https://www.youtube.com/watch?v=17VbZmjuPio
Publicado el 10/1/2013
http://www.telam.com.ar/notas/201301/4009-alfredo-zaiat-derribando-los-mitos-de-la-economia-argentina.html
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Domingo, 12 de febrero de 2012 | Hoy
ECONOMIA › OPINION
Inflación y suba del salario
Por Alfredo Zaiat
Los errores de diagnóstico y de pronósticos posteriores de economistas enrolados en la corriente ortodoxa se han reiterado en los últimos años. Existen motivaciones políticas y razones monetarias para ese comportamiento que afectaría la autoestima de cualquier otro profesional. Algunos expresan también el convencimiento ideológico liberal sobre la capacidad del mercado de autorregularse para alcanzar el equilibrio, aunque la evolución de la economía mundial en estos tiempos los está poniendo en aprietos. Pero los militantes del pensamiento conservador no están solos en esa incansable batalla de acomodar deseos a la realidad, sino que han conseguido compañía de representantes de vertientes de la izquierda y del centroizquierda. Para unos y otros, un análisis ajustado de la situación debería ser relevante porque de esa forma podrían explicitar una posición contundente para una acumulación política que les brindaría mayor legitimidad social. Caso contrario, ésta queda dañada. Si no hay día en que los economistas del establishment no expresen la presencia de una economía del ajuste, cuando se está desarrollando la temporada de turismo y consumo record, su credibilidad, no su influencia, queda afectada. Lo mismo pasa con economistas y políticos del denominado progresismo cuando abordan la cuestión social, no así cuando cuestionan el manejo de los recursos naturales, como los hidrocarburos o los minerales. No se cansan de repetir que “la inflación es una fábrica de pobres”, que “aumentó la pobreza” y que “empeoró la distribución del ingreso”. Los fríos datos contrarían esa alarma.
La idea de que el alza de precios deteriora el poder adquisitivo de la población es cierta mientras no haya una recomposición de ingresos igual o mayor que ese aumento. Esto es lo que ha habido en los últimos años. La mejora en términos reales del salario en 2011 ha sido muy importante. En promedio, el alza nominal fue de 29,4 por ciento, mientras que las jubilaciones mejoraron 34,15 por ciento, y comienzan con un piso del 17,62 para este año. Considerando cualquier indicador de inflación, el aumento real de los ingresos ha sido sustancial. ¿Cómo se explica que con inflación no haya retrocedido el ingreso de los sectores más vulnerables, como postula el pensamiento convencional? Porque la actual inflación no es por factores monetarios o fiscales, sino que, fundamentalmente, es por la intensa puja distributiva en un contexto de fuerte crecimiento, con precios elevados de los commodities.
Entonces, la fortaleza recuperada de los sindicatos y la caída del desempleo por el dinamismo del mercado interno generaron las condiciones para una suba del salario real. Esto es que la suba nominal del salario fue mayor que el alza de los precios. A la vez, la política oficial en materia previsional, con el fin de las AFJP y la movilidad semestral de los haberes junto a la Asignación Universal por Hijo, lograron una recuperación de los ingresos de jubilados y de grupos sociales marginados del circuito productivo y de consumo.
La otra sentencia se refiere a que ha habido un aumento de la pobreza aunque no se armoniza con la evolución de los datos, el comportamiento de las principales variables del consumo popular y con el resultado político-electoral. La crisis del Indec por el Indice de Precios al Consumidor genera perturbaciones en ese análisis. En un reciente estudio sobre evolución de la pobreza e indigencia de la Consultora Equis, liderado por el sociólogo Artemio López, se indica que la pobreza bajó de 21,9 a 17,6 por ciento, a junio del año pasado en relación con el mismo mes de 2010. La indigencia retrocedió de 5,4 a 4,3 por ciento en el mismo período (ver gráfico). Artemio López no oculta su identificación con el kirchnerismo y, por ese motivo, el progresismo opositor rescataba sus análisis cuando en 2007-2009 advertía sobre un alza de la pobreza o cuando difundía sus estimaciones de la evolución de los precios de una canasta de bienes y servicios, por encima de la relevada por el instituto estadístico oficial. El mismo Artemio López, en un informe preparado junto a Martín Romeo, ahora señala, en base a estimaciones propias y a datos de la Encuesta Permanente de Hogares del segundo trimestre de 2011, que la indigencia y la pobreza han descendido en el último año. Sus datos son bastante más altos que los que presenta el Indec, pero igual marca una tendencia a la baja.
López y Romeo afirman que el descenso de la pobreza por ingresos es tan significativo que constituye el registro más bajo alcanzado por un gobierno desde la recuperación de la democracia. Para evaluar la magnitud de dicha caída, compararon la estratificación actual de la zona metropolitana (Ciudad de Buenos Aires y partidos del conurbano de la provincia de Buenos Aires) con la registrada en 1985, definiendo categorías de medio y medio alto, medio pleno, medio en riesgo, pobre no indigente, indigente. Esa comparación se justifica por tres razones:
1) Es el aglomerado urbano más importante donde reside el 31,9 por ciento de la población total.
2) En donde se materializa aproximadamente el 57,5 por ciento del ingreso total del país.
3) Y es el de mayor memoria estadística oficial por cuanto se disponen datos desde 1974.
Después de 26 años, la región metropolitana ha reducido seis puntos sus niveles de pobreza no indigente pasando de 18 por ciento en 1985 a 12 por ciento en 2011. La indigencia, no obstante, ha aumentado comparativamente dos puntos (2 por ciento de 1985 vs. 4 por ciento de 2011). “Los registros de indigencia muestran en la actualidad descensos leves en un claro síntoma de inelasticidad y estableciendo los límites concretos de las políticas de asistencia social”, advierten López y Romeo. En tanto, los sectores medios en riesgo, aquellos que no logran duplicar con ingresos los valores de referencia de su línea de pobreza, han disminuido su participación ocho puntos pasando de 35 por ciento en 1985 a 27 por ciento en 2011. En síntesis, los sectores más vulnerables (indigentes, pobres y medios en riesgo) han descendido 12 puntos pasando de 55 por ciento en 1985 a 43 por ciento en 2011. Para concluir, López y Romeo afirman que “por primera vez desde la recuperación democrática, la participación de los sectores no vulnerables supera el 50 por ciento de la pirámide socioeconómica”.
El otro dictamen es que “empeoró la distribución del ingreso”. Otra vez, los datos son un colaborador oportuno. El 10 por ciento de los hogares más ricos concentra el 22,9 por ciento de los recursos, mientras que el 10 por ciento más pobre suma el 2,9 por ciento de los ingresos totales, según el último informe del Indec correspondiente al tercer trimestre de 2011. La brecha del ingreso medio per cápita familiar entre los hogares más vulnerables (353 pesos) y los más acaudalados (7310 pesos) llegó en ese trimestre a 20 veces. En el mismo período, el año pasado esa distancia era mayor, 21,4 veces, y un lustro atrás la diferencia trepaba hasta 28 veces. Estos datos del Indec evidencian la continuidad de la reducción en la desigualdad. Esto se confirma con el índice de Gini, un indicador de desigualdad de ingresos donde cero es el nivel de igualdad absoluta, mientras que uno es la expresión de mayor desigualdad. Descendió en el tercer trimestre de 2011 de 0,414 a 0,406 en relación con igual período del año anterior, cuando en el lapso julio-septiembre de 2003 se ubicaba en 0,484, para los ingresos total familiar de los hogares.
azaiat@pagina12.com.ar
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-187442-2012-02-12.html
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La inflación en la Argentina I - Entreviata a Alfredo Zaiat
“No todo tiene que ver con la inflación”
zaiat-bn
La inflación es un tema conflictivo y actual que se apoderó del escenario político para denostar el modelo económico del Gobierno. Los medios concentrados instalaron el tema pero con omisiones tan groseras que terminaron construyendo una mentira que se trasmite de boca en boca. Al final nadie sabe muy bien de qué se está hablando. Alfredo Zaiat es Licenciado en Economía. Escribe desde 1987 en Página/12 y desde 1997 es jefe de la sección Economía y del suplemento económico “Cash”. Recientemente sacó el libro “Economía a contramano”. Allí desmenuza los puntos más relevantes de la economía en un lenguaje popular. La tesis principal del libro es que la economía se habla en difícil a propósito, para que el pueblo no tenga acceso. Con ese espíritu, nos encontramos con Zaiat para entender en mayor profundidad cómo funciona la inflación.
¿Qué hay que tener en cuenta para hablar de inflación hoy en Argentina?
Para hablar de la inflación hoy tenés que tener en cuenta principalmente el rubro que afecta a la canasta de los sectores más vulnerables: alimentos y bebidas. Si coincidimos en que los aumentos de precio son un problema, los aumentos de precio en alimentos y bebidas son “el” problema. Luego, hay diferentes tipos de aumentos de precios en diferentes sectores de servicio. Por ejemplo, si el parque automotor tuvo en Capital Federal un crecimiento explosivo y un desarrollo inmobiliario también muy fuerte, pero ese desarrollo inmobiliario no tuvo en cuenta la construcción de cocheras, lo que vos tenés es un aumento de cocheras que afecta al sector que tiene los autos. El que tiene auto va a decir: “A mí me aumento la cochera un 120 %”. Eso no es la inflación, eso es un aumento de precio puntual de un bien determinado debido a un problema de oferta y demanda. El tema de alimentos y bebidas, que afecta a todos, pero mucho más a los que tienen un ingreso fijo, como los trabajadores y jubilados, es el punto esencial para comenzar a hablar de inflación.
¿Qué es lo que genera la inflación?
Las fuentes de tensión inflacionaria que yo detecto, a diferencia de la visión ortodoxa, son la devaluación, la estructura desequilibrada de la economía, el aumento de los precios internacionales de las materias primas y de los alimentos, el abuso de la posición dominante de grupos concentrados y la puja distributiva. La devaluación se sabe que actúa como una fuente de tensión inflacionaria porque encarece los productos que se importan, no hay mucha ciencia. La estructura desequilibrada de la economía es otro elemento fundamental. Tenés un sector agropecuario de elevada productividad y un sector industrial de menor productividad que requiere por consiguiente un mayor apoyo e inversión. Cuando la economía crece, esos sectores industriales no han hecho las inversiones esenciales para ampliar su frontera de producción, o sea, su mayor oferta. Se dice que se forman cuellos de botella. Entonces aumentan los precios, fundamentalmente en sectores que son muy sensibles, los llamados insumos difundidos: aluminios, aceros, petroquímica, química. ¿Por qué es importante la estructura productiva desequilibrada? Porque la inversión va a los sectores más productivos y de mayor competitividad, que es el sector agropecuario. Por eso es importante la intervención del Estado para tratar de amortiguar esta estructura productiva desequilibrada, tanto como productor, o bien, induciendo al sector privado a que invierta en esos insumos claves para toda la industria.
¿Cómo afectan los aumentos de precios internacionales?
Los aumentos de los precios internacionales, actúan por dos vías. En primer lugar, el exportador de esa materia prima o alimento quiere tener a nivel local el mismo precio que tiene a nivel internacional. Para poder intervenir, el Estado debe controlar los precios o poner retenciones. Las retenciones ya actuaron como un límite, después del 2008 difícilmente se puedan aumentar. La otra opción es que aumente el precio de la tierra. Como se hace más rentable la actividad agraria, aumenta el precio de las tierras. Esto implica que la búsqueda del retorno de la producción, o sea, de la ganancia que se realiza con ese factor de producción tiene que ser mayor, entonces ahí aumentan los precios. El abuso de posiciones dominantes es uno de los puntos para entender los aumentos de precios.
¿La puja distributiva entre el capital y el trabajo afecta a la inflación?
Fundamentalmente desde el 2007, predomina la puja distributiva. Es decir, la tensión entre el capital y el trabajo. Es una relación que es de dos actores económicos, pero es desigual. El poder lo tiene el capital. El trabajador sólo a partir de un crecimiento económico muy fuerte y en condiciones de cuasi pleno empleo puede tener mayor fuerza. Si no, necesita de un tercer jugador que es el Estado para actuar de árbitro que equilibre las posiciones. Como los trabajadores buscan recuperar su poder adquisitivo que fue diezmado en diferentes momentos históricos en los últimos cuarenta años y el sector del capital no quiere perder su tasa de rentabilidad, ese juego lleva a que los precios tengan una muy fuerte tensión.
¿Por qué crees que los empresarios argentinos no invierten en las partes más sensibles de la cadena productiva? ¿Es porque no consiguen la rentabilidad deseada o hay un problema de confianza de los empresarios para con el país?
La tasa de inversión en Argentina, tomando el periodo del 2003 al 2012 tiene dos momentos importantes. Desde el 2003 al 2011, sacando el 2009 que hubo una caída de la economía, la tasa de inversión en Argentina fue muy elevada. En términos históricos es superior respecto a la inversión privada durante la convertibilidad, incluso ésta es de mayor densidad porque la inversión en la década del ‘90 fue concentrada por compra de empresas. Acá hubo más inversión de ampliación de la frontera productiva, lo que se llama inversión en fierro. En términos relativos, la inversión de empresarios medios y grandes, fue superior a lo que es la cúpula empresaria, o sea de las 500 primeras grandes empresas. Lo que uno nota es una profunda reticencia a la inversión de la cúpula empresaria, por eso es que se empiezan a generar esos cuellos de botella. En cambio, los sectores de pequeña, mediana y grandes empresas, sí invirtieron mucho en la Argentina. ¿Por qué no invirtieron las cúpulas? Puede haber diferentes explicaciones. Una de ellas es que los sectores multinacionales o grandes grupos son opositores a esta política económica. La política de negociación de la deuda a partir del rechazo del FMI generó una corriente muy negativa sobre la posición de Argentina. Otra explicación es que no pueden garantizarse tasas extraordinariamente elevadas.
¿Quiénes ganan y quienes pierden con la inflación?
El trabajador y el jubilado pierden si no tienen compensaciones del aumento de precios, ya sea con aumentos de paritarias, con aumentos en las jubilaciones, o con transferencias monetarias directas e indirectas del Estado. Por ejemplo, tarifas de luz, gas, agua, transporte, que estén a un precio más bajo. O sea, mientras que son compensados, no padecen los aumentos de precio. ¿Quiénes ganan con la inflación? Los que están vinculados al sector del capital.
¿El acuerdo de precios con los supermercados es un primer paso en resolver la presión inflacionaria?
Dos cosas. Punto uno, el acuerdo de congelamiento de precios a partir de febrero ha sido exitoso porque logró una tasa de desaceleración del aumento de precios, o sea, de la inercia inflacionaria. Por otro lado, lo que requiere es una intervención más inteligente y eficiente en toda la cadena de producción de todos los bienes, tanto desde el productor primario hasta el consumidor, o sea cada uno de los eslabones de la cadena productiva. Y para eso necesitás cuerpos técnicos que estudien, que sepan cuáles son las debilidades, cuáles son los puntos a tratar de superar en cada uno de los eslabones, para que cuando estén sentados en una mesa cada uno de los eslabones de la cadena productiva vea cuáles son las dificultades, los abusos y cómo se puede intervenir. Y entonces ahí uno puede empezar a ver las desigualdades. Ahí es donde tiene que intervenir el Estado.
Con respecto al tema anterior, ¿funcionarían centros de abastecimiento masivos?
Si son masivos, sí. Generaría problemas con los grandes supermercados y con el comerciante común, pero a la vez también generaría más competencia. Es una alternativa, pero no es la solución a la inflación.
¿En qué dimensión los aumentos de precios son un problema?
Los aumentos de precio son un problema. El tema es qué dimensión tiene ese problema, que es diferente. Hay una suerte de obsesión del mundo ortodoxo, del mundo conservador, con el tema de la inflación. Obviamente que ha permeado a toda la sociedad y en Argentina con razón debido a las historias traumáticas de alta inflación e hiperinflación. Ahora bien, una tasa del 15, 18, 20, 22 % no es una tasa que se ha espiralizado, que genera un aumento generalizado destructor del funcionamiento de la economía. Para los ortodoxos, la culpa de la inflación la tiene el Estado por emisión o por gasto, o los trabajadores por los pedidos de aumentos salariales. La economía tiene dos grandes actores sociales y económicos, que es el capital y el trabajo. Fijate que en el análisis de la ortodoxia, hay un actor que desaparece: el capital. Entonces la culpa la tiene el Estado o el trabajador.
¿Por qué crees que el INDEC no tiene legitimidad social?
Porque la necesidad que había de cambiar el INDEC no fue realizada de la mejor forma. Yo soy un convencido de que el INDEC tenía que cambiar sus cuadros técnicos, mejorar sus indicadores, actualizar sus metodologías. Pero se hizo mal. Y a partir de que se hizo mal generó una resistencia muy fuerte política, gremial, social, económica y financiera que provocó un círculo vicioso de deterioro de la legitimidad del sistema nacional de estadísticas.
¿Influye la publicidad de los grandes medios cuando ridiculiza los índices del INDEC?
Influye pero hay una responsabilidad inicial que es del gobierno, eso es indudable. Lo que no implica que los índices de las consultoras privadas no sean un mamarracho. Y ahí ya es parte de una disputa política mediática.
¿La modificación de la carta orgánica al Banco Central influye en la inflación?
Hay un supuesto que mantiene el pensamiento económico convencional, es decir, el ortodoxo y el neoliberalismo: la emisión monetaria es igual a inflación. La verdad es que es un concepto que hasta los propios ortodoxos de los países centrales han abandonado. Yo creo es una utilización política que impacta muy fuerte en Argentina por historias pasadas, que si se emite mucho entonces hay aumento de precios. Y la verdad es que los aumentos de la masa monetaria en Argentina tuvieron y tienen que ver primero con un profundo proceso de desmonetización que tuvo el país por la devaluación y la crisis en los años 2001 y 2002, cuatro años de recesión y una desmonetización histórica. También hubo un nivel muy bajo sobre el crédito. Es algo absurdo pensar que la economía crece y vos ponés menos medios de pago para facilitar la circulación de los bienes y servicios de una economía. Es un absurdo. Solamente podés pensar que no se quiere que la economía crezca, que haya recesión y estancamiento. Y está bien, en el cementerio no hay inflación.
La nueva ley de blanqueo, ¿está vinculada a la inflación?
No todo tiene que ver con la inflación, la inflación es un problema, pero no todo está vinculado. Pensar que todo tiene que ver con la inflación es caer en la trampa de los que te quieren construir la economía del miedo.
¿Con qué está vinculada la política del blanqueo?
Se impulsa el blanqueo para dinamizar la inversión, para que la economía recupere un sendero de crecimiento, de generación de empleo y de inclusión social, junto con un proceso de industrialización. En el 2012 hubo una caída de la inversión, entonces la inversión no actuó como un factor dinamizador del crecimiento económico, por el contrario, tuvo un resultado negativo como aporte al crecimiento económico. Entonces lo que se busca con el blanqueo es canalizar recursos ociosos, evadidos y dolarizados hacia dos sectores que puedan dinamizar la inversión: uno es el inmobiliario y otro es el energético.
¿Cómo actúa esta medida con respecto a la cultura del dólar?
La lógica del dólar ha cambiado. El Estado tiene las divisas para las importaciones, para pagar deuda y para defender sus reservas. Para evitar las corridas, los shock externos, los shock internos a nivel de corridas. Antes el dólar era para financiar el atesoramiento y la fuga capitales, ahora este punto no está. El Estado interviene con estos CEDIN ya que después de un año y medio no se movió el mercado inmobiliario. Es un retroceso en la pesificación, para que empiece a moverse el mercado. Tiene un objetivo inicial superior dentro de esa idea pesificación-dolarización que es impulsar la inversión para el crecimiento económico.
¿Se va a poder controlar de dónde viene ese dinero?
La AFIP, como otros fiscos a nivel mundial, se está planteando como un tema relevante la evasión de los paraísos fiscales y qué es lo que pasa con los recursos que se pierden de la Economía doméstica. Lo que sucede es que el ahorro financia la inversión y vos necesitás esos recursos. Yo creo que ese argumento de que puede entrar dinero del lavado o del narcotráfico no tiene fundamento. La evasión también es un delito. Lo que se dice es que a aquel que cometió ese ilícito de evasión se le perdona. Ojo, no digo que eso es bueno. Es profundamente inequitativo en términos tributarios y económicos financieros. Porque se da un premio a quienes dolarizaron sus excedentes y evadieron.
Publicado el 4 Julio dAmerica/Buenos_Aires 201
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Sábado, 29 de diciembre de 2012 | Hoy
ECONOMIA › PANORAMA ECONOMICO
Inflación
Por Alfredo Zaiat
La inflación se ha convertido en uno de los temas centrales de la economía argentina. Es uno de los principales problemas, pero no el único. El crecimiento con equidad social, la generación de empleo y el perfil productivo son también aspectos importantes del debate económico. Al incluir estos objetivos, el análisis es más interesante y aleja las soluciones simplistas de la ortodoxia. La inflación no es un asunto en sí mismo, como ha instalado el saber económico convencional. Lo relevante es determinar qué impacto tiene el aumento de precios en la expansión de la producción de bienes y servicios, en el mercado laboral y en la distribución del ingreso. Es una cuestión sensible debido a la larga historia de inestabilidad de la economía argentina. Por ese motivo es importante precisar el diagnóstico y las medidas para disminuir la tasa de variación de precios. Sería más enriquecedor porque se analizaría lo que hace o no hace el gobierno con la inflación, las propuestas de los economistas del establishment para bajarla y cuáles fueron los resultados sociolaborales cuando se aplicaron sus recetas. El relato diario es insistente con dos ideas de la ortodoxia: la inflación tiene su origen en la elevada emisión monetaria y en el aumento del gasto público. Ambas se complementan con que el Gobierno niega la inflación y no habla del tema.
Es tan persistente ese discurso que hasta sectores de la heterodoxia lo repiten. Más sencillo sería hacer el esfuerzo de leer “Programación 2013 Banco Central de la República Argentina. Objetivos y planes para el desarrollo de la política monetaria, financiera, crediticia y cambiaria”. Luego de esa tarea, el análisis pasa a ser más amplio que la reiteración de slogans políticos revestidos en afirmaciones técnicas supuestamente neutrales de quienes ya mostraron el rostro del fracaso.
El informe del Banco Central ofrece la posición oficial a respuestas de varias preguntas sobre la marcha de los precios.
- ¿El Gobierno está preocupado por la evolución de la inflación?
–Sí, y lo expresa del siguiente modo: “La inclusión del desarrollo económico como objetivo de la política del BCRA no hace más que explicitar la centralidad de esta problemática para una economía como la argentina, que debe profundizar las políticas que permitan el desarrollo de un entramado productivo más denso y diversificado, y hagan posible superar los cuellos de botella sectoriales que presionan sobre el nivel de precios.
- ¿La emisión monetaria es la causa de las actuales subas de precios?
–No, y lo explica: “La estabilidad monetaria no se concibe en forma aislada, y como un objetivo puntual de inflación, sino que se entiende en un sentido más amplio y articulado con la posibilidad de que la economía pueda seguir creciendo e incorporando valor agregado”.
- ¿Cuál es la evaluación del Banco Central sobre ese postulado básico de la ortodoxia?
–Lo cuestiona en su base teórica y lo fundamenta: “En su diagnóstico, el BCRA parte de una concepción teórica en la cual el dinero es endógeno. Así, la expansión de la cantidad de dinero adecuada y compatible con la estabilidad monetaria es aquella que resulta coherente con la política cambiaria de flotación administrada, con el aumento del crédito al sector privado –en especial aquel destinado al financiamiento de la actividad productiva– y también con la posibilidad establecida por ley que tiene el BCRA para financiar al Tesoro”.
- ¿Esto significa emisión de dinero sin control?
–No, y lo precisa: “Para garantizar que la cantidad de dinero sea la adecuada para la consecución de estos objetivos intermedios (cambiarios, de crédito y de asistencia al Tesoro), el BCRA llevará a cabo una política de esterilización con los instrumentos de regulación monetaria disponibles (Lebac y Nobac, operaciones de pases, encajes y otros)”.
- ¿El Banco Central tiene como uno de sus objetivos la estabilidad monetaria?
–Sí, pero no en forma excluyente de otros objetivos. En el informe “Programación 2013” detalla que “la estabilidad monetaria continúa siendo parte del mandato (de la Carta Orgánica del BCRA), aunque en la nueva redacción se reconoce que la misma es producto de las condiciones macroeconómicas y no puede ser entendida en forma aislada de lo que sucede con otras variables de la economía”.
- ¿Qué implica estabilidad monetaria?
–Está explicada de esta manera: “Se entiende en concurrencia con los restantes objetivos del mandato, es decir, no debe implicar que su consecución dañe el empleo, las posibilidades de desarrollo con equidad o la estabilidad financiera. La estabilidad monetaria no se concibe en forma aislada, y como un objetivo puntual de inflación, sino que se entiende en un sentido más amplio y articulado con la posibilidad de que la economía pueda seguir creciendo e incorporando valor agregado”.
- ¿Por qué no frena la emisión de dinero, sube la tasa de interés o atrasa el tipo de cambio en términos nominales como ancla inflacionaria?
–Esta es la propuesta de la ortodoxia que el Gobierno rechaza y explica las razones: “La combinación de apreciación cambiaria nominal y tasas de interés excesivamente altas constituyen una estrategia equivocada que reduce el crecimiento total, disminuye la inversión (reduciendo el crecimiento potencial) y distorsiona la composición del Producto (afectando la producción de bienes transables, factor fundamental para eludir la restricción externa). A su vez, al impactar negativamente sobre las capacidades nacionales de producción, las recetas convencionales restan espacio para la recuperación de la participación del salario en el ingreso, promueven la sustitución de trabajo nacional por trabajo importado y deterioran las economías regionales menos competitivas”.
- ¿Cuáles son entonces las causas de la inflación en Argentina según el Banco Central?
–En el informe precisa cinco fuentes de base inflacionaria:
1 La presencia de desequilibrios en la estructura productiva.
2 Los “cuellos de botella” en determinados sectores.
3 La puja distributiva.
4 La formación oligopólica de precios.
5 Los shocks exógenos de los precios internacionales.
- ¿Cuál es la propuesta antiinflacionaria?
–La definición es terminante: “No existe otro camino que el desarrollo productivo con inclusión social. En un contexto en el cual las presiones inflacionarias son mayoritariamente causadas por la concurrencia de los factores previamente mencionados y no por los excesos de demanda, las soluciones ortodoxas resultan insatisfactorias”.
- ¿Qué índices de precios analiza el Banco Central para hablar de inflación?
–En el documento presenta dos gráficos. El primero tiene cuatro curvas: una recorre el índice de precios nivel general (IPC-Indec) y otras tres, la de los precios regulados (tarifas de servicios públicos), los estacionales y los reunidos en la categoría “el resto”. El primer índice es el de la polémica. Los otros ofrecen otra perspectiva, con verosímil volatilidad: la evolución de los regulados refleja un sendero ascendente a partir del tenue descongelamiento de las tarifas, y el estacional verifica aumentos desde 2009 del 15 al 22 por ciento en los registros mensuales interanuales. El segundo gráfico muestra la evolución del índice de precios mayoristas (del 10 al 16 por ciento) y el de precios implícitos del PIB (cociente entre el Producto Interno Bruto a precios corrientes y el PIB a precios del año base), con muchísima más volatilidad en un rango del 10 al 20 por ciento, en ese período medido al cuarto trimestre de cada año.
- ¿Cuál es la estimación de lo que puede pasar con los precios en 2013?
–Las previsiones del Banco Central son que “en un escenario que supone que las cotizaciones internacionales de las materias primas se mantengan en los actuales niveles elevados y dado que los cambios en la estructura productiva son necesariamente graduales, se proyecta una trayectoria para los precios internos similar a la observada durante el corriente año”.
La postura del Banco Central enriquece la discusión sobre la inflación. Es material para el debate. Se puede estar de acuerdo en todo, en parte o en nada. En un tema sensible dominado por repetidos lugares comunes, es un desafío a la ortodoxia porque ya no podrá argumentar que no existe un análisis oficial, o que el gobierno no habla ni se ocupa de la inflación. Además, lo más importante del informe es que deja en evidencia lo poco que se ha transitado y lo mucho que falta para modificar cuestiones estructurales de la inflación en la economía argentina. En base a los resultados conocidos en décadas pasadas, se trata de un objetivo que no se alcanzará con las propuestas de ajuste de quienes precisamente más hablan sobre los aumentos de precios.
azaiat@pagina12.com.ar
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-210833-2012-12-29.html
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Miércoles, 2 de febrero de 2011 | Hoy
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ECONOMIA › OPINION
Formadores de precios
Por Carlos Heller *
Para comenzar a hablar de inflación hay que tener en cuenta que en la Argentina ha sido históricamente un mecanismo de licuación de los salarios; al ser más lenta la recomposición salarial, siempre fue detrás de los precios, y en ese proceso se perdió gran parte del poder de compra de los trabajadores, así como también se generaron innumerables océanos de rentabilidad en las grandes empresas.
El diagnóstico de los orígenes de la inflación excede ampliamente el ámbito económico, ya que la adopción de una u otra explicación revela ideologías y políticas bien definidas.
Por eso aún hoy es habitual encontrar entre los gurúes de la economía argentina quienes relacionan la inflación con la emisión monetaria, efecto que resulta inaplicable en un país como el nuestro con un muy bajo nivel de monetización y superávit fiscal y comercial.
En realidad, la monetización del último año ha estado acompañando las necesidades de mayores medios de pago que requiere la economía. Si no se hubiera reformulado el programa monetario, esta inflexibilidad habría derivado en una política de enfriamiento.
Generalmente esta preocupación por la expansión monetaria viene montada sobre otra mucho más habitual: el origen de la inflación se encuentra en el incremento desmesurado del gasto público.
Esta tesis también puede ser refutada con la simple observación de la realidad.
A finales de diciembre de 2008 y principios de 2009, como consecuencia de la crisis, tanto las expectativas de inflación como la inflación se frenaron, a pesar de que venía aumentando el gasto público con las políticas anticíclicas. Cuando la gente retrajo su consumo por el temor a la crisis, los empresarios redujeron su margen de ganancias y aplicaron grandes rebajas, pero al recomponerse el consumo, en gran parte gracias a medidas sociales del Gobierno, rápidamente comenzaron a aumentar algunos rubros, en especial los más sensibles.
Pero si bien los números y la realidad las refutan, tanto la tesis de la expansión monetaria como la del gasto público sirven para presentar un enfriamiento de la economía como saludable.
Y en este aspecto hay una cuestión fundamental: las consecuencias sociales sobre las clases populares de los programas de enfriamiento de la economía, o de ajuste como también suelen denominarse, siempre han sido mucho más graves que los efectos de la inflación. La inflación les quita poder de compra, pero el ajuste les quita el trabajo.
El origen de la inflación es estructural, es fruto de la puja distributiva. La capacidad de los formadores de precios de aumentar los valores de sus productos está estrechamente vinculado con una estructura de comercialización concentrada, oligopólica, que generalmente va en desmedro de los productores pequeños y medianos.
La suba se produce principalmente en alimentos y bebidas, pues con la universalización de la asignación por hijo y sobreaguinaldo de jubilados, entre otros, se produjo una distribución del ingreso que fue a los sectores que dedican la gran mayoría de su gasto a estos rubros.
El lado político de la inflación
Centrar el origen del aumento de precios en el aumento del gasto público lleva a reducir el gasto en general, pero en especial el gasto social. La idea implícita de este análisis es: “Si aumentamos el poder de compra de la población de menores ingresos, ello repercutirá en mayor demanda, en especial de alimentos, y, por lo tanto, se generarán aumentos de precios”.
De la misma forma, el argumento sirve para intentar frenar los aumentos salariales que están discutiendo los gremios, dado que dichos aumentos se irían a precios; una idea incorrecta, pero que intenta impedir el avance hacia una mejor distribución del ingreso.
Los aumentos se originan en la capacidad que tienen las grandes empresas de formar los precios, apropiándose de gran parte del mayor poder de compra de la población. En vez de producir más, incrementan los precios y sus márgenes de rentabilidad.
Por esa cuestión, el centro del debate inflacionario hay que ponerlo en los costos de las empresas (del cual los salarios son una parte menor en términos macro, relación que siempre depende del rubro) y fundamentalmente en sus ganancias.
Si no se interviene en este aspecto, y se pone un límite a la generación de ganancias, sea con controles de precios a través de los costos de las empresas, sea a través de sistemas impositivos altamente progresivos que desalienten la generación de márgenes de rentabilidad excepcionales, será muy difícil encarar una verdadera distribución del ingreso. Gran parte de ese margen excepcional debe servir para reducir los precios y remunerar adecuadamente a los trabajadores, asegurando niveles de rentabilidad aceptables para las empresas.
Resolver el problema que aqueja actualmente a la economía argentina, donde los formadores de precios se apropian del mayor poder de compra de la población, no es una tarea fácil ni unidireccional. Se requiere revitalizar un Estado que fue desarmado en los noventa y que no fue reconstruido con la fortaleza suficiente en los últimos años de bonanza, para que afiance el poder de policía que el Estado necesariamente debe ejercitar para cumplir sus funciones. Esto debe ser realizado con especial énfasis si se desea un modelo de desarrollo centrado en una mejor distribución de los ingresos.
Y para ello hay que dar una batalla ideológica, que tiene que ver con la definición de las causas de la inflación, pero que se centra en la construcción de un modelo de país más popular y solidario.
* Diputado nacional. Bloque Nuevo Encuentro Popular y Solidario.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-161598-2011-02-02.html
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Volatilidad de precios
Por Alfredo Zaiat
La mayoría de los economistas reitera que el movimiento de los precios reúne varias causas explicativas, que a veces coinciden en determinado período. El actual proceso en el país tiene la particularidad de que sus motores tradicionales vinculados con el frente fiscal, monetario y cambiario no están siendo relevantes. Las expectativas inflacionarias generadas por la pérdida de credibilidad de los índices oficiales y alentadas por la pelea político-mediática adquirieron mayor influencia en los últimos tres años. También ocupa un lugar importante para comprender la creciente tensión en los precios la política de preservación de tasas de ganancias muy elevadas de empresas con posición dominante en mercados sensibles.
Esto deriva en una puja distributiva intensa, que hoy encuentra al movimiento sindical con fuerzas regeneradas y un Gobierno que no entorpece esa recuperación, lo que provoca escozor en el establishment. Otro elemento significativo es la actitud inversora conservadora frente a una demanda muy dinámica que provoca cuellos de botella por deficiencias en la oferta, que se traduce en alza de precios o desabastecimiento. La capacidad instalada en la industria se encuentra en valores elevados: el promedio de utilización en los doce sectores relevados por el Indec finalizó diciembre en 82,9 por ciento, valor record de la serie para ese mes. También alcanzó un nivel máximo histórico la media del año pasado, que marcó un 77,7 por ciento. Existen también rasgos estructurales de la economía y culturales, décadas pasadas de inflación alta, que explican agitación en los precios. Pero en la actual tensión, que tiene su epicentro en el rubro alimentos y bebidas, representantes del oficialismo como de la oposición no incorporaron en sus respectivos análisis la situación internacional con los precios de los alimentos. Es sorprendente la ausencia de ese factor explicativo porque la mayor crisis política de este Gobierno, precipitada en marzo de 2008, fue motivada por una medida (retenciones móviles) cuyo objetivo era amortiguar el impacto doméstico de lo que era un alza record de los alimentos en los mercados externos. Hoy, ese panorama internacional es aún más complejo que el existente en esos meses turbulentos.
Los principales índices de precios de alimentos calculados por organizaciones internacionales subieron casi 30 por ciento entre junio y diciembre de 2010, cerrando el año en niveles similares a los alcanzados durante el clímax del alza de precios del primer semestre de 2008. Esa tendencia continuó durante los dos primeros meses del nuevo año, al incrementarse 3,4 y 2,2 por ciento, respectivamente, el índice de precios de alimentos elaborado por la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Ese indicador de la FAO marcó 236 puntos, el mayor registro desde que esa institución empezó a medir los precios de los alimentos en 1990. El alza de los precios de los alimentos en 2008 derivó en lo que se denominó “revueltas del hambre”, como las que estallaron en varios países africanos, en Haití y en Filipinas, después de que las cotizaciones de los cereales llegaran a valores históricos. Algunos analistas consideran que una de las causas de la presente convulsión en el mundo árabe se encuentra en la fuerte suba de los alimentos en países con un porcentaje altísimo de la población en la pobreza.
La relevancia de ese comportamiento del mercado de alimentos y sus consiguientes perturbaciones económicas y políticas motivaron un inédito trabajo conjunto de la Cepal, FAO y del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). Publicaron un primer número de un boletín interinstitucional titulado Volatilidad de precios en los mercados agrícolas (2000-2010): implicaciones para América latina y opciones de políticas. En ese estudio se menciona que este nuevo episodio de alza de precios ha puesto sobre la mesa de discusión el tema de la volatilidad y sus determinantes, con mucho más fuerza que durante el ciclo de aumento 2007-2008. Este ciclo responde a factores coyunturales como también a un proceso de convergencia a un nivel de precios mayor debido a aspectos estructurales. Se explica que esos movimientos tienen varias cuestiones que lo motorizan, destacándose la especulación en los mercados de materias primas, la incertidumbre respecto del ritmo de recuperación de la economía mundial y la pérdida de valor del dólar.
En los últimos años se ha registrado una tendencia al aumento en el precio de las materias primas agrícolas porque han cambiado algunos de los determinantes de la demanda de alimentos. Entre las transformaciones más significativas está el incremento en el poder de compra de segmentos muy importantes de la población en países como China e India. En el documento Cepal-FAO-IICA se destaca que en términos reales desde el 2006 los precios promedio semestrales de las principales materias primas agrícolas han superado la media del período 2000-2005. “El aumento de la preocupación internacional está vinculado con los incrementos en los precios del trigo y del maíz, los principales cereales de consumo humano (junto con el arroz) y fundamentales en la dieta de la población más pobre, especialmente en los países menos desarrollados”, se apunta. En términos reales, el trigo se incrementó 94,4 por ciento y el maíz, 63,9, durante el segundo semestre de 2010.
Como es previsible, el alza sostenida de esos productos claves de la canasta familiar han provocado crisis alimentarias en los países más pobres o vulnerables a la volatilidad de esos precios, como la registrada hace poco más de dos años. Esa última perturbación ha tenido elementos similares a la registrada en los años setenta: la depreciación del dólar, el aumento del precio del petróleo, presiones inflacionarias generalizadas y alteraciones climáticas que afectaron la producción mundial de cereales. El factor inquietante en el actual ciclo de alza es que han aparecido nuevos elementos desestabilizadores, que están agudizando esa tendencia: la “financierización” de los mercados de bienes básicos y la producción de biocombustibles. Estos dos elementos aportan una mayor complejidad al actual escenario.
La financierización de commodities se origina en la búsqueda de mayores rentas especulativas, en la desregulación del flujo de capitales financieros y en el extraordinario aumento de fondos disponibles por las políticas de estímulo y de rescate del sistema bancario por parte de Estados Unidos y Europa. Ese panorama se complementa con las perspectivas de una demanda creciente de materias primas de economías de crecimiento acelerado, como China. Todo esto incentiva aún más a grandes inversores a intervenir en apuestas especulativas con commodities. Una de las medidas de esa creciente “financierización” es el volumen de contratos de futuros negociados en productos agrícolas, el que aumentó fuertemente en los últimos años, especialmente para los granos. Según cálculos de FAO a partir de datos del CME Group, los contratos de futuros en los mercados agrícolas crecieron en forma exponencial desde el año 2000, con una aceleración importante a partir del 2005, al aumentar de 100 mil a 350 mil contratos por la desregulación de los mercados financieros en varias partes del mundo.
Incorporar la evolución de los precios internacionales de los commodities, en especial los agropecuarios, en el análisis sobre el comportamiento de los precios domésticos de los alimentos resulta fundamental para comprender la actual tensión. También constituye un desafío para la política oficial como para los agentes privados del sector el diseño de potentes estrategias de intervención pública que permitan disminuir el impacto local de esas volatilidades, como hacen sin considerar purismos liberales los Estados Unidos, con la Farm Bill, y Europa, con la Política Agraria Común.
Fuente: Cheque en blanco, Rock and Pop
http://www.nuevaszonceras.com.ar/noticias/volatilidad-de-precios