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LEUCO, TIMERMAN, TENEMBAUM, FONTEVECCHIA, CLARIN Y LA DICTADURA - FOTOS VARIAS

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LEUCO

política
Leuco mostró a Timerman con Videla

En Le doy mi palabra, también divulgó cómo el diario La Tarde apoyaba las medidas de la dictadura. Video.
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18.08.2010 | 13:11

En otro tramo de Le doy mi palabra, Alfredo Leuco mostró las portadas del diario La Tarde, fundado y dirigido por Héctor Timerman en plena dictadura, donde se ensalzaban los primeros operativos militares con títulos que reconocían el "golpe al extremismo", "espectacular operativo antiguerrillero" u otros donde elogiaba el rumbo económico: "Abastecimiento: el precio de la carne con notable baja".

Leuco difundió, además, la foto de una reunión de Jacobo y Héctor Timerman con el ex dictadorJorge Rafael Videla cuatro días antes de que se instaurara el gobierno militar: "Supongamos que fue puesto ahí sin su consentimiento, para hacerle un favor al padre, que él no tenía responsabilidad de esto, dice que era militante de la JP... No había espacio para decir " Papá, no me hagas ir a ver a Videla'", preguntó Leuco. La foto había sido difundida por Perfil.com cuando mostró el currículum hipócrita que reparte el Canciller.

"Por esto no vino seguramente Héctor Timerman, sospechaba que iba a poner esto", completó Leuco.




VER: 


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TIMERMAN 

Cancillería - 18 de Agosto
Refutó interpretaciones del periodista Ernesto Tenenbaum
Timerman vincula con Papel Prensa la difusión de una imagen de editores con Videla

Ante la divulgación de una foto suya en 1976, en una reunión de directores de medios con el dictador Jorge Rafael Videla, el canciller Héctor Timerman emitió esta tarde un comunicado, en respuesta a interpretaciones públicas sobre el hecho. Las vincula con un inminente informe sobre Papel Prensa.
A través de un comunicado de prensa suscripto por él mismo, bajo el título "Algo más que una foto", el canciller Héctor Timerman señaló esta tarde que se "avergüenza de haber estado" en una reunión con el dictador Jorge Rafael Videla, poniendo en contexto tal hecho, ante la interpretación pública hecha hoy por el periodista Ernesto Tenembaum.

La nota de Timerman dice textualmente:

"Desde ayer ha comenzado a circular una foto tomada pocos días después del golpe de 1976, donde aparezco en un encuentro con el dictador Jorge Rafael Videla. No es la primera vez que se publica, pero esta vez es diferente. Y por eso es que deseo contar algunos detalles que no muestra la foto y
ocultan sus propagadores.

Hoy, el periodista empleado del grupo Clarín, Ernesto Tenembaum, comentó que había que entender el momento en que se vivía y no era correcto juzgar. Lo que trata de hacer Tenembaum es obvio. A días de que se conozca el informe "Papel prensa: la verdad" abre el paraguas de la impunidad para sus empleadores. Un periodista hubiese investigado el significado de esa foto. Un lobbysta la usa para sus fines.

De quienes aparecemos en la foto porque fuimos convocados (no invitados), dos personas fueron secuestradas por la dictadura (Héctor Ricardo García  y Jacobo Timerman); Rafael Perrota permanece desaparecido y yo fui obligado a exiliarme. Mientras tanto, otros participantes, como Bartolomé Mitre (La Nación), Ernestina Herrera de Noble (Clarín) y Patricio Peralta Ramos (La Razón) comenzaron su alianza con la dictadura que en poco tiempo, con secuestros y asesinatos, abrió el camino para que estas tres empresas se apropien de Papel Prensa.

Me avergüenza haber estado en esa reunión pero el destino no me une a los apropiadores de Papel Prensa como pretenden instalar los empleados y acólitos de Clarín y La Nación; por el contrario, fui víctima junto a
miles de argentinos de no haber aceptado la dictadura y las violaciones a los derechos humanos.

Hoy, hay periodistas que pretenden con una foto evitar hablar de los ilícitos y probables violaciones a los derechos humanos que aún niegan sus empleadores. Por suerte, en breve se conocerá la verdad. Una verdad que es mucho más cruel que una foto vergonzosa".




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VER

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 EN CLARIN

Timerman, “avergonzado” de una foto con el dictador Videla
19/08/10 Lo dijo tras la difusión de imágenes de cuando dirigía el procesista “La Tarde”.




El canciller Héctor Timerman se manifestó ayer avergonzado ante la difusión de una foto que lo muestra en la Casa Rosada en abril de 1976 con el dictador Jorge Rafael Videla.
“Me avergüenza haber estado en esa reunión , pero el destino no me une a los apropiadores de Papel Prensa, como pretenden instalar los empleados y acólitos de Clarín y La Nación”, dijo Timerman en un comunicado de prensa difundido por la Cancillería.
Timerman aludió a una convocatoria de Videla a editores de diarios a poco del golpe de marzo de 1976. El ahora canciller participó de ese encuentro como director del diario procesista La Tarde , que apareció en Buenos Aires unas semanas antes del derrocamiento del gobierno constitucional.
“De quienes aparecemos en la foto, dos personas fueron secuestradas por la dictadura, (Héctor Ricardo García y Jacobo Timerman); Rafael Perrota permanece desaparecido y yo fui obligado a exiliarme. Mientras tanto, otros participantes como Bartolomé Mitre (La Nación), Ernestina Herrera de Noble ( Clarín ) y Patricio Peralta Ramos (La Razón) comenzaron su alianza con la dictadura que en poco tiempo con secuestros y asesinatos abrió el camino para que estas tres empresas se apropien de Papel Prensa”.
La reacción de Timerman se produjo al día siguiente de que el periodista Alfredo Leuco mostró en su programa la foto con Videla y portadas del diario La Tarde que apoyaban la dictadura militar.
Timerman había rechazado horas antes participar de un debate al que se había comprometido con Leuco por considerar que la producción no había cumplido con “lo pactado”.
Lo cierto es que en su programa, Leuco decidió ir adelante sin Timerman con una serie de imágenes de archivo que mostraban las portadas de La Tarde, que fundó y dirigió el hoy canciller, y en el que se ensalzaban los primeros operativos de represión militares.
“Golpe al extremismo” y “Espectacular operativo antiguerrillero”, son algunos de los títulos de La Tarde, un diario que elogiaba también el rumbo económico con titulares, el mismo día del golpe de Estado de marzo de 1976, como “Abastecimiento: el precio de la carne con notable baja”.
Y lo más fuerte, Leuco difundió la foto de la reunión con Videla.
“Supongamos que fue puesto ahí sin su consentimiento, para hacerle un favor al padre, que él no tenía responsabilidad de esto, dice que era militante de la JP ... ¿No había espacio para decir “ Papá, no me hagas ir a ver a Videla’ ”?, preguntó Leuco. “Increíble, vergonzoso, repugnante”, apuntó.
Timerman y Leuco se habían cruzado duramente a finales de julio. Fue cuando el canciller, al escuchar las críticas radiales de Leuco por su cybermanía, acusó por Twitter al periodista de pedirle pauta publicitaria para apoyar a Kirchner.


Sin debate

Héctor Timerman desistió el martes de debatir con Alfredo Leuco. El canciller se había comprometido en público a asistir al programa de cable del periodista. Se esperaba que discutieran sobre una denuncia que Timerman lanzó en Twitter: que Leuco le pidió en una ocasión pauta publicitaria a cambio de apoyo a Néstor Kirchner.


Una foto

En su programa de cable, Leuco mostró facsímiles de portadas del diario procesista La Tarde, que apareció en Buenos Aires días antes del golpe de 1976 y que dirigía el entonces joven Héctor Timerman. Sobre el final, mostró una foto en la que Timerman y su padre, Jacobo, aparecen junto a Jorge Videla en la Casa Rosada en abril de ese año.


San Luis, con su ley de medios

El senado de San Luis dio media sanción ayer al proyecto para que la provincia siente su jurisdicción sobre todas “las materias relativas a los servicios de difusión que comprenden: Radiodifusión, Televisión abierta y por cable, Escritos y cualquier otro que se realice dentro de sus límites territoriales”.

El primer artículo de la norma señala que “ninguna ley ni autoridad puede restringir la libre expresión y difusión de la misma” y en el tercero afirma que “todos los ciudadanos tienen derecho a la información veraz y a escoger libremente los servicios que quieran recibir, sin que los intereses privados y los poderes públicos puedan interferir ni sustituir sus decisiones”.

San Luis hizo una presentación ante la Corte Suprema en la cuál solicita que se declare la inconstitucionalidad de la Ley de Medios Audiovisuales.
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Pasión por brindar con los dictadores: el camino de Clarín hacia Papel Prensa

Sur
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Politica
Pasión por brindar con los dictadores

21 de septiembre de 1972. Ernestina Herrera de Noble inauguró, con el dictador Alejandro Agustín Lanusse, la rotativa Hoe.
09-05-2010 / Ernestina Herrera de Noble celebró con Lanusse y con Videla para llegar a Papel Prensa.
Por Eduardo Anguita
eanguita@miradasalsur.com

Las fotos que ilustran este artículo resultan impactantes. Ninguna está trucada y resultan curiosamente gemelas. Ernestina Herrera de Noble brindó con el dictador Alejandro Lanusse el 21 de septiembre de 1972. Pasados seis años y seis días, el 27 de septiembre de 1978, la directora y accionista principal de Clarín brindaba con el dictador Jorge Videla. En ambos casos, ella tenía peinados de peluquería y los dictadores vestían traje oscuro y corbata. Los dictadores sonreían, en ambos casos, mirando a los ojos claros de la viuda de Noble. En ambos casos compartieron champagne en copas apaisadas. Lo trascendente no es la escenografía sino los intereses en juego. Recién ahora, después de 26 años de democracia empieza a tomar envergadura el concepto de que la Argentina vivió sucesivas dictaduras cívico-militares y que los intereses de los grupos empresariales argentinos fueron impulsores y socios de los períodos en los cuales se violó la Constitución y se practicó la matanza de luchadores populares o la represión indiscriminada.

Primer brindis. La foto con Lanusse ocurría pasados 29 días de los fusilamientos de Trelew, donde 16 jóvenes eran matados en una prisión militar con autorización del jefe del Estado Mayor Conjunto, contraalmirante Hermes Quijada, quien reportaba directamente a Lanusse. Esa foto del dictador con los editores de diarios era imprescindible para lavarle la cara a la ferocidad militar. Pero no era gratis el embellecimiento de la dictadura. Ese 21 de septiembre no sólo inauguraba la primavera del ’72 sino que fue el día en que Lanusse oprimía el botón de arranque de la rotativa Hoe de Clarín. A la vista de militares y editores, Clarín imprimió un suplemento de 16 páginas que llevaba como único título “Papel argentino para los diarios argentinos”. En realidad se trataba del primer intento serio de poner en marcha Papel Prensa S.A. El papel no era argentino sino finlandés, pero gestionado por esa sociedad que tantas veces amenazaba con salir a luz y tantas otras se frustraba.

Lanusse, que tenía como gran operador de temas periodísticos a su vocero, Edgardo Sajón, lograba tener muy buena prensa gracias a haber conformado a tres grupos empresariales que querían quedarse con el gran negocio de hacer papel de diarios en Argentina. Para eso, el dictador había arreglado que habría una empresa mixta. Algo muy similar a lo que había hecho con el aluminio al impulsar Aluar, donde el Estado se asociaba al grupo Madanes. Las acciones de Papel Prensa quedarían en un 49% para el Estado y el resto debían repartirse entre los empresarios. En mayo del ’72 se conformaba el primer directorio de Papel Prensa donde quedaban tres directores privados. César Cívita, de Editorial Abril, y su ex socio en negocios financieros, César Doretti, casado con la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, amigo del ministro de Bienestar Social de entonces, el capitán de Fragata retirado Francisco Manrique y también del poderoso banquero David Graiver. El tercero era Luis Alberto Rey, quien también tenía vínculos con Graiver.
Aquel suplemento se editaba en la planta de Clarín porque ese diario aspiraba jugar un papel fundamental en ese proyecto. Las ideas desarrollistas del grupo eran el fruto de haber obtenido beneficios de negocios con el Estado. Clarín había jugado un papel de ayuda al gobierno de Arturo Frondizi, quien le había dado generosos créditos del Banco Nación y del Banco Nacional de Desarrollo a su amigo y colaborador Rogelio Frigerio que la empresa de Roberto Noble se ocupó de licuar y pagar con moneda depreciada. En 1972, si Clarín lograba integrar la empresa que fabricara papel argentino haría la “integración vertical” que recomiendan los manuales. Eso sí, Civita era celoso de las ambiciones del grupo presidido por la viuda de Noble. Cuentan protagonistas de entonces que los mismos Lanusse y Sajón terciaron para que esa prueba se hiciera en Clarín. En rigor, se trató de una operación de prensa de Lanusse, acosado por la lucha antidictatorial recrudecida a partir de los crímenes de Trelew. Y Clarín fue elegido por el gran vínculo que unía al dictador con los directivos del diario. Un vínculo que se tallaba con los títulos de tapa. Basta repasar la hemeroteca. El miércoles 23 de agosto, a horas de la masacre, el título principal de tapa de Clarín fue “Son 15 los guerrilleros muertos en la base aeronaval de Trelew”. La bajada es más escandalosamente pro-dictatorial: “El anuncio oficial agrega que hay cuatro heridos y que todos intentaban una fuga. Se trata de los 19 que habían huido el martes 15 de la cárcel de Rawson”. El segundo título es directamente el boletín oficial de Lanusse: “Penan la difusión de comunicados atribuidos a grupos subversivos”.

En páginas interiores tampoco hubo errores en la ortodoxia lanussista.

Título: “Son 15 los guerrilleros abatidos en la base aeronaval de Trelew; otros cuatro están heridos”. Bajada: “De acuerdo a lo informado, los 19 detenidos intentaron fugarse tomando como rehén a un oficial de la Marina”. Primer párrafo: “Con profundo estupor el país supo ayer de un sangriento episodio ocurrido en el interior de la Base Aeronaval de Trelew en el que resultaron muertos 15 de los guerrilleros allí alojados desde el intento de fuga masiva del penal de Rawson, en tanto que los cuatro restantes resultaron con graves heridas. El doloroso suceso, conocido con escasos detalles a través de un comunicado oficial, tuvo origen en un intento de fuga ocurrido en las primeras horas de la madrugada. Según se desprende de la versión hecha pública, los detenidos tomaron a un oficial de la Marina como rehén, y a partir de allí, entró en funcionamiento el dispositivo de seguridad de la Base, a consecuencia de lo cual algunos de los detenidos resultó indemne”.

Leído a la distancia la versión de Clarín deja sin aliento. No sólo porque ya la Justicia argentina, años después, detuvo a los oficiales Luis Sosa y Roberto Bravo, ejecutores de la matanza, sino también porque silenció a los abogados y familiares de las víctimas. Esa brutal matanza contada con el libreto de los fusiladores resulta el gran ensayo del silencio cómplice de los años de la dictadura de Videla.

Segundo brindis. El 27 de septiembre de 1978, Ernestina Herrera de Noble celebraba con champagne la inauguración de la planta de Papel Prensa en San Pedro. El champagne tenía sabor a sangre y también a revancha. La sangre de los miles de “desaparecidos”, una categoría que jamás se hubiera podido imponer si la prensa hubiera jugado el papel de informar. No podría hablarse aún hoy de “desaparecidos” si los adjudicatarios de Papel Prensa –Clarín, La Nación y La Razón– no hubieran sido el coro de silencio del terrorismo de Estado. Ninguna de las desapariciones fue investigada por el gran diario argentino, que ahora tiene periodistas que se ufanan de ganar premios por sus modernas técnicas de investigación periodística. Pero el sabor a revancha de ese brindis tiene que ver con que aquella foto con Lanusse fue la de un negocio que se le había escapado de las manos a Ernestina Herrera de Noble. Concretamente, la llegada del peronismo al poder puso en el centro de la escena empresarial a José Ber Gelbard y, con él, ascendían otros que se acomodaron con más facilidad que Atlántida o Clarín al nuevo escenario del peronismo. En ese contexto, Luis Rey, director de un Papel Prensa que parecía en extinción, compró casi el 80% de las acciones por cuenta de David Graiver. Clarín quedaba fuera del negocio apenas un año después del brindis con Lanusse. A principio de 1976 Graiver controlaba la totalidad de Papel Prensa. Con apenas 35 años, ese indescifrable banquero moría en un accidente de aviación en México. La historia de la viuda de Graiver, Lidia Papaleo, y los secuestros de la familia en campos clandestinos de detención fue contada ya por Miradas al Sur. En todo caso, esta retrospectiva sirve para entender que los comportamientos de Clarín son el fruto de una ideología y una concepción de cómo hacer periodismo independiente.
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nota en CLARIN SOBRE PAPEL PRENSA
A LA OPINION PUBLICA 

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FOTO 2 - DE MEJOR LECTURA

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CAUSA NOBLE - FELIPE MARCELA- fechas



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PRENSA CANALLA



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JOAQUIN MORALES SOLA

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Politica
El hombre que nunca conoció al general Bussi

No hay
21-02-2010 / Morales Solá llegó a Clarín desde Tucumán en pleno 1976, tras cubrir el Operativo Independencia. Un agasajo íntimo con el genocida.



Su llegada desde Tucumán a la redacción de Clarín en Buenos Aires, y su ascenso en la jerarquía del diario, se produjo en lo peor del espanto: los años más duros de la última dictadura militar. Durante años redactó editoriales en el diario, aunque lo hizo inicialmente sin firma. Mariano Grondona por entonces, a la hora de escribir sus panfletos procesistas en El Cronista, había elegido la vía del seudónimo: Guicciardini, el nombre de un pensador italiano, de la estirpe de Maquiavelo y de la puesta a punto de la idea de la razón de Estado como fuente de toda razón y justicia. Pero incluso cuando se decidió a asentar su firma, la prosa de Morales Solá era en sí misma una representación de la cultura procesista: reprimida, enredada, oscura, opaca, justificadora de lo peor.
Hay quienes sostienen que la venida de Morales Solá a Buenos Aires fue aupada por los deseos del general Domingo Bussi. Hay quienes dicen también que Morales Solá tuvo que ver en la ruptura interna de Clarín con el desarrollismo, con las figuras de esa corriente que aún formaban parte del diario y con la llegada de Leopoldo Galtieri al poder.
Hace algunos años, en una carta de lectores que publicó en la revista Veintitrés, el periodista dijo que nunca habló con Bussi mientras estuvo en Tucumán. Hay una foto (8 de junio de 1976, página 5 de La Gaceta) que parece desmentir esa afirmación. Morales Solá aparece entre un grupo de periodistas agasajados por el entonces general y gobernador. Bussi les agradeció en el Día del Periodista “toda la colaboración que nos vienen brindando” y los exhortó “a que continúen prestando el mismo apoyo”.
¿Nunca habló con Bussi en Tucumán? Desde La Gaceta Morales Solá manejaba la información sobre el Operativo Independencia. El periodista Hernán López Echagüe afirmó hace años en su libro El enigma del general que Morales Solá compartió un asado con Bussi y otros periodistas: Leo Gleizer, René Sallas y Marcos Taire, entre otros. Cada uno recibió de manos del genocida “un pergamino en el que agradecía ‘su colaboración en la lucha contra la subversión’”.
Marcos Taire, también mediante una carta publicada en Veintitrés, corroboró el dato de la siniestra conferencia de prensa seguida de un almuerzo. Y añadió que por lo menos hasta el 23 de abril de 1976 Morales Solá firmaba notas de tapa en La Gaceta. En esa nota de abril el periodista que hoy se destaca en La Nación y TN saludaba la designación de Bussi de este modo: “El general conoce el ámbito local y no ignora las necesidades y las urgencias de la provincia”.
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El texto de la información que acompaña a dicha foto dice lo siguiente:

“Con motivo del día del periodista, el gobernador de Tucumán, general Antonio Domingo Bussi, agasajó ayer a los representantes de todos los medios de prensa de la provincia. Asistieron también ministros y secretarios de Estado”.

Según el artículo el entonces gobernador dijo que “el gobierno de la provincia no quería dejar pasar por alto un día tan significativo para ustedes y tan importante para la provincia, sin invitarlos a este sencillo homenaje, para adherirnos de todo corazón al día que celebran, agradecerles toda la colaboración que nos vienen brindando, exhortarlos a que continúen prestando el mismo apoyo, entendiendo que sólo a través de ustedes y con ustedes podemos hacer llegar a la opinión pública nuestras preocupaciones y tentar la búsqueda de soluciones a los acuciantes problemas que nos preocupan, nos animan y nos impulsan”.


MAS IMAGENES AQUí http://www.diariosobrediarios.com.ar/eldsd/zonadura/2003/noviembre/10-11-2003.htm

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Notas supervisadas por Joaquín Morales Solá

A su vez, el semanario “Miradas al Sur” en su edición del 16 de agosto bajo el título “Los hijos de Ernestina y la Justicia”, con la firma de Rubén Pereyra sostiene: “Cuentan los periodistas que pasaron por la redacción de Clarín en los años 80 que todas las informaciones que tenían que ver con esta temática debían ser supervisadas por Joaquín Morales Solá, en ese entonces uno de los hombres más importantes en la dirección periodística del matutino. 

Precisamente fue Morales Solá quién, en ocasión de la detención de Ernestina Herrera de Noble, el 19 de diciembre del 2002, editorializó en La Nación: “Una noche fría de ese tiempo ingrato, la directora de Clarín, nos sorprendió con el relato de la adopción de sus hijos. Había también lágrimas, muchas lágrimas en sus ojos, pero correspondían a las emociones que despierta la alegría. …. Más de 25 años después, la señora de Noble sigue llorando por esos hijos. Su detención dispara una primera injusticia: una madre no debería ser detenida solo por serlo”. Es llamativo el concepto de justicia del escriba de La Nación.


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Informe especial
Los hijos de Ernestina y la Justicia

16-08-2009 / José Pirillo contará ante el juez lo que dice saber acerca de la apropiación presunta. El ex empresario presentó un escrito ante Bergesio el 3 de julio, en el que afirma que fue Héctor Magnetto (CEO del Grupo Clarín) quien personalmente hizo las gestiones para que el dictador “Videla le consiguiera los chicos”.

Retrato de familia: Ernestina, Marcela y Felipe. Pirillo habla de un acuerdo con Jorge Rafael Videla.
por RUBÉN PEREYRA
Editor de Política de BAE

Esta semana tendrá lugar una audiencia que en cualquier otro país sería tapa de todos los diarios. Acá pasará seguramente inadvertida para el gran público, porque el diario de mayor tirada, uno de los canales de noticias más importantes y un canal de aire líder en audiencia se encargarán de no informarla, o sea, de desinformar.
Este miércoles 19 declarará ante el juez Conrado Bergesio, juez federal de San Isidro, el ex dueño del diario La Razón, José Pirillo, quien hace unos meses recurrió a Abuelas de Plaza de Mayo para decir que tenía información sobre Marcela y Felipe, los hijos de Ernestina Herrera de Noble.
En Abuelas le recomendaron a Pirillo que lo que tuviera que contar lo hiciera en la Justicia. El ex empresario, entonces, presentó un escrito ante Bergesio el 3 de julio, en el que afirma que fue Héctor Magnetto (CEO del Grupo Clarín) quien personalmente hizo las gestiones para que el dictador “Videla le consiguiera los chicos”.
Cabe recordar que tanto Pirillo (La Razón) como Magnetto (Clarín) integraban junto con La Nación y el Estado el directorio de Papel Prensa. Fue en el año ’85 que Magnetto le pidió a Pirillo que bajara el tono de los artículos periodísticos que en La Razón hablaban de derechos humanos, desaparecidos e hijos apropiados. Y fue en esa ocasión que le habría manifestado que él personalmente hizo las gestiones ante la dictadura para que dos chicos apropiados fueran a parar y a crecer en la casa de una de las personas más influyentes del país.
Cuentan los periodistas que pasaron por la redacción de Clarín en los años ’80 que todas las informaciones que tenían que ver con esa temática eran supervisadas especialmente por Joaquín Morales Solá, en ese entonces uno de los hombres más importantes en la dirección periodística del matutino.
Precisamente fue Morales Solá quien, en ocasión de la detención de Ernestina Herrera de Noble, el 19 de diciembre de 2002, editorializó en La Nación: “Una noche fría de ese tiempo ingrato, la directora de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, nos sorprendió con el relato de la adopción de sus hijos. Había también lágrimas, muchas lágrimas, en sus ojos, pero correspondían a las emociones que despierta la alegría. (…) Más de 25 años después, la señora de Noble sigue llorando por esos hijos. Su detención dispara una primera injusticia: una madre no debería ser detenida sólo por serlo”. Hay lealtades que no cambian. Alcanza con estar, siempre, contra la verdad.
La historia de la adopción que cuenta Morales Solá es, en realidad, una historia cargada de inexactitudes que bien relata el periodista Pablo Llonto en su libro La Noble Ernestina. Partidas adulteradas, fechas cambiadas, números que no concuerdan, toda una serie de inexactitudes que llevaron a Marquevich a procesar a la viuda de Noble por falsificación de la adopción de sus hijos Marcela y Felipe. Llonto es, además, el abogado que representa a la familia Lanuscou-Miranda, que sospecha que Marcela puede ser, en realidad, hija de militantes montoneros muertos por el Ejército en un operativo que la prensa de la época informó así: “Mueren cinco subversivos en un operativo antisubversivo”. Los “cinco subversivos” eran Lanuscou, Miranda y sus tres hijos de 6 y 4 años, y seis meses. La menor era Matilde. Se sospecha que ella podría ser Marcela.
Lo que cuenta Ernestina Herrera respecto de la adopción es la siguiente: se encontró a la nena en el jardín de su casa, se la quedó, siete días después fue al juzgado a decir que quería adoptarla. Justo en el juzgado había otra madre que quería dar en adopción a su bebé porque no podía mantenerlo. La historia es tan inverosímil como las pruebas que aportó para probarlo: un jardinero que habría visto la caja en que estaba la nena que resultó ser chofer del diario y una madre cuya identidad no pudo probarse (se recuerda que el trámite se hizo en la Justicia) y de quien se aporta un DNI que en realidad pertenece a un hombre.
Tras el fallo de la Corte Suprema conocido esta semana, la justicia podría ordenar allanamientos que, sin llegar a la extracción compulsiva de sangre, puedan identificar el ADN, como cabellos y cepillos de dientes. Bergesio podría ordenar estos allanamientos en el hogar de la Noble. Claro que exponiéndose al ataque furibundo del multimedios. Lo que se busca desde Abuelas de Plaza de Mayo es que se haga la extracción de sangre y se coteje con el banco de datos genéticos, no sólo con las de las dos familias que hoy sospechan que Marcela y Felipe podrían ser hijos de desaparecidos como pretende la viuda de Noble. Pero antes de todo eso, Bergesio deberá tomar declaración a Pirillo. Y hasta podría ordenar, como pide Abuelas de Plaza de Mayo, un careo entre Magnetto y Pirillo, cuyo resultado podría complicar al CEO de Clarín, que ya declaró en la Justicia que no sabía nada del tema. Pirillo tampoco quiere complicaciones y dice que ahora cuenta su verdad por una simple razón: “No quiero terminar como Julio López”.
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Papel Prensa  y las torturas a Lidia Papaleo



“Una verdad que estuvo oculta 27 años”

Publicado el 6 de Agosto de 2010

Por Cyntya Ottaviano Editora de Investigaciones. Juan Alonso Editor de Policiales.

Primero se lo advirtieron: “Vendé Papel Prensa porque te costará la vida.” Después se lo aseguraron: “Firme o le costará la vida de su hija y la suya.”
Lidia Papaleo y su familia supieron que no había alternativas. El primero en advertirle la cercanía del abismo fue un hombre de negocios mexicano, Gabriel Alarcón, el segundo fue otro hombre de negocios, esta vez argentino, Héctor Magnetto, el actual CEO del Grupo Clarín, que según ella, la amenazó en Buenos Aires.
La viuda de David Graiver pudo contar su verdad 27 años después. Lo hizo frente al “temible” secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. El actual gobierno dará a conocer su verdad en pocos días. Tiempo Argentino lo hizo desde el domingo 6 de junio, en una saga de cinco notas, después de una investigación periodística que llevó tres meses, en la que consultó archivos públicos y privados, nacionales y extranjeros, y entrevistó a más de 20 personas. ¿La conclusión? La alianza de las tres fuerzas, lideradas por Jorge Rafael Videla, Eduardo Emilio Massera y Orlando Ramón Agosti, y los tres diarios: Clarín, La Nación y La Razón, que hostigaron, humillaron, cercaron y torturaron a Lidia, a sus familiares y a su entorno para comprar Papel Prensa a precio vil. Para consolidar sobre columnas de sangre y mentiras un monopolio que todavía hoy está en pie. Por la misma razón por la que nos ocultaron 30 mil desaparecidos. Por el que asfixiaron miles de voces periodísticas de todo el país. Por el que todavía hoy nos cuesta llegar a la verdad. A la verdad necesaria como la democracia que queremos respirar. A la libertad de prensa que algunos reclaman, pero no quieren dar. Hubo crímenes de lesa humanidad: Lidia fue torturada, quemada en sus genitales, abdomen y pechos. Golpeada hasta provocarle un tumor cerebral. Aun así, en su declaración fue contundente: “Prefiero ver los ojos y la cara de mis torturadores, antes que ver los ojos de Magnetto en el momento en que me amenazaba para que firmara.” ¿Quién se atreve a contradecirla?


EL APOYO DE FONTEVECCHIA A MAGNETTO Y LA VOZ DE MORENO EN PAPEL PRENSA - Aug 15

VER
 








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FONTEVECCHIA

columnistas
“Somos boludos”
En respuesta a la contratapa del domingo pasado titulada Estamos ganando, el programa 6, 7, 8 de Canal 7 dedicó una significativa cantidad de tiempo en difundir un texto a favor de la dictadura publicado por la revista La Semana que –según el programa– había escrito yo en 1978.



Por Jorge Fontevecchia | 25.04.2010 | 00:34


El programa 6, 7, 8 leyó un texto que defendía a la dictadura, mostrando otro con firma de Fontevecchia. Le asignó al director de PERFIL lo que no escribió.

En respuesta a la contratapa del domingo pasado titulada Estamos ganando, el programa 6, 7, 8 de Canal 7 dedicó una significativa cantidad de tiempo en difundir un texto a favor de la dictadura publicado por la revista La Semana que –según el programa– había escrito yo en 1978. Mientras el locutor lo leía, la cámara paneaba sobre el texto que llevaba montado una foto mía actual (en 1978 tenía 22 años) más mi nombre tomado del staff, donde se leía “director” y el logo de la revista. Aparecía la cara de Rafael Bielsa pequeña al costado porque justo ese día estaba en el estudio como invitado.

El paneo del texto fue de arriba hacia abajo y siguió con la reproducción de otro texto donde sí estaba la firma “Jorge Fontevecchia” (el recuadrado amarillo sobre el nombre es del programa), pero no se aclaró que ése era otro texto, ni que lo que se leía y se mostraba no eran el mismo texto. Y cerró mostrando el final del texto original.

Yo no escribí lo que 6, 7, 8 me asigna, que era una carta que hacía de contrapunto a otra carta, ambas enfrentadas en la misma doble página, donde en una se denunciaba la existencia de miles de desaparecidos y en la otra –la leída en en la TV Pública–, se la contradecía. Tampoco se aclaró que sólo cinco meses después, yo mismo fui un desaparecido más y estuve detenido en El Olimpo. Ni se mencionó que la revista La Semana fue la publicación más castigada durante la dictadura militar, con seis ediciones cuyos ejemplares fueron retirados de los kioscos por la Policía, la única en ser clausurada y que cinco meses después, atravesó la orden de detención de su director –quien suscribe– por el Poder Ejecutivo.

No existe otro caso de mayor confrontación periodística con la dictadura: ¿el empeño por destacar lo opuesto busca empañar esa trayectoria? En tal caso, los autores intelectuales no serían los responsables de 6, 7, 8 sino el propio Néstor Kirchner o alguna perenne mano derecha suya, porque ya en 2006, cuando el diario PERFIL y la revista Noticias criticaban casi en soledad al Gobierno, cuatro veces se empapelaron las calles con carteles de la tapa de la revista 7 Días (otro medio financiado por el oficialismo), desde donde se me acusaba de no haber estado desaparecido ni detenido en El Olimpo.

Hubo que publicar el número de registro en la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) y el hábeas corpus presentado ante el juzgado para que aquellos ataques cesaran. Ahora analizo seguir el ejemplo de Magdalena –a quien increíblemente también acusan de colaboracionismo con la dictadura– y hacer un juicio.

El mismo día que la TV Pública me asignó ese texto que no escribí, informaba sobre la condena a 25 años de prisión efectiva de Reynaldo Bignone, el último presidente de facto. Compartí la alegría que 6, 7, 8 exhibió por el fallo contra ese general porque fue él quien firmó el decreto en el que se me condenó por “traición a la patria” y derivó en mi exilio. “¡Qué paradoja!”, pensaba cuando veía ambas informaciones juntas. Recordé cuando Alfonsín vino a la redacción a recomendarme no publicar la nota que motivó el decreto de Bignone y no le hice caso: fue la primera tapa sobre Astiz en Argentina. Alfonsín rememoró en el último reportaje que le realicé que aquella vez dijo: “Hijo, lo van a matar y lo precisamos vivo para la democracia”.

“Tremendos boludos”. Me gusta la canción de 6, 7, 8, que dice: “Que somos boludos, somos boludos, le creemos a Cristina y está mal. Somos boludos...somos boludos, apoyamos lo que hace un fiscal, cuando mete preso a un viejo torturador y lo hace para que a Cristina le vaya mejor. Somos boludos, somos boludos, los derechos humanos son un bluff, los meten presos a los genocidas pero sin convicción, hacen justicia para tener cada vez más Louis Vuitton. Somos boludos, tremendos boludos; boludos que se dejan engañar. Es un buen negocio pelearse con una oscura corporación, para tener controlados a los boludos como vos y yo”.

Parafraseándola: “Videla era boludo; Galtieri, boludo y Bignone, boludo también; eran presidentes y castigaban a una revista que los defendía vehementemente. Eran boludos, muy boludos, que secuestraban, encarcelaban y mandaban al exilio a su periodista, para que treinta años después pudiera decir que no era procesista. Eran boludos, tremendos boludos, milicos boludos que se dejaban engañar”.






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SOMOS
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Diario Clarín

Editorial
Año XXXI - Edición N° 10.803 / Jueves 1° de Abril de 1976
Directora: Ernestina Herrera de Noble

El Mensaje Presidencial

Aunque resultara innecesario justificar las motivaciones de la acción militar del 24 de Marzo -porque nada fue más evidente que la incapacidad del anterior gobierno para modificar el rumbo que nos conducía a todos al desastre- ha sido oportuno que el país escuchara las explicaciones de su nuevo presidente. Ellas ratificaron el hecho conocido de que las Fuerzas Armadas no han interrumpido el proceso que se venía desarrollando, sino cuando tuvieron el convencimiento de que se hallaban agotados todos los recursos susceptibles de operar la indispensable rectificación.

No es éste, sin embargo, el aspecto de la alocución del teniente general Videla que interesa aquí analizar. Desde estas mismas columnas y en repetidas oportunidades nos hemos referido a las modalidades de la crisis que afecta a todos los sectores del país. Mucho más que la descripción del estado de cosas heredado importa pues destacar las orientaciones contenidas en el mensaje presidencial, destinadas a superar todas las circunstancias negativas de aquel gravoso legado.

El esfuerzo del nuevo gobierno estará centrado en operar la reorganización nacional. Uno de sus principales campos de acción será la reconstrucción del Estado, cuyo ordenamiento permitirá dotar al país "del instrumento capaz de impulsar una profunda tarea de transformación". En primer lugar, le tocará a él ejercer el monopolio de la fuerza y cumplir las funciones vinculadas con la seguridad interior. Demás está decir que esa fuerza será empleada sin vacilaciones en el combate frontal contra la delincuencia subversiva en cualquiera de sus manifestaciones.

Corresponde también al Estado, de acuerdo con la sobria y precisa exposición presidencial, fijar las normas que impulsarán y enriquecerán la cultura, que estará abierta al aporte de las grandes corrientes del pensamiento, pero mantendrá siempre fidelidad a nuestras tradiciones y a la concepción cristiana del mundo y del hombre.

La palabra oficial adquirió un notable valor definitorio al referirse al papel del Estado en el campo de la economía. "Durante muchos años -dijo el teniente general Videla- la pretendida defensa de la gestión estatal retuvo para el monopolio público grandes proyectos indispensables para el desarrollo nacional y el bienestar de la población que nunca se vieron realizados". Y al señalar los factores que frenaron el crecimiento -falencias en los sectores críticos de la economía y dependencia externa para el abastecimiento de materias primas indispensables- afirmó que en lo sucesivo la acción de gobierno perseguirá la solución pragmática de los grandes problemas económicos. Anunció de ese modo que, manteniendo el control del Estado sobre áreas vitales de la seguridad y el desarrollo, se brindará a la iniciativa privada y a los capitales nacionales y extranjeros "para que participen con su máximo potencial y fuerza creativa en la explotación racional de los recursos".

Acertado diagnóstico y clara definición destinada a terminar con las mistificaciones de un nacionalismo declamativo y empeñado en utilizar los aspectos emotivos o formales de lo nacional para trabar las acciones que efectivamente fortalecen la soberanía. Un ejemplo claro de ello fueron las sucesivas "argentinizaciones" que dejaron al país -entre otras cosas- sin combustibles y sin teléfonos.

La palabra presidencial, sin buscar aplausos anticipados, ha fijado un rumbo apto para la solución de los problemas nacionales. Y como el mismo Presidente lo expresa, el acierto de las decisiones del gobierno será en definitiva el que suscitará la adhesión de la gran mayoría de los argentinos.


La Nación

Fundada por Bartolomé Mitre el 4 de Enero de 1870
"LA NACION será una tribuna de doctrina" (Núm.1, Año 1)

"EL GOLPE DEL 24 DE MARZO DE 1976"

En la madrugada de ayer concluyó el desmoronamiento de un gobierno cuya única fortaleza consistía, en los últimos seis meses, en el empeño que para sostenerlo pusieron quienes no compartían sus propósitos. Nunca hubo en la Argentina un gobierno más sostenido por sus opositores. Tal paradoja se produjo porque donde las autoridades ahora sustituidas sólo vieron el botín de un vencedor electoral, la totalidad deI país vio la posibilidad de una consolidación institucional. Ayer, también, se clausuró un proceso político que, como tal, se abrió en 1971, y no es menos evidente que se ha cerrado una época signada a lo largo de casi tres décadas por la presencia activa de Perón, primero, y después por los hechos y situaciones que tuvieron una relación de causalidad inmediata con la presidencia por él dejada vacante.

Este final inexorable había sido presentido por vastos sectores de la opinión pública. En las últimas semanas tal presentimiento era una convicción reafirmada a diario por síntomas de la más diversa naturaleza.

Hubo, ciertamente, insensibilidad y obcecación en quien asumió en 1974 la presidencia de la República, así como la hubo en el grupo que guió sus pasos con desprecio del renunciamiento que en su momento pudo haber salvado el proceso hacia la unánimemente deseada consolidación institucional. Eran tan hondos los deseos de alcanzar ese objetivo, que la Nación entera pudo haber absorbido aquella carga negativa de la insensibilidad y la obcecación, si no fuera porque ella se acrecentó con un intolerable lastre de corrupción, despilfarro, incompetencia e inseguridad colectiva a través de un '"contraproceso institucional" que incluye a todo el gobierno peronista a partir de mayo de 1973.

Cada vez más, el gobierno justicialista se abandonó a sus propias obsesiones. La más absurda de éstas fue la conversión de la República en una suerte de monarquía en la cual la viuda de un caudillo pretendió que el poder fuese un bien casi computable en el juicio sucesorio. Esta ambición femenina, propia de la reyecía del siglo XVIII, fue alentada por un "pequeño grupo de amigos" puestos actuar como un núcleo empresario de las emociones populares atribuidas aI eco del apellido convocante. Así sobrevinieron las reyertas intestinas entre la depositaria del nombre y los que pretendían ser beneficiarios de una nebulosa herencia política. Primero se fragmentó el Frente oficialista en el cual el peronismo apadrinó a aliados de poco vigor numérico. Luego se escindió el peronismo. Más tarde se produjo un cisma parlamentario que privó al gobierno de su mayoría en la Cámara joven, no obstante 1'o cual el Parlamento diluyó sus propias posibilidades creativas. En último término el sector gremial - única, franja donde subsistía un vestigio de organización - cayó en la ficción que desconectó a los dirigentes de la realidad popular. De tal modo, sólo quedó la fachada del edificio gubernamental. Es lo que acaba de caer. Nada de lo que rodeaba al gobierno conservó poder de convocatoria como para que un cierto calor de pueblo

Pero al sector gremial le cabe una gran responsabilidad. El fue el creador del principio de la "verticalidad" a ultranza. Suponía que a través de la verticalidad iba a deslizarse suavemente hasta las manos de los discutidos jefes sindicales la llave de las decisiones principales. Mientras especulaban con el "paso atrás" que aguardaban de la entonces titular del Poder Ejecutivo, se sucedían los cambios de ministerios, se destruía el aparato productivo de la República, la indisciplina social crecía como una maleza parásita y la crisis económica asumía caracteres catastróficos.

La crisis ha culminado. No hay sorpresa en la Nación ante la caída de un gobierno que estaba muerto mucho antes de su eliminación por vía de un cambio como el que se ha operado. En lugar de aquella sorpresa hay una enorme expectación. Todos sabemos que se necesitan planes sólidos para facilitar la rehabilitación material y moral de una comunidad herida por demasiados fracasos y dominada por un escepticismo contaminante. Precisamente por la magnitud de la tarea por emprender, la primera condición es que se afiance en las Fuerzas Armadas la cohesión con la cual han actuado hasta aquí. Hay un país que tiene valiosas reservas de confianza, pero también hay un terrorismo que acecha.


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"Le pedí a Videla por tres amigos desaparecidos y me sacó cagando"

Alberto Tarantini, integrante de la Selección campeona del ’78, contó su diálogo con el ex dictador y defendió la legitimidad del título.

Alberto Tarantini, integrante de la Selección argentina que se consagró campeona del mundo en 1978, abrió un nuevo horizonte con relación al hermético silencio que los jugadores de aquel equipo sostuvieron durante más de 27 años con respecto a la situación política del país, gobernado por la dictadura militar que encabezaba Jorge Rafael Videla. El ex defensor de River y de Boca, entre otros equipos, sostuvo ayer que le pidió en una oportunidad al ex dictador por tres amigos desaparecidos y que éste dio por única respuesta un "yo no me ocupo de esas cosas".
No faltaron en todos estos años, desde la obtención del Mundial disputado en Argentina, intentos para que los integrantes del plantel que dirigía César Luis Menotti vincularan el hecho deportivo con el contexto político social en el que éste se desarrolló. La respuesta común fue casi siempre la misma: "Nosotros nos dedicamos a jugar". Pero Tarantini dio ayer un paso adelante, al sostener que en ocasión de una entrega de premios, que consistía en un almuerzo con el entonces comandante en jefe del Ejército, se le acercó al dictador y le pidió por tres amigos desaparecidos.
"Le pedí a (Jorge Rafael) Videla por tres amigos. Y me sacó cagando (sic)", comentó el ex futbolista en una entrevista radial. "Estábamos en una fiesta que organizaba el diario Clarín, junto a otros deportistas y entonces vi que estaba Videla. ¿Por qué no preguntarle?, me dije. Y entonces fui, le pregunté y me contestó ‘yo no me ocupo de esas cosas’", confió Tarantini. "Yo no sabía de las atrocidades que estaba cometiendo la junta militar. Los argentinos sabíamos que había desaparecidos, pero mirábamos para otro lado", prosiguió el defensor. Luego aclaró que sus amigos no pertenecían al ambiente del fútbol y que, con apenas 20 años, fueron secuestrados en "un boliche, entraron (las fuerzas militares) y se llevaron a varios; entre ellos, mis amigos. Y nunca aparecieron".
Con respecto a si la dictadura tuvo o no intervención en la obtención del campeonato del mundo –sospecha que fue alimentada tras el entonces "milagroso" 6-0 ante Perú, Tarantini anotó uno de los goles, que le permitió al equipo nacional acceder a la final del torneo, en la que consiguió el título, el primero de su historia, luego de vencer a Holanda por 3-1, con dos goles de Kempes y uno de Bertoni–, Tarantini desechó cualquier conjetura y defendió el nivel de la Selección. "Ninguno de esos delincuentes (por la junta militar) entró a la cancha. La gente nos alentó y éramos nosotros los que estábamos dentro del campo. El campeonato del mundo se ganó con legitimidad. Ese título fue como unas vacaciones para los argentinos", comentó.
Las palabras de Tarantini se suman a las de Jorge Carrascosa, ex jugador de Huracán que renunció a participar de aquel mundial, quien si bien nunca se animó a explicitar sus razones dejó entrever que su decisión tenía relación con lo que sucedía en el país.

Página 12, septiembre 2005
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ACTUALIZADO: 22092010



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Claves para entender la polémica entre timerman y leuco
Lo que dice y calla una foto





Publicado el 22 de Agosto de 2010
Por Gustavo Cirelli
Editor ejecutivo

Una imagen de 1976 provocó un nuevo enfrentamiento entre el Estado y los sectores que ven amenazados sus intereses corporativos. Los elogios de Van der Kooy al dictador Videla.


El relato de época es una construcción política. Se elabora, en gran medida, desde los medios de comunicación. No es una polaroid estática sino una continuidad. Ahí, en esa elaboración, se vislumbra la esencia misma del poder, su dinámica, su puja de intereses. Para quienes ejercen el oficio de periodistas discutir ese dispositivo que impone, resalta o invisibiliza los “hechos” de la realidad debe ser tan vital como el aire. Más aun en nuestros días.
El debate sobre la función social del periodismo excede los límites de ciertos claustros académicos o de las redacciones mismas: el ejercicio profesional es interpelado desde la sociedad en sus distintos ámbitos. Y es así, en ese contexto, que el recorte antojadizo de la realidad queda al desnudo.
Por estos días, como nunca, se está desandando un camino que se intentó sepultar durante más tres décadas: la complicidad civil con el terrorismo de Estado. Una marca indeleble y atroz. Por ejemplo: la discusión sobre el ingreso a Papel Prensa de los accionistas privados Clarín y La Nación, una empresa que le fue arrebatada a la familia Graiver en las catacumbas de la tortura, no es una instantánea del pasado. Sucede hoy. Es parte de esa continuidad del relato que impone (u oculta) el poder. Y que, desde el propio poder real, pretende presentar el conflicto como una abstracción de intereses enfrentados –Clarín y el kirchnerismo, por caso–, del que la sociedad es simple espectadora. No lo es. Lo anecdótico no tiene que sepultar la verdad. Esa es una clave de la función que tiene el periodismo.
La administración Kirchner pasará a la historia o no, el tiempo lo definirá. Pero eso es accesorio. Lo mismo sucederá con Clarín.
Hoy la discusión es otra. Y en ese marco, en que la verdad es tan necesaria, se inscribe también el derecho a la identidad. De ahí que el real origen de Felipe y Marcela Noble Herrera –las sospechas de que podrían ser jóvenes apropiados y sus padres, víctimas de crímenes de lesa humanidad, más el presunto delito de complicidad por parte de quien los “adoptó”– no se limita al ámbito de lo privado. Esta es una de las marcaciones de un presente vertiginoso y rico, que debe ser analizado. Contado.
Como nunca, entonces, el Grupo Clarín se enfrenta de cara a la sociedad, sin la máscara que le permitió construir “la realidad” amañada a sus propios intereses, una producción de sentido –como gustan definir los estudiosos del discurso social de los medios– que le otorgó el rol, durante años, de infranqueable dictador de la agenda pública. Una imposición, imperceptible para el lector desprevenido, que se vio favorecida por la hociqueada constante de los administradores políticos del Estado, que le permitieron al multimedios consolidar su posición dominante.
Puesta en contexto una parte de la manipulada victimización que pretende mostrar el mayor grupo mediático del país, es pertinente volver, ahora sí, sobre otras cuestiones que suman a la discusión de fondo, pero que a simple vista pueden resultar simples crispaciones aleatorias del presente.
La pirotecnia mediática que se desató por estos días entre el canciller Héctor Timerman y el periodista Alfredo Leuco, con acusaciones cruzadas y amenazas de llevar sus diferencias a la justicia, retomó la sana tradición de hurgar en las hemerotecas. En su programa de Canal 26, Leuco mostró una foto de abril de 1976, a un mes del golpe militar. En ella, se ve al actual canciller junto a su padre, el periodista Jacobo Timerman, fundador del mítico matutino La Opinión, y a otros directores de diarios –Héctor Ricardo García (Crónica) y Rafael Perrota (El Cronista)–, con Jorge Rafael Videla, en la Casa Rosada.
Y es así como una vieja foto sepia obligó a Timerman –por entonces, con 22 años, director del vespertino La Tarde– a volver dar explicaciones sobre su visita a Videla. Repitió que está “avergonzado” de aquel encuentro con el diablo. La Tarde fue un diario efímero y tuvo una línea editorial procesista, como la mayoría de los medios por entonces. Ese vespertino será, sin dudas, algo de lo que el canciller deba avergonzarse por el resto de sus días. También es cierto que Timerman hizo una pública autocrítica sobre su responsabilidad de entonces y el rol que le cupo al periodismo durante el genocidio. Algo poco habitual entre colegas a los que la historia y sus propias decisiones los pusieron a la mesa del poder de facto, exterminador, entre 1976 y 1983.
Una foto es el recorte de un contexto, en ella se detiene el tiempo. Es una marcación que perdura y que se carga de nuevos significados, una y otra vez, ante cada mirada. Esa huella de lo real, que perturba al canciller, no fue un hallazgo de Leuco –aunque poco importe, claro–, sino que la periodista Graciela Mochkofsky, en 2003, en su excelente biografía Timerman, el periodista que quiso ser parte del poder, ya la había publicado. Hace siete años que esa imagen ha vuelto a la luz, en ese libro, por lo que es válido preguntarse por qué hoy –y está bien que así sea– regresa a la consideración pública. ¿Por el cruce mediático que el ex embajador en Washington mantiene con Leuco? ¿Porque Timerman es canciller? ¿Porque el excesivo protagonismo “twittero” del funcionario despierta tantas críticas? ¿Porque así se pretende imponer que todo y todos –no es el caso de Leuco, por cierto– tuvieron en aquellos años idéntico grado de complicidad con la dictadura?
Fotos sepias, amargas, hay muchas archivadas en la memoria. Como la de Ernestina Noble junto al mismísimo Videla, en los tiempos en que los militares secuestraron y mataron a Perrota, que aún permanece desaparecido como más de 100 periodistas, entre ellos Rodolfo Walsh, por citar sólo un emblema del ejercicio profesional. O Héctor Ricardo García, que también fue secuestrado, aunque sobrevivió para ver cómo, en los años que siguieron, su potente diario Crónica fue perdiendo ventas, asfixiado, entre otras razones, por el costo del papel controlado a partir de fines de 1976 por Clarín y La Nación. O Jacobo Timerman, secuestrado y torturado en las mazmorras del general Ramón Camps, despojado de su diario La Opinión y luego obligado a partir al exilio.
No todo es lo mismo en la historia reciente de la Argentina. Héctor Timerman deberá seguir avergonzándose por aquella reunión, una y otra vez. Pero no es menos cierto que su familia fue víctima del terrorismo de Estado y que él, luego, cumplió un rol junto a los defensores de los Derechos Humanos en la denuncia sobre las atrocidades que ejercieron la Tres Fuerzas en el país.
La fotografía de Timerman que exhibió Leuco es un guante que el periodismo debe recoger para ir a fondo sobre una cuestión que aún adeuda a la democracia: la autocrítica de la prensa sobre el ejercicio profesional de aquellos años. Un debate que, en alguna medida, se insinuó en la revista Veintitrés cuando en 2003 Hernán López Echagüe polemizó con Joaquín Morales Solá sobre un encuentro, en marzo de 1976, del actual editorialista político de La Nación y de otros periodistas –la inefable Renée Salas estaba ahí– con el asesino Domingo Bussi, en Tucumán. López Echagüe cuestionó la presencia de un joven Morales Solá –por entonces corresponsal de Clarín en esa provincia y periodista del diario La Gaceta– ante quien sería el amo y señor de la vida de los tucumanos durante el Proceso. Esa foto también existe, está en los archivos, en la memoria de sus protagonistas. Quizás hoy sea un buen momento para que Morales Solá vuelva a explicarla. Con autocrítica o no, con vergüenza o no. Como lo hizo Timerman, o a su manera.
Lo mismo podría sumar al debate Eduardo van der Kooy, editorialista político del diario Clarín –muy crítico con el actual canciller por aquella fotografía de 1976– si aporta su pluma a echar luz sobre los límites, silencios, temores, o agachadas del periodismo entre 1976 y 1983.
Van der Kooy cuenta con el prestigio profesional que le da una dilatada trayectoria y el tener a su cargo, desde 1990, el panorama político del diario de mayor tirada, venta e influencia del país. No es una pieza más en la estructura de Clarín: forma opinión. Sus análisis dominicales son ineludibles para entender el momento que atraviesa la línea editorial del grupo para el que trabaja. Varias generaciones de argentinos han interpretado “la realidad” leyendo sus notas. Y es por todo eso, que también sería un momento oportuno para que profundice en el debate inconcluso sobre prensa y dictadura. Para que recuerde por qué junto a otros 13 jóvenes “sobresalientes” de distintas disciplinas, a sus 26 años, almorzó en septiembre de 1977 con Videla. Así lo reflejó la revista La Semana, de editorial Perfil, en su edición número 48, del 28 de septiembre de ese año, con el título “El día que el presidente le dio la mano al futuro.” Un título cargado de cinismo. Año 1977. ¿Qué futuro?
En el artículo, a cada uno de los comensales de ese almuerzo organizado por dictador se le hicieron dos preguntas: “¿Por qué cree que fue invitado?” “Por ser redactor de un diario importante como Clarín, y por estar en la sección Política Nacional”. Y la otra: “¿Cuál fue el resultado?”. Eduardo van der Kooy dixit: “Totalmente positivo. El presidente no sólo escuchó sino que él mismo abordó los aspectos que más preocupan a la juventud. Se deduce claramente que está muy bien informado.”
Año 1977. Para entonces, Walsh llevada seis meses desaparecido. Luego se sabría que había sido asesinado el mismo 25 de marzo, día en que un grupo de tareas de la ESMA se lo llevó de Avenida San Juan y Entre Ríos, cuando el escritor, periodista y militante –crítico– de Montoneros distribuía su Carta Abierta a la Junta Militar, un texto insuperable en el que denunciaba lo que sucedía en el país. Sus palabras, ese mantra contra el horror decía y dice: “La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años. El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades. (…) Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror. Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio…”
Probablemente aquella carta no haya llegado jamás a las manos de Van der Kooy. Ni supiese entonces, cuando se sentó a la mesa de Videla, lo que estaba ocurriendo. Ni las muertes. Ni la torturas. Ni los exilios. Ni el saqueo por parte de un Estado genocida y de sus cómplices civiles en una empresa como Papel Prensa.
Silencios y omisiones hubo demasiadas en aquellos años. Lo inentendible, lo ominoso, es que el silencio se mantenga en el tiempo. La profesión adeuda discutir qué se hizo entonces. Con o sin vergüenza. Con o sin autocrítica. Pasaron más de tres décadas, y más de 25 años de democracia, desde aquellas fotografías impúdicas de Timerman, Morales Solá y Van Der Kooy, como para seguir siendo parcial en la construcción del relato histórico. Pasó, aún está, y seguirá estando el ejemplo de lucha de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, las mismas que cuando los influyentes editoriales de los dos diarios tradicionales posaban para una instantánea indecorosa peregrinaban por despachos y calles reclamando por sus hijos y sus nietos desaparecidos. Ellas no son una foto, son un relato de resistencia ante el poder criminal.
Entonces, es bueno recordar que la utilización política de una fotografía sepia, la de Timerman en este caso, no está ni bien ni mal. Es un hecho de la realidad. Pero no es ingenuo. Se enmarca en la disputa del presente donde hay una puja concreta entre el Estado y sectores que ven amenazados sus intereses corporativos.
Hubo un antes y un después de aquellas imágenes. Lo hubo para Timerman. Y también para Morales Solá, Van der Kooy y la propia Ernestina de Noble. Uno de ellos hoy es canciller, y dice estar avergonzado. Está bien que lo esté. En cambio, Noble desde entonces construyó un emporio mediático y guarda, al menos, un par de secretos. Morales Solá y Van der Kooy, en tanto, consolidaron sus carreras profesionales y analizan “la realidad” cada domingo desde sus columnas.
Una foto tiene múltiples de significados. Dice mucho. Pero también oculta, silencia, lo que debería mostrar.

http://tiempo.elargentino.com/notas/que-dice-y-calla-una-foto

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