunca desde la restauración democrática, la profundización de diferencias, peleas públicas y acusaciones cruzadas entre periodistas y medios de prensa cobraron notoriedad.
Dentro de este debate, se ha reflotado la idea del "periodismo militante" como modelo deseable. A pesar de ser comúnmente utilizado en la política argentina, no es claro qué significa "militante" cuando se usa para adjetivar al periodismo. ¿Es aquel que defiende un gobierno o partido más allá de errores, secretos y contradicciones? ¿Es el que defiende sus convicciones sin importar cómo las demandas sociales se transforman en políticas públicas? ¿Es ideológicamente puro o es una criatura de la realpolitik dispuesta a tolerar cualquier negociación política? ¿Es el periodismo que informa sobre cuestiones que estrictamente calzan en la agenda política de un partido o gobierno? ¿Es el periodismo que, autonombrándose voz legítima de la voluntad popular, ignora que lo "popular" representa una sociedad civil con múltiples demandas, necesidades, conflictos e intereses?
La idea de "periodismo militante" como apéndice de un partido o gobierno es problemática para la democracia no necesita una prensa que sirva de portavoz de ningún oficialismo.
Idealmente, el periodismo debe ser escéptico frente al poder y no ser crítico según el color político o ideológico de quien detente el poder. Debe mostrar los datos de la realidad porque los gobiernos y partidos tienden a producir y creer en sus realidades. Debe investigar los pliegues del gobierno porque el poder inevitablemente mantiene lugares oscuros. Debe poner la lupa sobre problemas que necesitan atención pública y no justificar la noticia según la razón partidaria. Debe estimular a los ciudadanos a conocer lo que ignoran en vez de confirmar sus preconcepciones militantes. Debe incrementar oportunidades para la expresión de la ciudadanía y organizaciones civiles y no ser ventrílocuo de quienes están rodeados de micrófonos. Debe marcar los errores y olvidos a cualquier oficialismo y no ayudar a cubrirlos cualquiera sea la justificación. Como destacó Walter Lippmann, uno de los columnistas más influyentes en los Estados Unidos durante el siglo pasado: "Sin periodismo crítico, confiable e inteligente, el gobierno no puede gobernar".
El mejor periodismo no es aquel que marcha encolumnado detrás de un partido o gobierno. La última década de la prensa mundial confirma que el buen periodismo no tira rosas al paso de los funcionarios o barre la basura bajo la alfombra en nombre de la lealtad partidaria. El periodismo que denunció torturas en Abu Ghraib, mostró la desidia oficial durante la catástrofe disparada por el huracán Katrina, reveló recurrentes problemas de seguridad en la explotación minera global y analizó el casino del sistema financiero después de la crisis de 2008, se basó en principios similares: desconfiar de la palabra oficial, recoger información de forma independiente y mostrar una realidad desconocida por el gran público y ocultada por el poder.
En los Estados Unidos, el periodismo contemporáneo más interesante, como el que se practica en ProPublica, La Voz de San Diego, The Saint Petersburg Times o la Cadena Nacional de Radio Pública, cultiva las virtudes del periodismo como actor cívico más que como miembro orgánico de un partido. Ni The Independent o The Guardian, en Inglaterra, otros ejemplos del mejor periodismo actual, se ponen la camiseta de partidos o gobiernos, aunque frecuentemente toman posiciones claras (ubicadas a la izquierda del espectro político) sobre una amplia gama de temas.
Que el periodismo mantenga distancia del poder no implica que jamás indique aciertos oficiales o tenga convicciones y posiciones claras sobre determinados asuntos. La diferencia es informar sobre la base del compromiso con principios democráticos -igualdad de derechos, tolerancia a la diversidad, respeto a la diferencia de opiniones, acceso a oportunidades de expresión, rendición de cuentas, transparencia del uso de recursos públicos, participación amplia- o la adhesión a gobiernos de turno y plataformas partidarias.
Asimismo, las experiencias en otras democracias muestran que el "periodismo militante" privilegia la opinión frente a los datos. Si consideramos el caso de la cadena Fox en Estados Unidos o gran parte de la prensa española, vemos que la tendencia es ignorar datos que contradicen convicciones ideológicas. Se justifica presentar información sesgada para confirmar las certezas militantes y regocijar a los funcionarios aliados. El pensamiento crítico del periodismo es reemplazado por el acatamiento del militante. Cuando la opinión abunda, escasea el periodismo que recaba datos originales y verifica promesas y pronunciamientos políticos. Analizar información o hacer investigaciones propias es más costoso que aplaudir lo que dice el oficialismo o la oposición.
Contraponer el periodismo como guardián público frente al "periodismo militante" no implica asumir que la prensa sea efectivamente autónoma. En todo el mundo, el periodismo no es una isla, sino que es parte de redes complejas informativas, políticas, y económicas. La autonomía del periodismo, tan celebrada de izquierda a derecha, es difícil. Aún en los países donde la radiodifusión pública está sustentada en el principio de independencia del poder político (como la BBC o en los países escandinavos), el periodismo enfrenta dificultades constantes para mantener márgenes de independencia, especialmente cuando informa sobre temas que afectan a encumbrados intereses políticos y económicos. Esta realidad, sin embargo, no justifica abandonar la búsqueda de distancia frente a quienes toman decisiones que afectan a la ciudadanía. La credibilidad del periodismo radica en cultivar espacios de autonomía para informar algo que alguien con poder no quiere que se sepa.
Otra cuestión sensible es el financiamiento del "periodismo militante". ¿Quién paga por la producción cotidiana de noticia, información y opinión? Veamos las opciones. La opción del viejo periodismo partidario, en vías de extinción en el mundo, fue ser financiado por las grandes maquinarias políticas y los afiliados a los partidos. En la Argentina, con partidos en crisis perpetua y con crónicas dificultades financieras, esa posibilidad no parece viable. ¿Dinero de los lectores? Difícilmente sea posible. La última década de acceso gratuito a sitios informativos en Internet confirma que el público lector rara vez está dispuesto a pagar, aun cuando lee religiosamente y depende de ciertos medios para su dieta cotidiana de noticias. Somos un gran universo ávido de noticias, pero sin interés de pagar por el costo de producción, ni siquiera una contribución monetaria mínima. Otra posibilidad, actualmente en discusión en los Estados Unidos y algunas democracias europeas, es la filantropía como sustento del periodismo. Por el momento, esto no parece factible en nuestro país.
Las posibilidades restantes son las clásicas que han sustentado económicamente a la prensa en América latina: publicidad, fortunas personales y dineros públicos manejados por el oficialismo. Si es la publicidad, ¿cómo se condicen los intereses mercantiles con la militancia política? ¿La publicidad militante? ¿El capitalismo partidario? Si son las fortunas personales, es factible imaginar que los intereses individuales de los magnates no siempre coincidan con la mística e ideología militante. Y las fortunas personales invertidas en la prensa son proclives a los vaivenes económicos y acuerdos políticos puntuales.
Si los fondos públicos son el sustento del periodismo militante, obviamente, esto continúa un problema medular y de larga data de la democracia argentina: el uso discrecional de dinero del Estado para sustentar el periodismo oficialista y no, precisamente, el periodismo que sirve al público. Salvo que se intente, al igual que se hizo con diversa suerte en las democracias europeas (como en los Países Bajos), asignar fondos públicos a las fuerzas partidarias representadas en el Parlamento para que tengan su propio periodismo. Tal tipo de política requiere un consenso amplio entre los principales partidos sumado a una radiodifusión realmente pública, inclusiva y transparente. En un país polarizado y fragmentado en partidos y coaliciones que duran una elección, ésta es una ilusión más que una realidad.
Frente a los problemas, la debilidad o la inviabilidad de estas alternativas de financiamiento, ¿cómo se sostiene económicamente el "periodismo militante"?
Hoy en día, no hay modelo ideal de periodismo. Los ideales de la objetividad, la neutralidad y el abstracto interés público no tienen el lustre del pasado. Pregonados por el periodismo norteamericano y la radiodifusión pública inglesa a principios del siglo pasado, estos ideales ya no dominan el imaginario periodístico. Actualmente, hay múltiples periodismos inspirados por diversos principios. La explosión informativa y las presiones comerciales sobre las grandes empresas de prensa trajeron cambios en la concepción del periodismo e impulsaron la búsqueda de nuevas fórmulas. En las democracias europeas, conviven rezagos de la tradición de prensa ideológica con periodismos interesados por tomar distancia de los partidos. En Estados Unidos, la mesura de los diarios tradicionales se contrapone a la opinión ensordecedora de la televisión de cable. Estas tendencias existen en mundos periodísticos orientados a producir información sensacionalista y liviana, noticias rápidas más que sólidas o relevantes para la democracia, y titulares gritones que capturen la atención de la audiencia.
Dentro de este panorama, ningún periodismo que genera respeto dentro y fuera de las redacciones está embanderado con la militancia a favor de un gobierno o un partido. Esto se debe a la persistente sospecha de que el periodismo militante de un gobierno o montado sobre una plataforma partidaria está dispuesto a tirar la información por la borda en nombre de la lealtad y a ofrecer una visión de cerradura más que una visión amplia de la compleja realidad contemporánea.
El periodismo siempre informa desde un lugar determinado, no desde un utópico Olimpo alejado de la vida política y moral de la ciudadanía. Reconocer esta situación no implica abandonar la idea de que el periodismo debe procurar mantener distancia frente a los gobiernos y ser crítico de los dogmas perpetuados por quienes recitan sus verdades.
Se sacrifican los datos cuando la opinión desinformada domina y se usan anteojeras ideológicas para dar información que confirma previas convicciones. Parafraseando a Hannah Arendt, la libertad de opinión se convierte en farsa cuando se ignoran los hechos en función de la ideología o el poder. Tal situación requiere que el periodismo pugne por tener autonomía, respete los datos, y confronte a los gobiernos y ciudadanos con la información que ocultan, desconocen, o rehúsan saber. Esta debe ser la real militancia del periodismo.
El autor es profesor de Periodismo y Comunicación Política en la George Washington University
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1340778
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