Domingo, 2 de octubre de 2016 | Hoy
ECONOMIA › DATOS QUE REVELAN LA UTILIZACION POLITICA DEL INDEC DE MACRI PARA DEFINIR UNA SOBREESTIMACION DE LA CANTIDAD DE POBRES
Más pero no tantos
La política económica hundió en la pobreza por ingresos a muchos en apenas diez meses, pero el 32,2 por ciento de la población es una exageración que responde a la estrategia de mostrar una eventual caída en el próximo año, cuando hay una elección que marcará la suerte del macrismo.
Por Alfredo Zaiat
Imagen: Carolina Camps.
La nueva canasta básica para definir el umbral de pobreza del Indec de Macri es de 11.321 pesos para un hogar tipo de abril pasado, monto que sube a 12.489 pesos en agosto. La encuesta de la UCA que infla la cantidad de pobres calcula una canasta de 7877 pesos para ese mismo mes. La del Indec es 44 por ciento más elevada. Es superior también en un 14 por ciento respecto a la cesta de agosto elaborada con el Índice Barrial de Precios coordinado por el economista Isaac Rudnik, que en estos años siempre anotaba valores superiores a cualquier otra estimación. Esta base de información de diverso origen es esencial para comprender la sobreestimación plus del índice de pobreza decidida por la conducción macrista del Indec, comparada con indicadores que ya lo sobreestimaba. La controvertida metodología de un indicador que de por sí es bastante limitado para evaluar la situación social (línea de pobreza por ingresos) distorsiona la realidad anterior y actual, continuando así con la debilidad de la producción de estadísticas públicas, aunque esta vez con el apoyo del FMI y de profesionales muy críticos del Indec kirchnerista y que ahora no se animan o no quieren observar las manipulaciones del Indec macrista. Son los mismos que hablaban de diálogo y respeto a las instituciones y que ahora con ese mismo espíritu democrático censuran a aquellos que cuestionan el Indec de Macri. Vale reiterar para esos grupos de Síndrome CCLD (Capacidad de Comprensión Lectora Diferente), que se manifiesta en síntomas que impiden incorporar contextos y diversidad de opiniones, que la cuestión de la calidad de las estadísticas públicas no fue ignorada en escritos publicados en esta columna.
Que Argentina tenga uno de los niveles de pobreza más elevados de América latina, según la última medición que entusiasma a los fanáticos de cuánto más pobres mejor, no resiste el mínimo análisis riguroso de las condiciones sociales y materiales de la población en la región. El 32,2 por ciento de personas pobres que publicó el Indec está por encima del promedio latinoamericano (28,2, según la Cepal), casi igual a la pobreza de Bolivia (32,7) y sólo por debajo de la de México (41,2) y Paraguay (42,3). Ninguna correlación de variables sociales, económicas y laborales, como índices de violencia social, de acceso a servicios básicos, a la educación, a los alimentos y al esparcimiento, como así también la cobertura laboral (sindicatos y paritarias), previsional (universalización de jubilaciones) y social (AUH), permiten ubicar a la Argentina en una posición socioeconómica tan vulnerable. Los índices de Desarrollo Humano del PNUD y de las condiciones de vida de la población y en especial de los niños de Unicef ubican a la Argentina en lugares de privilegio a nivel regional, que desmienten el actual cuadro de pobreza dibujado por el Indec. Como la producción estadística surge de la metodología para elaborarla, la elegida por el Indec macrista tiene un inocultable sesgo político alejada de criterios técnicos básicos y de sentido común analítico en términos relativos.
Bajo la alfombra
El macrismo como representante de las elites locales tiene la pretensión de reescribir la historia reciente pasada para construir su propio relato épico. Para ello la manipulación de las estadísticas es una de las principales armas. El manejo del Indec por el kirchnerismo ha facilitado esa tarea, pero eso no debería inhibir el señalamiento de las incongruencias y falacias que el macrismo y su numerosa agencia de voceros va repitiendo tras ese objetivo político. Aseguran que el aumento del PIB no fue tan importante en el ciclo del kirchnerismo, que no se creó empleo y no hubo crecimiento desde hace cuatro años, que la tasa de desocupación era más elevada, que no hubo industrialización, y así siguen con cada uno de las principales variables económicas. Ninguna de esas afirmaciones se puede respaldar con cifras e incluso ni con información oficial de este gobierno, pero en el mar de confusiones alimentado por los grandes medios en el marco de una intensa disputa política poco importan los datos.
La cadena nacional pública y privada del macrismo se tiene que poner de acuerdo para no tropezar con sus propias palabras. Si el kirchnerismo promovió que la población viviera por encima de sus posibilidades, en un estado de consumo masivo artificial por nivel de ingresos y tarifas subsidiadas, ahora el kirchnersimo no puede ser también responsable de la existencia de tantos pobres. Es una línea argumental inconsistente que violenta el sentido común.
La estrategia oficial ha sido la de intentar convencer a la sociedad de la existencia de una crisis cuando no la había, con el desvarío de que la economía iba rumbo a un 2001, como discurrió el jefe de gabinete Marcos Peña, o que culminaría en desbordes similares a los de 1989, como ilustró a sus interlocutores en Buenos Aires el jefe de la misión del FMI, Alejandro Werner, y bien se sabe que los diagnósticos de los miembros del Fondo son infalibles. La política económica del kirchnerismo no estaba recibiendo muchos elogios en estos meses de restauración conservadora, y Werner le regaló uno contundente al criticarla con dureza. Uno de los grandes misterios de estos años es cómo logra mantener legitimidad política y mediática Fracasos Múltiples Internacionales.
Para completar ese cuadro de estadísticas estrujadas por el oficialismo, aparecieron las cifras de pobreza. La verdad macrista asegura que no hubo mejoras de las condiciones sociales en los últimos doce años y que la situación es como la del peor país latinoamericano. Dice que todo era una mentira y ahora aparece la verdad oculta. Es casi el único argumento que esgrimen los funcionarios para enfrentar críticas fundadas al proceso sociolaboral regresivo precipitado por la actual política económica.
Cada proyecto político tiene legitimidad de origen para edificar su propio relato. No hay puros en el manejo de las cifras. Hubo utilización política antes y la hay ahora con los números que ofrecen diferentes fotos de la evolución de variables económicas, laborales y sociales. La diferencia en estos momentos es que el oficialismo cuenta con la estrecha colaboración de la corporación mediática para avanzar en el objetivo de enterrar el ciclo político que denominan despectivamente populista, misión con la que se presenta Mauricio Macri en el escenario internacional y local. También hace su aporte en ese sentido una red homogénea de economistas conservadores y otra dispersa que se define de izquierda, coincidiendo ambas en denostar la experiencia kirchnerista apelando también al manejo caprichoso de las estadísticas.
No hay que ser muy perspicaz para descubrir cuál es la estrategia política-comunicacional del macrismo con el último informe del Indec: fijar un tasa de pobreza exageradamente sobreestimada, apostando a una desaceleración de la inflación por la recesión con paritarias igual o unos puntos por encima del alza de precios, lo que les permitiría mostrar índices de pobreza retrocediendo justo antes de las elecciones de octubre próximo. Esta es la jugada político-electoral cazabobos a la que está subordinada la manipulación de los indicadores del Indec. Es una apuesta que no necesariamente saldrá bien, pero es una jugada política al fin. El 32,2 por ciento es la foto que muestra Macri, dice que ese número es la verdad y brinda una insólita sentencia de que “este es el punto de partida desde el cual acepto ser evaluado”. De ese modo oculta bajo la alfombra el ejército de pobres por ingresos que ha sumado desde el inicio de su gobierno.
Deterioro social
No había 5 por ciento de pobres como ahora no hay 32 por ciento. Una y otra cifra es una distorsión estadística a partir de muy cuestionables criterios metodológicos para la elaboración de índices. El sociólogo Daniel Schteingart, uno de los tantos cientistas sociales que ha sido crítico de la producción estadística del Indec durante el kirchnerismo, explica que la nueva medición del Indec se basa en otra canasta de consumo, bastante más exigente en lo monetario (50 kilogramos de comida ahora, 45 antes; 57 artículos contra 50 antes). El especialista Diego Born estimó que esa diferencia resulta una canasta 20 a 30 por ciento más cara que la anterior, y por tanto implica una incidencia de 9 puntos más de pobres. Es decir, con la vieja canasta, la pobreza se hubiera ubicado en el 23 por ciento, porcentaje similar al elaborado por estudios alternativos en tiempos del anterior Indec. Si no se tiene en cuenta ese cambio de canastas se estaría comparando peras con manzanas. Schteingart indica que con la nueva canasta, en 2006 la pobreza no hubiera sido del 26 por ciento, sino del 35 por ciento aproximadamente. Y la de la UCA daría 44 por ciento en lugar de 34. “El Indec debiera mostrar también cuánto habría sido la pobreza si se hubiese mantenido la metodología de antes, para así ‘empalmar’ la serie vieja con la nueva”, aconseja.
Antes había más pobres que los informados por el Indec hasta el 2013. Después siguió habiendo pobres pese a que se discontinúo la provisión de datos. Ahora hay más pobres que al final del anterior gobierno. Estas descripciones analíticas tienen la dificultad de traducirse en números por el vacío estadístico generado por la crisis del Indec a partir del 2007. De todos, se puede hacer algunas inferencias sencillas acerca de cuál era y cuál es el cuadro social. Antes había pobres, pero también había una política para mejorar las condiciones materiales de esa población, objetivo que a veces se alcanzaba y otras no. En cambio ahora sólo hay marketing electoral de pobreza cero, aumento de la marginación social por el shock inflacionario y el mayor desempleo y escasa y poco efectivas iniciativas para mejorar la situación de los pobres. No es una diferencia menor, y eludirla en el análisis cualitativo del cuadro de pobreza forma parte de la táctica de diferentes satélites de propaganda del macrismo.
El Indec no publicó números referidos ni al primer trimestre de este año ni al último de 2015, lo que no permite cuantificar con rigurosidad el impacto de las políticas macristas en la población vulnerable a la pobreza. Puede haber aproximaciones numéricas. Sin embargo es indudable que el panorama social ha empeorado sustancialmente respecto al existente a comienzos de diciembre pasado. El sociólogo Artemio López explicó que la AUH aumentó apenas 30 por ciento, ingresos que en su totalidad se destina al gasto en alimentos. Indicó a la vez que este rubro subió en promedio 55 por ciento. Con un ajuste del principal instrumento de abordaje sobre la pobreza por ingresos (AUH) de casi la mitad de la evolución de precios de alimentos, con caída de la actividad económica y pérdida de trabajos, el resultado no puede ser otro que el incremento de la pobreza durante los primeros diez meses del gobierno de Macri.
azaiat@pagina12.com.ar
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-310715-2016-10-01.html
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EL PAIS › OPINION
La pobreza y el autoindulto
El nuevo índice de inflación, el aporte del actual gobierno. Macri elige ser evaluado a partir del segundo semestre. Comparaciones con la etapa kirchnerista. Las cifras desoladoras de la economía real. Despidos, comedores comunitarios: el regreso de vivencias dolorosas. Las demandas de la CGT, con sabor a poco.
Por Mario Wainfeld
Imagen: AFP.
Jorge Todesca, titular del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), anunció los nuevos índices de pobreza e indigencia. La aceitada maquinaria de propaganda y comunicación oficial predispuso una conferencia de prensa inmediata. Suelto de cuerpo y guionado de lengua, el presidente Mauricio Macri auto indultó al Gobierno de cualquier impacto sobre esos indicadores, medidos para el primer semestre de 2016.
Es sabido que el macrismo maneja los semestres y su narrativa en base a falacias, hipótesis descabelladas o ilusiones. De cualquier forma, otra vez batió sus propios records. Según Macri “su” historia acaba de empezar. Nada aconteció desde el 10 de diciembre de 2015. Han sido inocuos la devaluación, las transferencias de ingresos, la recesión, la inflación, los despidos y la consiguiente pérdida de capacidad adquisitiva de los sueldos desde entonces. Fatiga tener que señalar tamañas obviedades, es forzoso hacerlo porque la negativa no es pueril sino deliberada y encuentra ecos en el elenco oficial y (en este caso) parte de sus voceros mediáticos.
El mandatario puso fin al objetivo de “pobreza cero”, que le sirvió de caballito de batalla más de un año, en el llano y en la gestión. Siempre fue imposible, ahora lo registra aunque carga el embuste en la mochila de la pesada herencia. De rondón, añadamos que la “lucha contra la pobreza”, así formulada, enmascara la falta de libido por los derechos de los trabajadores, que jamás se mencionan.
La nueva “serie” estadística, por definición, es distinta a las anteriores. Por lo tanto, no se puede “empalmar” o equiparar de modo lineal. Los especialistas ya debaten las correspondencias o proporciones… lo cierto es que los índices nuevos servirán para comparaciones futuras, precisas. Para atrás, es más complicado.
Es innegable que en estos meses la clase trabajadora ha sufrido embates variados, de los que el aumento de la pobreza e indigencia es una de las peores derivaciones. Pero no la única, ni incoherente con el resto.
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De ayer a hoy: El kirchnerismo redujo radicalmente la pobreza y la indigencia, en particular durante sus primeros ocho años y velozmente durante el mandato de Néstor Kirchner. Creó millones de puestos de trabajo, bajando el índice de desempleo y la proporción de trabajadores informales. Amplió la cobertura jubilatoria a millones de personas desprotegidas hasta entonces. Y fogoneó la elevación del salario real.
Este escriba no es un experto en la materia para hablar sobre guarismos. Pero sí conoce lo sucedido como para compartir las líneas que propone un informe flamante del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO). Medida con la metodología actual del INDEC “el 60,8 por ciento de la población se encontraba bajo la línea de pobreza en el segundo semestre de 2003” (cuando Kirchner llegó a la Casa Rosada). Para el mismo semestre de 2015 –calcula el CESO– el 27,3 por ciento de la población tenía ingresos por debajo de la línea de pobreza. De esa manera, entre 2003 y 2015, el 33 por ciento de los habitantes del país salieron de la pobreza.
Por su parte, la población bajo línea de indigencia pasó del 22,5 por ciento al 4,7 por ciento en el mismo período. Esto es, el 17,8 por ciento de la población salió de la indigencia entre 2003 y 2015.
Según el estudio del CESO la pobreza no se mantuvo incólume en la era macrista. “Se incrementó en 5 puntos porcentuales entre el segundo semestre de 2015 y el segundo trimestre de 2016: aproximadamente 2.157.531 habitantes pasaron a ser pobres. En el mismo período la población bajo línea de indigencia se incrementó en 1,5 puntos porcentuales, es decir, aproximadamente 670.594 habitantes pasaron a ser indigentes.
Queda para los especialistas compartir total o parcialmente esos cálculos. Nadie en sus cabales o de buena fe puede controvertir su lógica plasmada en casi diez meses de política económica devastadora, sesgada a favor de las clases dominantes. El equipo de gobierno está en sus cabales, sabe lo que hace busca. La buena fe es (muy) otra cosa.
Nada dispensa al kirchnerismo de la responsabilidad por el desquicio que produjo en el INDEC, por abolir la credibilidad del índice de precios al consumidor, por discontinuar otras mediciones. Pero esa falla, tal vez el mayor error de sus tres mandatos, no convalida versos ulteriores.
La reseña que aceptamos como indicativa comprueba que la pobreza preexistía al macrismo. Inevitable con un tercio de los laburantes no registrados y un porcentual bajo pero no inexistente de desocupados. También es un dato que el “modelo” K topó con límites para seguir creando empleo en cantidades deseables. Para sostener sus premisas era imprescindibles cambios en la estructura productiva, tal vez en el esquema impositivo y en otras variables. Ante las dificultades, los gobiernos del Frente para la Victoria (FpV) defendieron con ahínco los empleos existentes. Tanto que para muchos argentinos, los entrados al mundo del trabajo desde 2003, era ignota la experiencia de despidos masivos. El macrismo reinstaló la vieja costumbre, que se venía prolongando durante toda la restauración democrática y se exacerbó, adrede, en la etapa neoconservadora (1991-2001).
Las proyecciones meten pavor. Entre los objetivos declamados del Gobierno está mejorar la competitividad que en su ideario depende de la baja del “costo salarial”. Los ejemplos a seguir son países con legislaciones laborales menos avanzadas o aún parajes del planeta con condiciones semi esclavas.
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Microescenas de la vida cotidiana: La determinación de la “pobreza por ingresos”, como cualquier cálculo cuantitativo, es útil pero insuficiente para calibrar un fenómeno complejo. Un análisis más fino debería computar los bienes y servicios públicos disponibles para los ciudadanos argentinos. Con todas sus falencias y límites, la educación es gratuita en todos sus niveles, muchas personas tienen acceso a atención médica sin pagar y, con cierta frecuencia, a medicamentos gratuitos o abaratados. El Plan Conectar Igualdad o hasta el Fútbol para Todos permiten acceso masivo a bienes materiales o culturales. Por eso el macrismo los asfixia presupuestariamente o, llanamente, elimina.
Imagen: DyN.
El incremento de la pobreza se palpa, para percatarse basta una mirada costumbrista. La concurrencia a comedores comunitarios crece, la provincia de Buenos Aires amplía su número cotidianamente sin alcanzar a cubrir la demanda.
Pibas y pibes en edad escolar “vuelven” (por así decir) a los comedores escolares. A fin del siglo pasado y a principios de éste fueron salvavidas para paliar necesidades extremas, a partir del 2003 se fue recuperando la comensalidad familiar. La Asignación Universal por Hijo acentuó la tendencia. Un estudio cualitativo realizado por varias universidades públicas, divulgado en 2011, reseñó que los chicos elegían ir a sus hogares porque el menú familiar era más rico que el de la escuela… altri tempi.
Intendentes, políticos, militantes sociales, docentes registran el retroceso. Un cura que recorre el Conurbano bonaerense le comentó a este cronista otro penoso revival: los alumnos piden llevarse algo del almuerzo para sus casas, en las que falta comida.
Una trabajadora social que se desempeña en Tribunales en la misma zona contó que jefas de hogar que tenían a su cargo personas mayores o pibes institucionalizados las trasladaron a sus casas mientras podían “parar la olla”. Ahora acuden al Poder Judicial para re institucionalizarlos, con pena y culpa: no están en condiciones de bancar su subsistencia.
La reseña de casos incluye la de mujeres golpeadas que, ante un primer rechazo judicial de pedidos de exclusión de hogar, se resignan a quedarse junto al varón violento. Años ha, tenían el rebusque de irse a otro domicilio mientras esperaban resolución favorable. Hoy día les es imposible hacerse cargo de los costos y se exponen a lo peor.
Los casos individuales son, bien mirados, muestras de una realidad social que se agrava en consonancia con el cierre de pequeños negocios, la pérdida de changas, la consunción del “de- sarrollo local”.
El desmantelamiento de ramas de la producción no será reparado con un virtual “rebote” de la economía. En su informe de octubre la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) concluye que “la proyección de crecimiento del 3,5 por ciento para el año que viene continúa exclusivamente en el terreno de las esperanzas”. Aunque el milagro se cumpliera, repercutiría de modo dispar. Dicho de modo impresionista: una fábrica que se mantiene abierta, aun suspendiendo personal, podría reactivarse en un contexto más propicio. Pero las que cerraron, las actividades destruidas por la importación alocada, los nuevos emprendedores PyME necesitan mucho más para resucitar.
El panorama es oscuro. El macrismo se auto indulta de las consecuencias de sus acciones. Y niega que, ya, esté auto heredando los frutos de su propia siembra. El problema es que esos alegatos indulgentes deben pasar por la prueba ácida del voto popular, dentro de un año.
Curándose en salud, el oficialismo ralenta parcialmente la escalada de sus medidas más impopulares (nueva baja de las retenciones, reducción machaza del “gasto social”), encara tratativas con gobernadores y con la Confederación General del Trabajo (CGT). Más allá de la transigencia de los interlocutores (ver asimismo nota aparte) es positivo que la dinámica del sistema democrático marque límites a un proyecto neoconservador, ínsitamente minoritario.
Queda por develarse cuándo se auto controla el oficialismo y hasta qué punto pueden ponerse curitas en daños atroces causados durante un puñado de meses. El último trimestre, la llegada del verano, irán despejando incógnitas.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-310785-2016-10-02.html
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Sábado, 1 de octubre de 2016 | Hoy
ECONOMIA › LA FEDERACION INDUSTRIAL DE SANTA FE DENUNCIO INCREMENTOS INUSITADOS EN EL INGRESO DE PRODUCTOS IMPORTADOS
Hasta los carritos del súper son importados
Sigue en alza la importación de alimentos, indumentaria, electrodomésticos, máquinas y otros artículos que desplazan del mercado a la producción nacional.
Por Cristian Carrillo
El gobierno pasó en nueve meses de la promesa de convertir al país en el supermercado del mundo a importar hasta los carritos para hacer las compras, los cuales aumentaron un 51 por ciento frente a igual período de 2015. Pese a que el equipo económico asegura haber detenido el vía libre al ingreso de importados y encontrarse en proceso de reversión de sus daños a la industria nacional, el aluvión de bienes de consumo final adquiridos en el exterior continúa con una escalada inusitada. En un informe del Observatorio de Importaciones de la Federación Industrial de Santa Fe pueden encontrarse aumentos de 733 por ciento interanual en las compras de pollo hasta el 20 de septiembre último, 389 por ciento en cebolla y 116.152 por ciento en naranjas. El desplazamiento de la industria nacional no sólo se dio en alimentos sino que también incluyó electrodomésticos, calzado, maquinarias, muebles y artículos de ferretería. Por caso, el año pasado ingresaron apenas ocho planchas importadas y en lo que va de este ya aparecieron 18.761 unidades. Hasta las esponjas de cobre para lavar se suman al boom importador con un 21.584 por ciento de aumento.
El Indec informó esta semana que las compras de bienes de consumo importados en los primeros ochos meses del año medido en cantidades se incrementaron en un 20,1 por ciento interanual. El dato cobra relevancia en un escenario de estancamiento económico y un mercado interno deprimido por la pérdida de poder adquisitivo frente a la inflación. La inflación interanual se ubica en torno al 42 por ciento, la actividad industrial a agosto registra una caída de 5,7 por ciento y la utilización de la capacidad instalada descendió al 63,6 por ciento (es decir, se utiliza apenas dos tercios del potencial de la inversión ya realizada en la actividad manufactura).
En el informe enviado a la Secretaría de Comercio a modo de denuncia respecto a la situación de las pymes santafesinas, se detalla los incrementos en unidades de los principales productos que industrializa la provincia, principalmente en las zonas de Santo Tomé, Rosario y Esperanza, aunque permiten tomar una clara dimensión de lo que sucede en el segmento pyme a nivel nacional. La comparación interanual es para el período entre 1 de enero y 20 de septiembre.
Otra promesa de campaña había sido que la devaluación y la quita de retenciones favorecerían por derrame a economías regionales, lo que hasta el momento no se verifica. La importación de carne porcina fresca, refrigerada o congelada aumentó en un 103,7 por ciento, al pasar de comprarse 7.475 a 15.224 toneladas. También se importaron bondiolas en un 399,3 por ciento más que el año pasado y la compra de jamón crudo aumentó en un 171,5 por ciento. Mientras los productores avícolas reclaman medidas para reactivar la producción, se adquirieron en el exterior un 732,5 por ciento más de pollos trozados. Los productores lácteos, que se encuentran en negociación con el gobierno por su situación, vieron ingresar un 136,4 por ciento más de quesos y un 289,8 por ciento en la variedad de quesos crema. La importación de frutillas creció 139,9 por ciento y la de naranjas, un 17.119,9 por ciento.
En este rubro también se destacan los aumentos en alimentos enlatados y en golosinas. Por caso, el año pasado se importaron 1346 toneladas de caramelos duros, blandos y confitados, mientras que en lo que va de este año esa cifra asciende a 3689 toneladas provenientes de Brasil, China y Estados Unidos. “La firma Marengo puede producir 200 toneladas de caramelos por mes, con lo que la diferencia en lo que se importó hasta el momento equivale a la producción de esta firma en todo un año”, señala el informe para dar cuenta del daño.
En productos industriales y de ferretería, el origen abarca a Japón, China, Estados Unidos, Países Bajos, Suecia, México, Brasil, España, Corea y Alemania. Según cifras de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), entre enero y agosto de este año las ventas se redujeron en un 12 por ciento respecto al año pasado, mientras que las importaciones más que se duplicaron. Las compras en el exterior incluyen palas forjadas, que aumentaron un 69 por ciento, mechas para agujerear madera (64 por ciento), cortafierros (141 por ciento), taladros (181 por ciento), machetes (63 por ciento) y mazas (27 por ciento).
En heladeras se registró una fuerte caída en las ventas locales, las cuales pasaron de 1.155.758 de unidades el año pasado a un proyectado para el actual de 800.000, mientras que las importaciones crecieron en un 274 por ciento. En un año, el mercado nacional de heladeras aumentará, del actual 3 al 15 por ciento la participación de insumos y mano de obra importada, según el informe de la entidad industrial. En calefactores eléctricos el incremento en las importaciones fue del 146 por ciento y en ventiladores, 80 por ciento.
En el rubro calzado, las cámaras del sector denuncian que las ventas cayeron un 20 por ciento al pasar de 140 millones de pares al año pasado a 110 millones este año, mientras que las importaciones subieron en un 34 por ciento. En muebles el mercado local se achicó en un 30 por ciento, pero las compras externas crecieron en un 38 por ciento. “En las fábricas de Cañada de Gómez, por pérdida de horas extras, se estima en 45 millones de pesos la masa salarial no percibida por los 1500 empleados del sector en la localidad”, denuncia el informe. La lista continúa con productos textiles, con subas de 51 por ciento en el volumen de prendas importadas, mientras que creció un 443 por ciento el algodón sin cardar (virgen). Por último, llama la atención que la mejora en el sector agroexportador no potencie la industria nacional de maquinaria agrícola. En el período analizado creció un 57 por ciento la importación de silos y en 128 por ciento las pulverizadoras.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-310715-2016-10-01.html
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ECONOMIA › DEUDA, RIESGOS EXTERNOS Y PERDIDA DE HERRAMIENTAS DE DEFENSA
Vulnerabilidad a la vista
Un informe de FIDE, que encabeza Marcó del Pont, advierte sobre las políticas ineficaces para generar recuperación y una estrategia monetaria y cambiaria difícilmente sostenible. Los riesgos ante un shock externo, sobre el que Guillermo Calvo ya advirtió.
Por Raúl Dellatorre
“Los datos económicos publicados hasta la fecha no son consistentes con la hipótesis que supone que la recesión ya ha quedado atrás”, advierte el informe del mes de octubre de FIDE, el centro de investigaciones económicas que conduce Mercedes Marcó del Pont. Pero, además, la estrategia oficial asentada en el endeudamiento en dólares para financiar los crecientes desequilibrios fiscal y comercial y mantener a la vez “relativamente planchado el tipo de cambio”, supone otros riesgos adicionales. La posibilidad de mantener esta lógica de financiamiento externo “dependerá en gran medida de lo que ocurra con los movimientos de liquidez a nivel global”, con alto riesgo de inestabilidad. En un contexto de fuerte apertura comercial y financiera, “la economía argentina se encuentra más indefensa de lo que estaba en años anteriores para lidiar con los riesgos y tensiones que sobrevuelan el escenario internacional”, señala el informe de FIDE. La inestable situación financiera internacional, y la persistente y creciente fuga de divisas que se viene observando desde principios de año, eleva los grados de exposición de la política monetaria y cambiaria del Banco Central y amplifica su vulnerabilidad externa. “Es jugar con fuego”, define el informe a la política de la actual autoridad monetaria.
Unos diez días atrás, al disertar en las Jornadas Monetarias y Bancarias del Banco Central, el economista ortodoxo Guillermo Calvo (Universidad de Columbia, Estados Unidos) advirtió que Argentina y los países de la región “deben estar preparados para recibir un shock externo”, ya que Estados Unidos y Europa todavía están lidiando con una crisis “de la que no han logrado salir”. La crítica situación del principal banco europeo, Deutsche Bank, en la última semana volvió a poner en evidencia esa situación de inestabilidad. El informe de la fundación que pilotea Marcó del Pont pareciera dar una primera respuesta: la actual política económica no está tomando en cuenta ese peligro. Al contrario, su estrategia ha sido la de abandonar los mecanismos de defensa y apuesta todo a provocar un shock de confianza entre los inversores que está lejos de verificarse en la práctica.
Diversas manifestaciones de miembros del gobierno intentan imprimir optimismo señalando el surgimiento de “brotes verdes”, señales de recuperación económica que indicarían una reversión de la tendencia y el inicio de una nueva fase. Sin embargo, las mismas estadísticas oficiales conocidas recientemente dan cuenta de una caída anual de la actividad económica del 5,9 por ciento (a julio), aumento del desempleo al 9,3 por ciento (segundo trimestre), y un descenso anual de la producción industrial (5,7 por ciento) y de la construcción (3,7 por ciento) en agosto. “En este contexto, la proyección oficial de crecimiento del 3,5 por ciento para el año que viene continúa en el terreno de las esperanzas”, afirma el documento de referencia.
La reactivación de la obra pública, aun reconociendo su impacto dinámico, “resulta insuficiente si no se recuperan los otros componentes de la demanda agregada”, principalmente el consumo privado. La inversión privada, “el componente de la demanda agregada con mayor caída en 2016”, no se ha revelado con el protagonsimo que se esperaba desde las filas oficiales. Tampoco puede se puede esperar que las exportaciones jueguen un rol de liderazgo en esta estrategia, dada la situación económica internacional.
“Las hipótesis acerca del comportamiento de la inversión (liderando el crecimiento del producto bruto en 2017, según las proyecciones del Presupuesto Nacional) resultan a priori inconsistentes con un escenario de desaceleración económica como el que persiste en la presente etapa”, opina el documento de FIDE. “Si no aparecen señales firmes que indiquen el ingreso en una fase sostenida de recomposición de la demanda efectiva, difícilmente resurja la inversión”, agrega.
Pero, además, está el problema de la creciente vulnerabilidad en el frente externo y los riesgos latentes. “Los datos del balance cambiario del mes de agosto describen un empeoramiento de las condiciones: en ocho meses, el déficit de la cuenta corriente ascendió a poco más de diez mil millones de dólares”, apunta FIDE. Fundamentalmente, por el pago de intereses de la deuda (8602 millones de dólares) y utilidades y dividendos al exterior (1916 millones), ya que la balanza comercial de mercancías (saldo positivo) prácticamente se compensó con la de servicios (saldo negativo). Ese desequilibrio se cubrió con el fuerte crecimiento de la deuda externa, que sin embargo no alcanzó para cubrir también la fuga de divisas. A partir de agosto, la diferencia debió ser cubierta con pérdida de reservas del Banco Central.
“El Banco Central debería tomar nota del aumento en la vulnerabilidad externa que está provocando su estrategia monetaria y cambiaria”, señala el informe; “no sólo por la mayor exposición a la que está sometida la economía frente a contingencias externas fuera de su control, sino también debido a la pérdida de instrumentos para lidiar con esos shocks externos”, apunta. Por otra parte, la “dinámica de la dolarización de activos”, que crece silenciosamente en tanto el BCRA deja hacer, se encamina a presentarle un límite a la política de reducción gradual de tasas de interés vía licitaciones de Lebacs. “El mecanismo de estimular la fuga (la demanda privada de dólares) para sostener el tipo de cambio es jugar con fuego: los últimos datos indican que ganan participación los grandes inversores en ese proceso de dolarización de carteras”.
Lo que técnicamente se denomina “dolarización de activos por parte de residentes argentinos”, repentinamente se puede convertir en “corrida cambiaria” cuando los actores que la impulsan dejan de ser los simples residentes y son reemplazados por grandes inversores especulativos. El informe de la ex presidenta del Banco Central Mercedes Marcó del Pont no lo dice así, sino de esta otra forma: “La política del Banco Central ignora el carácter pro cíclico que está teniendo la política monetaria (promueve la fuga de divisas y mantiene altas tasas en pesos, agregándole más efecto recesivo a la recesión) y los riesgos cambiarios que está generando a través de la dolarización creciente de activos y de pasivos”. Juega con fuego pero, además, dentro de un polvorín.
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