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¿QUIENES SON LOS VIOLENTOS Y CRISPADOS? AMENAZAS A FLORENCIA PEÑA

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10 08 2010 ENTREVISTA VICTOR HUGO MORALES A FLORENCA PEÑA


Crónicas a flor de piel
Carta de amor sin cassette
Publicado el 8 de Agosto de 2010
Por Florencia Peña Actriz.

Un ataque, con tufo a operación mediática, me dejó tristemente asombrada. Mi apoyo al casamiento igualitario y mi planteo de debatir el proyecto de ley de aborto subieron el tono de las ya conocidas críticas, para convertirse en amenazas. Contra mi vida y las de mis hijos. Me apenó mucho y me dio rabia tal bajeza.


Correrán ríos de sangre antes de
que conquistemos nuestra libertad, pero esa sangre deberá ser la nuestra.
Mahatma Gandhi

Queridas lectoras y lectores:
Pensé mucho acerca de esta crónica, y preferí hoy utilizar este espacio para reflexionar sobre algunas cosas preocupantes que comenzaron a suceder desde que elegí hacerme cargo de lo que pienso y exponerlo.
Durante muchos años, mi vida artística se desarrolló delante de los ojos del espectador. Empecé de muy chica y, como suele suceder en esos casos, todo queda a la vista. El crecimiento se hace evidente, las transformaciones y las elecciones quedan expuestas, tanto los aciertos como los errores. Muchos años, muchas maneras, muchos trabajos, y siempre la convicción absoluta de seguir mi camino, de que todo lo que me ha sucedido hasta hoy es consecuencia de mis decisiones. Incluso cuando las cosas no funcionaron como esperaba, entendí que la vida me estaba ofreciendo la oportunidad de pasar por los duros o hermosos aprendizajes que me llevaron hasta donde estoy hoy.
Hubo muchos puntos de inflexión en este tránsito. Varias crisis que me llevaron a replantearme tantas cosas. Muchos momentos de sentir y pensar a fondo en las necesidades artísticas y las personales. Les aseguro que no es fácil sobrellevar la exposición. Sin embargo, todos estos años de trabajo y un profundo amor por lo que hago me dejan la enorme satisfacción de haber sido fiel a mis deseos más profundos y de haber ido por ellos.
Pero aun así, algo me empezaba a hacer ruido en todo esto. En la madurez, y habiendo logrado muchas de las metas que me había propuesto, un perfecto quiebre se había producido en mi vida y le había dado paso a dos Florencias: la “comediante”, como suelen llamarme en los medios, y yo. Una fisura que se hacía evidente cuando me encontraba frente a los temas que exponía públicamente, y me quedaba, divertida, en un lugar más neutral, menos jugado. Supongo que, después de años de terapia y de replanteos, pude entender que perseguir el afecto unánime y no desencantar a nadie, lejos de conectarme con la felicidad, me provocaba un enorme malestar, por no poder unir a esta que hoy escribe con aquella imagen de niña graciosa que encaraba la vida trivialmente.
A partir de esto, mi vida comenzó un proceso de cambio irreversible. Y acá estoy ahora, sin miedo al que dirán, sin tratar de agradar o de hacer demagogia. Simplemente llevando adelante la preciosa y contundente convicción de ser honesta conmigo y con los demás. Y en este camino sí se pierden cosas, no lo voy a negar, pero se gana tanto más. Hoy puedo experimentar nuevas maneras de relacionarme. Abandonar mi “ perfecta y cómoda” vida para dejar de mirarme el ombligo es un desafío. Mirar al otro, ser capaz de conectar con las necesidades o el dolor de los demás, poder apoyar causas aunque no me toquen de cerca, todo eso junto y mezclado, me devolvió la verdadera alegría. La alegría que siento cuando me levanto a la mañana y pienso en mis hijos y en el futuro. Es por ellos y por Mariano, mi hermoso compañero de ruta, que me siento fuerte para bancar lo que haya que bancar. Porque cuando veo a mis hijos, pienso que nada mejor podría pasarles que poder sostener sus ideas, defenderlas, y llevarlas a cabo, cueste lo que cueste y pase lo que pase.
Muchos hombres y mujeres, en este y otros países, dieron la vida por sus ideales, por no quedarse cómodos, por no estarse callados frente a las injusticias, ni resignarse a que las necesidades de su comunidad permanezcan siempre insatisfechas. Afortunadamente, la democracia nos protege de muchas formas de opresión, nos ofrece diversos caminos para pelear por nuestros derechos. La libertad de expresar nuestras opiniones, de manifestarnos por lo que consideramos justo, de reclamar por las injusticias que se siguen cometiendo.
Desde que comencé este camino, me comprometí con muchas causas. Y recibí grandes facturas. La Ley de Medios fue una de ellas: fui una de las tantas personas a las que les cerraron puertas por reclamar la democratización de los medios en que trabajamos. Otro tanto sucedió con mi apoyo a la política de Derechos Humanos que lleva adelante este gobierno: parece que, para muchos, exigir que genocidas y torturadores vayan a prisión es incompatible con actuar en comedias o series. También generó rechazo mi adhesión a la 125 y no estar de acuerdo con la Mesa de Enlace: como si además del Congreso, el Ejecutivo y los “representantes del campo” nadie más tuviera derecho a pedir una mayor distribución de la riqueza. Increíblemente, recibí críticas hasta por repudiar la pena de muerte... En fin, por todas estas causas recibí apoyos sinceros y sentidas críticas, muchas de ellas muy irrespetuosas, así como también el constante ataque de los medios de derecha y la invisibilización de mis ideas o la tergiversación de las mismas. Aunque sabía bien a qué me enfrentaba y me la banqué.
Pero en estos días algo cambió. Un ataque, con tufo a operación mediática, me dejó tristemente asombrada. Mi apoyo al casamiento igualitario y mi planteo de debatir el proyecto de ley de aborto subieron el tono de las ya conocidas críticas, para convertirse en amenazas. Contra mi vida y las de mis hijos. Me apenó mucho y me dio rabia tal bajeza. Pero entonces comencé a pensar que no es sólo un cobarde ataque contra mí, sino que estas acciones son para impedir que las ideas e inquietudes que muchos compartimos dejen de tener un lugar de visibilidad, por miedo al contagio. Por miedo a que más y más personas se vean reflejadas, o comiencen a cuestionar sus propias opiniones, a considerar otros puntos de vista.
Se iniciaron varias campañas en Internet para atacarme. Los activistas de varios de estos grupos se identifican con el color naranja y dicen defender la familia argentina, la vida y la patria. Seguramente, entre ellos habrá muchas personas de buena fe que no saben bien lo que están apoyando al adherir a estas campañas. Porque si uno sigue los enlaces que hay en las páginas web y blogs de sus miembros, llega fácilmente a sitios donde se revindica la dictadura, se afirma que los 30 mil desaparecidos eran guerrilleros, tratan a represores y torturadores como víctimas del terrorismo, y otras series de barbaridades que demuestran que nuestra joven democracia todavía deberá enfrentar muchas amenazas. Algunos de los comentarios y mensajes que envían son indignos de personas que afirman vivir en el amor de Dios. Copio algunos: “Vos y tus hijos se van a quemar en el Infierno.” “¿Por qué no habrá abortado tu mamá?” “Ojalá que vuelva la Triple A.” Entonces, ¿de qué defensa de la vida y amor me hablan? Lo que dejan en claro es que sus presiones son puramente ideológicas, de que con gusto eliminarían a todo aquel que no concuerde con sus dogmas. De que en nombre de Dios, la patria y los niños apoyarían alegremente un nuevo golpe de Estado.
Es por esto que quiero dejarlo bien en claro: este tipo de intimidaciones no va a lograr que me calle la boca. Por el contrario, siento que estoy parada en el lugar correcto, y que quienes me atacan son los mismos defensores de las atrocidades que por nada del mundo deberían volver a suceder en nuestro país. Esto es lo que pienso, esto es lo que siento, esto es lo que soy. Estemos o no de acuerdo en nuestros pensamientos, la posibilidad debatir respetando al otro sigue siendo el único camino. Por eso, a todas las personas que amamos la libertad les pido: no aflojemos, no nos callemos la boca, no dejemos que nos acallen las sombras del pasado más oscuro. La única lucha que se pierde es la que se abandona. <


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Florencia Peña denunció que la amenazaron de muerte por apoyar el casamiento gay
"Este tipo de intimidaciones no van a lograr que me calle la boca", advirtió la actriz sobre las campañas online impulsadas en su contra

Domingo 8 de agosto de 2010 | 14:58 (actualizado hace 2 días)
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La actriz y columnista Florencia Peña denunció amenazas de muerte y ataques en la Web, contra su persona y su familia, tras exponer abiertamente su apoyo al casamiento entre personas del mismo sexo y su intención de debatir el proyecto de ley de aborto.

En su columna dominical de Tiempo Argentino, Peña habló de "un ataque con tufo a operación mediática" que la dejó apenada y asombrada. "Comencé a pensar que no es sólo un cobarde ataque contra mí, sino que estas acciones son para impedir que las ideas e inquietudes que muchos compartimos dejen de tener un lugar de visibilidad, por miedo al contagio", destacó.

Según afirmó, en los últimos días se iniciaron campañas en Internet de activistas "que se identifican con color naranja y dicen defender la familia argentina, la vida y la patria".

"Algunos de los comentarios y mensajes que envían son indignos de personas que afirman vivir en el amor de Dios. Copio algunos: ´Vos y tus hijos se van a quemar en el Infierno`´¿Por qué no habrá abortado tu mamá??", ejemplificó la actriz.

Con tono tajante y sin rodeos, Peña aseguró que "este tipo de intimidaciones no van a lograr callarla" y se mostró confiada en que es necesario debatir respetando al otro.

En su defensa, la comediante reflexionó: "Cuando veo a mis hijos, pienso que nada mejor podría pasarles que poder sostener sus ideas, defenderlas, y llevarlas a cabo, cueste lo que cueste y pase lo que pase".

"Esto es lo que pienso, esto es lo que siento, esto es lo que soy", concluyó.


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Editorial: en defensa de Florencia Peña
La cacería de brujas
Publicado el 8 de Agosto de 2010
Por Roberto Caballero Director.
Florencia Peña está bajo amenaza de grupos clericales reaccionarios desde que apoyó el matrimonio igualitario y el derecho al aborto. Estos grupos hoy ejercen presión sobre la pañalera Huggies, para que deje de ser la imagen de su campaña publicitaria.


Desde que Tiempo Argentino está en la calle, el aire se volvió más respirable. A los medios conservadores ya no les resulta tan fácil presentar sus propios problemas como si fueran los problemas de los que la sociedad debe hablar. Tiempo marca otra agenda. Publica noticias que eran prolijamente ignoradas por el establishment empresario-periodístico. Desnuda la trama, muchas veces siniestra, de cómo se construye la foto oligopólica, donde sólo tienen cabida las noticias presentadas de modo catastrófico. Ocurre que nuestro compromiso con la verdad excede la mirada mercantil. No estamos en ninguna guerra contra el gobierno, y tampoco contra el sistema democrático. Este es un diario hecho por periodistas que sabemos que el objetivo del poder económico, cuando presenta a nuestro país como si fuera Irak o Afganistán, es mutilar la autoestima de todo un pueblo. Ignorar los logros que todos como sociedad vamos construyendo –y cito la Ley de Medios, la Asignación Universal por Hijo y el Matrimonio Igualitario como triunfos evidentes de lo nuevo frente al viejo orden– es conspirar contra las formidables capacidades que tiene el país de superarse, de mejorar, de ser el territorio de nuestros sueños definitivamente concretados.
Los retorcijones de estómago que los privilegiados de siempre sufren hoy, al ver que pueden perder muchos de los negocios amasados con el terrorismo de Estado y el neoliberalismo de los ’90, no son los de toda la sociedad. Eso es falso. La crispación de Biolcati o Bergoglio, la de Macri o De Narváez, la de Duhalde, la AEA y la UIA, de La Nación y Clarín es la de ellos. Quedó demostrado durante los festejos del Bicentenario, donde fuimos millones los que exigimos, desde la alegría y la participación, que nos dejen vivir tranquilos. Los problemas de los dueños del poder y del dinero les pertenecen, y aceptamos con gusto que nos socialicen sus ganancias pero de ninguna manera sus dolores gastrointestinales.
El cambio de humor social que la Argentina atraviesa no es otra cosa que el tránsito de una realidad difícil a una más tolerable. Todos hoy somos más tolerantes con lo que hacemos. Aprendimos que el origen del enojo de unos no es necesariamente el de la mayoría social que se levanta todas las mañanas a poner en marcha este país bendito. Esto es lo que hace posible, por ejemplo, que periodistas como nosotros, comprometidos pero invisibles, podamos articular opiniones parecidas con Víctor Hugo Morales o Florencia Peña, de mucha mayor exposición en los medios, que hoy son columnistas de este diario.
Hay en ellos una gran valentía para decir lo que dicen desde nuestras páginas. Ellos saben lo que pierden y lo que ganan por ir contra la corriente del falso consenso que venden los grandes grupos mediáticos. Ellos lo saben, y no se callan. Eso los hace muy valiosos. Porque con su testimonio nos dicen que el precio que se paga si uno silencia lo que piensa es ceder a la extorsión y vivir en un país peor, donde gana la caza de brujas que proponen los crispados intolerantes que sólo se reproducen en la asfixia y el miedo antidemocrático.
Florencia Peña, por caso, está bajo amenaza de grupos clericales reaccionarios desde que apoyó el matrimonio igualitario y el derecho al aborto. Estos grupos hoy ejercen presión sobre la pañalera Huggies, de la multinacional estadounidense Kimberly-Clark, para que deje de ser la imagen de su campaña publicitaria. Indignados lectores de La Nación apoyan este pedido de censura comercial. Hay que decirlo, y también hay que publicar quiénes son estos nuevos cruzados que pretenden que la sociedad retroceda en cuatro patas a los tiempos del oscurantismo y la persecución fascista. El grupo católico se hace llamar “Ola Naranja”, aunque la organización tiene por nombre Hacerse Oír - Hablemos Claro. Martín Viano es uno de sus impulsores. Entre sus antecedentes está el haber sido miembro de la agrupación de ultraderecha Tradición, Familia y Propiedad. La lectora de La Nación preocupada por la imagen de Huggies, según la edición del diario del 6 de agosto, es Mariana Campos Carlés. Suele comentar también en sitios web que defienden la mano dura. Su apellido es de larga prosapia sanisidrense. Campos Carlés se llama el abogado que representó a La Nación y Clarín en el traspaso accionario de Papel Prensa durante la dictadura, cuando se le arrebataron las acciones a la familia Graiver por medio del apriete y la tortura, con la venia de las tres armas, para beneficiar a los diarios tradicionales que iban a silenciar el genocidio, trámite sangriento que hoy está siendo investigado como delito de lesa humanidad. La revista Noticias, propiedad de Jorge Fontevecchia, también atacó en su última edición a Florencia desde su tapa, estigmatizándola como parte de una supuesta “farándula K”, lanzando la sospecha de que sus opiniones favorables a ciertas políticas de gobierno obedecen a un oscuro intercambio de dádivas. Una verdadera canallada, que copia dos tapas previas de similar tenor contra las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y artistas populares de la talla de León Gieco y Teresa Parodi, entre otros. La intención es clara y horrorosa a la vez: sembrar desconsuelo y cansancio moral en la sociedad. Producir descreimiento, sabotear la fe, convencer de que no hay nada que valga la pena. A Fontevecchia le gusta hablar de psicoanálisis en sus columnas. Nadie mejor que él para saber que los disvalores que les adjudica a otros son los que él atesora en su propia personalidad. Vive intoxicado de cinismo y pretende que todos hagamos lo mismo. Una locura.
También suele llenarse la boca hablando de libertad de expresión.
Que quede esta columna como registro para los archivos de la gráfica. A Florencia Peña, a Gastón Pauls y a Andrea del Boca no los vapulea desde su revista por los inexistentes negocios que les atribuye con maldad. Los castiga por lo que piensan y dicen. Le molesta, lo saca de las casillas, que opinen diferente a él. Que vean algo bueno donde su propia incapacidad para comprender el estado del mundo y el país lo lleva a ver sólo indecencia, toma y daca y desbarranco ético.
Fontevecchia vive en un pensamiento de emboscada. Acorralado por los fantasmas agrios de un inconsciente dantesco, envuelto en maquinaciones que sólo él sabe cuánto y dónde le duelen.
No es para tanto. No debería reaccionar tan mal. Se trata, apenas, de un cambio de orden. Lo viejo cruje, se desmorona, se deshilacha, para dar paso a algo nuevo. Eso que se se le cae alrededor es el castillo del pasado.
Lo nuevo es lo que Florencia Peña avizora y testimonia en sus columnas dominicales en Tiempo Argentino.
Lo viejo es perseguir a alguien por sus ideas, cualesquiera sean.
Pero váyanlo sabiendo: esta vez no van a poder. Somos millones los que queremos un país mejor.
Y no nos callamos más.


VER: 
NELSON CASTRO ENTREVISTA A HECTOR TIMERMAN SIGUIENDO LA AGENDA MEDIATICA - Aug 

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: ENTRE SARLO, TENEMBAUM Y LOS BLOGUEROS VARIAS FOTOS DE LA SOCIEDAD. - Apr 30

texto entrevista: dice Tenembaum:
¿Me dejás que te muestre algo? Mirá esto, estos son Mariotto, Morgado y Bauer hablando al lado de afiches donde alguno de nosotros estamos con dólares en la boca en una marcha. Afiches que además fueron transmitidos por la televisión oficial una y otra vez, sin ningún gesto de repudio sobre eso.
 texto completo al final de este post incluye videos: 
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