Domingo, 23 de enero de 2011
Uno de los integrantes de la Mesa de Enlace participa de los dos lados del mostrador en el mercado de trigo, que está en ebullición por la importante cosecha y porque molinos y exportadores no estarían pagando el precio pleno acordado con el Gobierno. Carlos Garetto, conoce como productor y como asociado a una cooperativa exportadora, cómo funciona ese negocio donde los pequeños productores se sienten perjudicados.
Por Javier Lewkowicz
Las corporaciones de la Mesa de Enlace han planteado la existencia de un conflicto en el mercado del trigo donde presentan a productores aislados que deben luchar contra las poderosas multinacionales, cuando la situación es más compleja y en el medio figuran actores vinculados con ambos sectores en pugna. En la semana convocada a no comercializar granos, aunque sí lo hicieron como reveló ayer Página/12, Mario Llambías, Eduardo Buzzi, Hugo Biolcati y Carlos Garetto concentraron sus críticas en el Gobierno por suscribir un acuerdo de precios que beneficiaría a molinos y exportadoras en perjuicio de los productores trigueros. Ese desgastado grupo de cuatro dirigentes patronales no ha mencionado en sus arengas diarias que uno de sus integrantes se encuentra en los dos lados del mostrador. Ese puede ser el motivo de que sea el más callado de los cuatro. La Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) es una de las entidades que conforman Coninagro, cuyo presidente, Carlos Garetto, compone la Mesa de Enlace. ACA exporta de forma directa cerca del 8 por ciento del total liberado por el Gobierno recibiendo el precio FAS teórico para el trigo (valor que motivó la protesta). Despacha ese volumen al exterior pese a contar con asociados que producen mucho más. La porción del comercio exterior en la que opera ACA está definida por las grandes multinacionales del negocio, como Cargill y Bunge, que regulan la cuota que recibe cada firma en la cámara de exportadores. A su vez, ACA les exporta a las filiales de esas multinacionales en otros países, aceptando ese lugar restrictivo en la actividad que perjudica a sus productores. Ese doble juego no inhibió al productor triguero y ganadero Garetto a firmar hace unas semanas un acuerdo con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, para la entrega de créditos subsidiados a productores de Leones, localidad donde tiene su propia explotación. También participa en la comercialización del trigo desde ACA. Y se anota en la Mesa de Enlace para apuntar contra el Gobierno. Garetto sabe estar en todos lados. Situación similar, aunque no en forma tan amplia, se comprueba con la Federación Agraria Argentina, conducida por Eduardo Buzzi, y la Asociación Federados Argentinos.
ACA es una cooperativa de segundo grado que forma parte de Coninagro. Tiene cerca de 150 centros de acopio de todo el país, con unos 80 mil productores asociados que generan el 12 por ciento de la producción de granos del país. Como parte de su infraestructura de exportación tiene dos puertos propios, en San Lorenzo, cerca de Rosario, y en Quequén, al sur de la provincia de Buenos Aires. Garetto se inició como dirigente en una cooperativa de Leones, luego pasó a ACA y finalmente llegó a Coninagro.
Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, del total de casi 35 millones de toneladas de granos exportadas desde enero a octubre de 2010, ACA vendió 2.370.000, el 6,8 por ciento del total. Bunge lo hizo por 4.800.000 toneladas (13,7 por ciento) y Cargill, 6.600.000 (18,8). Para el mismo período de 2009, ACA vendió al exterior el 8,2 por ciento del total, Bunge, 11,8, y Cargill, 16,5 por ciento.
En el mercado del trigo, también desde enero a octubre, en 2010 ACA exportó el 9 por ciento del total, Bunge vendió el 18,3, y Cargill, el 16,7 por ciento. En 2009 ACA exportó el 7,5 por ciento del total, Bunge, 13,8, y Cargill, 16,5 por ciento. Valores similares se registraron en 2008. Los datos muestran que ACA posee, si bien menos que las grandes multinacionales, una cuota considerable del mercado de exportación. Agricultores Federados Argentinos (AFA), entidad vinculada con Federación Agraria, también participa de acopio y exportación, aunque su participación en el mercado es mucho menor que la de ACA.
Los dirigentes del agro indican que la segmentación del mercado para abastecer con una parte el consumo interno y la otra liberada paulatinamente a la exportación genera una sobreoferta sistemática que deprime los precios al productor, en favor de las exportadoras, los molinos e incluso del Gobierno, que puede reducir así el subsidio que otorga a la molinería. Esta situación se verifica con pequeños productores. En este contexto, la salida directa al exterior por parte de la misma cooperativa que en instancias inferiores de la cadena contiene a los productores (como ACA) podría ser parte de una solución.
Sin embargo, y por diversas causas, el canal de la comercialización directa cooperativa no prospera y no constituye una mejora importante para el productor. En ACA aseguran que por las ventas que realizan al exterior el productor asociado recibe el precio pleno. En esas condiciones, los asociados deberían presionar para que ACA gane mercado frente a las multinacionales, porque la empresa sólo vende al exterior una porción escasa de su producción.
Por un lado, diversas fuentes del mercado de granos aseguran que las entidades cooperativas que son comercializadoras no tienen la posibilidad de ampliar su cuota de despachos por un acuerdo en la cámara de exportadores. “La mesa chica de la cámara de exportadores asigna el tonelaje que cada uno exporta. Si quisiéramos exportar más, no se puede hacer nada, porque todo lo que vendemos termina yendo hacia otras filiales de las empresas multinacionales, Cargill y Bunge sobre todo. Por esta razón, tampoco podemos salir a plantear abiertamente esta situación”, indicaron a este diario desde Agricultores Federados Argentinos. “Nadie quiere que lo escrachen, quedar marcado en la cámara”, agregó la fuente. Esta situación muestra un vínculo más estrecho y de connivencia entre una entidad de mucho peso como ACA (y por lo tanto Coninagro y la Mesa de Enlace) y las multinacionales exportadoras.
En ACA explican que no asume toda la exportación de sus productos porque requeriría una logística, como la búsqueda de clientes y mercados en el exterior, mucho mayor de la que tiene actualmente. A su vez, el pedido de la autorización para exportar productos agrícolas (a través del ROE verde que libera la Oncca) requiere que en el momento en que el certificado se otorga se adelante el monto de las retenciones por el valor a vender. Afirman que no tienen capacidad financiera para semejante emprendimiento. En cambio, señalan que las multinacionales para hacer este desembolso antes de cobrar por la colocación poseen espaldas financieras que les permite endeudarse a tasas convenientes en el exterior.
Desde ACA aseguran que la carga que se exporta la compra a los productores pagando el precio pleno, pero como la cantidad de trigo que adquiere de los productores es mucho mayor de la que exporta, no todos pueden beneficiarse del FAS teórico. Vedada la posibilidad de exportar más por el acuerdo-cartel fijado en la cámara de exportadores, el resto de la producción la vende de manera interna a las exportadoras y molineros, y por esta operación, dicen, reciben el descuento sobre el FAS teórico que, a la vez, es trasladado a los productores. Sin embargo, el poder de negociación de ACA frente a las multinacionales es mucho mayor que el de productores individuales, y por lo tanto superior es su posibilidad de lograr precios cercanos al pleno.
Fabián Francioni, intendente de Leones, Córdoba, donde tiene su campo Garreto, le dijo a Página/12 que en esa localidad “los productores no quieren saber de nada con las cooperativas” y que “las entidades ahorcan a los asociados con los precios, cuando ellos venden al FAS teórico”. “Garetto (productor triguero) les vende directamente a Cargill y Bunge”, agrega. En tanto, desde AFA indican que “con el trigo los productores están ahora muy sensibles, es muy difícil que ACA se quede con una parte, pero puede pasar con la soja”. Aparece entonces otro elemento para explicar las razones de por qué ACA no se expande para beneficiar a sus asociados: en muchos casos, los propios productores dudan de estar recibiendo el máximo precio posible y prefieren el negocio de la comercialización en sí mismo, desligado del interés de los asociados.
Esto no quita que de todas formas productores que vendan por la cooperativa puedan recibir mejores precios. Un productor nucleado en AFA dice que entregando la cosecha a la cooperativa recibió cinco pesos más por tonelada de lo que le pagaban si colocaba el trigo de forma directa. Aun recibiendo un poco más, el resultado de la venta que luego realiza ACA revela que podrían haber conseguido un precio más alto. Por ese motivo, en muchos casos, productores deciden venderles directamente a las multinacionales porque ofrecen mayores garantías y seguridad en la transacción.
La complejidad de la posición de Garetto y Coninagro dentro de la disputa entre la Mesa de Enlace y el Gobierno no se reduce al vínculo con las grandes comercializadoras a las que acusan de no pagar el precio pleno (actitud que reproduce en muchos casos ACA). Dentro de la Mesa las diferencias históricas fueron resurgiendo terminado el conflicto por la resolución 125. De esta manera, FAA y Coninagro, dos entidades vinculadas con pequeños y medianos productores, empezaron a ver con buenos ojos algunas propuestas oficiales. Del otro lado, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y la Sociedad Rural exacerbaron su posición de enfrentamiento. En este sentido, Garetto tuvo acercamientos con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez.
A fin de año en Leones, Córdoba, la “Capital Nacional del Trigo”, Domínguez rubricó junto a Garetto, quien es productor de la zona, un convenio para poner en marcha un parque cerealero agroindustrial en esa localidad e implementar un fondo rotatorio destinado a pequeños y medianos productores. Al mismo tiempo, la Mesa de Enlace sacaba un comunicado con fuertes críticas al Gobierno, situación que terminó en el cese de comercialización de granos en todo el país. Meses atrás, la Presidenta, Cristina Fernández, anunció en un acto en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires el inicio del Programa de Fondo Rotatorio Agropecuario Permanente, para adelantar a los productores de trigo los recursos para obtener las semillas y el gasoil, que fue elogiado por miembros de Coninagro y de Federación Agraria. Ambas entidades rompieron los puentes tejidos por Domínguez con el actual lockout fogoneado por Biolcati y Llambías, incluso cuando el Gobierno les puso a disposición un interesante plan de financiamiento a tasa cero para que los productores puedan retener su cosecha a la espera de mejores precios.
La situación de Garetto y Coninagro constituye una de las tantas contradicciones que emergen de la Mesa de Enlace. Esta presenta un discurso donde dice representar a los productores luchando contra el intervencionismo estatal y el poderío de las multinacionales. La fuerte presencia de Coninagro en la comercialización y el estrecho vínculo con las grandes exportadoras muestra que la realidad es más compleja y la capacidad de representar el interés del productor agropecuario, más limitada
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-160967-2011-01-23.html
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Página/12
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Por Alfredo Zaiat
El conflicto con el núcleo de la producción agropecuaria más rentable, que adquirió mayor intensidad a partir de marzo de 2008 por la resistencia a los derechos de exportación móviles, derivó en un proceso notable: la exteriorización, con alcance masivo, de riquezas y miserias de un sector relevante de la actividad económica. Hasta esa explosión, la realidad del campo se difundía por la suerte del clima y las cosechas, las jornadas de diferentes record en la Exposición de Palermo, las alianzas políticas conservadoras de grupos reaccionarios reunidos en la Sociedad Rural, los festivales de doma y folklore y algunas protestas de productores pequeños y medianos que adquirían repercusión nacional, aunque con escasa reacción en la esfera política, como prueba la desaparición de 80 mil explotaciones entre los censos agropecuarios de 1988 y 2002. La situación del campo estaba reservada a especialistas sectoriales y a un lugar marginal de la difusión informativa con su respectivo anunciante privado. A partir de la actual crisis muchos cientistas sociales redescubrieron la problemática agraria y empezaron a preparar sus investigaciones. El tema agropecuario es dominante si se aspira a comprender el sendero histórico del desarrollo argentino. Sus protagonistas han sido sujetos fundamentales en la construcción del imaginario colectivo sobre el destino de país. La particularidad del momento es que la cuestión agropecuaria ha adquirido una centralidad avasalladora en el debate económico. Ese lugar preponderante se explica por la irrupción de un poder económico que aspira a ser hegemónico, que ha estado presente a lo largo de la historia nacional y que se ha reconfigurado desde mediados de la década del noventa, con más fuerza en la primera década del nuevo siglo, con actores de las finanzas y de la industria. En la batalla contra la Resolución 125 ese viejo-nuevo poder se hizo visible para ocupar y no abandonar el centro del escenario económico-político.
La revolución tecno-productiva, con el ciclo siembra directa-semilla transgénica-herbicidas, y precios de los commodities elevados con una moneda doméstica maxidevaluada, junto a una reversión del ciclo local de valorización financiera, han sido las principales condiciones para la conformación de ese núcleo de poder atravesado por una trama multinacional. Su predominio no desplaza la existencia de una gran heterogeneidad de la estructura agraria con su diversidad de agentes sociales. La actividad agropecuaria está integrada por variados subsectores con sus respectivos procesos productivos que requieren de abordajes específicos. En estos años de discusión sobre la distribución de la renta agraria, esas situaciones que en gran medida involucra a pequeños y medianos productores, como la actual tensión por la comercialización del trigo, han provocado desvíos en hacer evidente el avance de ese viejo-nuevo poder económico.
Pese al agotamiento de adjetivos descalificativos de dirigentes de las entidades patronales del campo, y que en estos años ha sido su más dura pelea política, la administración kirchnerista no tuvo la intención de desarticular el modelo de organización productiva en el agro expresada en ese bloque de poder. En los últimos dos años, ha comenzado una incipiente, a veces contradictoria, revisión, forzada por la derrota de la 125, reconociendo la presencia de otros sujetos agrarios. Esto hace más compleja la comprensión de la tensión política con el núcleo dominante del campo y para descubrir los mecanismos de construcción de ese orden económico. Una enseñanza de este largo conflicto es que mostró cómo reaccionan grupos económicos ante una gestión política que pretende intervenir en cómo se reparten rentas extraordinarias. Excedentes que dependiendo de cómo se distribuyen entre los actores sociales determina el modelo de desarrollo. Esta disputa es por uno agroindustrial exportador, entendiendo industrial por la molienda de la soja en aceite, o por uno de reindustrialización, con un patrón que aún no está revisado en profundidad.
Esa tensión constante fue provocando en el Gobierno una reacción defensiva virtuosa que, para dar respuestas a demandas puntuales de los productores, ha instrumentado medidas y organismos de control que exigen el blanqueo de la actividad. Esa estrategia profundizó la brecha con toda la cadena agropecuaria, ya no sólo por las retenciones, modelo de desarrollo y bloque de poder económico, sino por el elevadísimo grado de informalidad del sector, que quedó en evidencia por la propia dinámica del conflicto. Un porcentaje importante de las operaciones agropecuarias violan las reglas fiscales en el eslabón de la comercialización y de la exportación con el consiguiente empleo de trabajadores en el marco de la informalidad, en algunos casos en condiciones infrahumanas. En esa instancia, además de cuestionar el Estado por fijar retenciones, el reclamo ideológico y político por la acción estatal en el mercado agropecuario está motivado por su intervención en la fiscalización de sus cuentas y relaciones laborales. Por eso no hubo ni habrá medidas oficiales, ni una nueva Junta Nacional de Granos para proteger a los pequeños productores, que aplacará la resistencia de un sector acostumbrado a operar parte de su producción en el circuito informal.
En este proceso complicado, una cuestión básica de cualquier análisis es considerar que a partir de la derrota de la 125 la administración kirchnerista quedó a la defensiva, aunque sin levantar la bandera blanca como aspiraban la Sociedad Rural junto a sus socios históricos y los nuevos entusiastas. La creación de un ministerio del área y la sucesión de medidas, incluyendo subsidios y abundantes fondos de asistencia, a favor de los productores forma parte de ese contexto político. El Gobierno ha brindado beneficios que en cualquier análisis comparativo con otras actividades productivas serían considerados exagerados. Un problema puntual en el eslabón de comercialización del trigo, que se explica por los tradicionales abusos monopsónicos (concentración de compradores, acopiadores, molinería y exportadores) junto a la existencia del circuito marginal de venta, se abordó primero con un acuerdo-compromiso de pagar el “precio pleno” y luego ante la deficiencia de esa iniciativa se liberó las exportaciones y se lanzó una línea de crédito por 840 millones de pesos a tasa cero para los trigueros.
El informe más reciente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria sobre la rentabilidad del productor triguero da cuenta de su bonanza, resultados publicados en Página/12 el jueves pasado. Ese relevamiento está en línea con el elaborado por la Bolsa de Cereales, que en su último reporte destaca que “el inminente cierre de la campaña triguera 2010/11 lograría una productividad de 34,5qq/ha, record histórico del cultivo en nuestro país. Perfilando así una producción final de 15 millones de toneladas, 7,1 millones más que la pasada campaña”. La estación experimental INTA Pergamino calculó que el margen bruto promedio de rentabilidad de la producción triguera, con los descuentos adicionales de molinos y exportadores, se ubica en unos 173 dólares, cuando la media histórica es de 110 dólares. Ese resultado es el segundo mejor, después de 2008, desde la salida de la convertibilidad, y sólo detrás del registrado en 1996 durante esa década. O sea, la cosecha 2010 de trigo es la tercera mejor de los últimos veinte años en rentabilidad para el productor. Para la presente campaña, el INTA estimó que un productor pequeño de hasta 80 hectáreas obtendrá entre 13.840 y 24.000 dólares por el trigo, y uno de tamaño medio, de unas 200 hectáreas, recibirá de 34.600 a 60.200 dólares.
Hoy es el trigo, ayer fue la carne, mañana será el maíz, la leche o el girasol, y después, las retenciones a la soja. En cada uno de esos reclamos, mientras van capturando cada uno de los beneficios otorgados por el Gobierno, como el de los créditos trigueros que referentes del sector recomiendan ansiosos aceptarlos, se expresa la presencia dominante del viejo-nuevo poder económico instalado ya como un actor central de la escena nacional.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-160930-2011-01-22.html
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Por Alfredo Zaiat
Miles de productores asociados a dos de las entidades que conforman el grupo político denominado Mesa de Enlace Agropecuaria no deberían tener problemas con el precio que dicen que les pagan por el trigo. Pequeños y medianos adheridos a la Federación Agraria y a la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro) estarían en condiciones de recibir el “precio pleno” (descontados retenciones y gastos de embarque) por sus granos. Esas dos cámaras empresarias están vinculadas con Agricultores Federados Argentinos (AFA), en el primer caso, y a la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), en el otro. Ambos tienen una participación activa en la compra de cereales y oleaginosas en el mercado, con elevada capacidad de acopio y de exportación. No sería razonable especular con que el nucleamiento de los federados y el de los cooperativistas estén perjudicando a sus propios productores trigueros.
El comportamiento opresivo de grupos monopsónicos (pocos compradores) es tradicional en la cadena de comercialización de productos agropecuarios. En estos días de conflicto con el trigo, también se registró una situación similar con chacareros de manzanas y peras en Río Negro. Por ese motivo, la asociación de pequeños y medianos para vender su producción es una herramienta defensiva ante abusivas políticas de precios de acopiadores, industria y exportadores. Los AFA y la ACA son una referencia de asociación, aunque el liderazgo de la protesta por el precio del trigo de dirigentes relacionados con esas entidades plantea interrogantes sobre el funcionamiento de sus respectivos circuitos de comercialización propios, las razones a la resistencia a la fiscalización estatal de las operaciones y la motivación política del lockout que hoy a la noche culmina.
Las páginas web de esas agrupaciones ofrecen información valiosa para conocer cómo intervienen cada uno de esos actores en el negocio agropecuario. En la de Coninagro se destaca que ejerce la representación gremial del sector agropecuario solidario y que en la actualidad existen unas mil cooperativas agropecuarias de primer grado, adheridas a más de una docena de federaciones de segundo grado. Afirman que esto representa a unos 120 mil productores empresarios asociados con cooperativas agropecuarias. Su presidente Carlos Garetto, cordobés oriundo de Leones, conocida como la Capital Nacional del Trigo, llegó a Coninagro como representante de la ACA. “Es un reconocido productor de trigo y ganado de Córdoba”, lo definen en su sitio de Internet.
La Asociación de Cooperativas Argentinas debería brindar tranquilidad a sus productores trigueros que dicen que no la tienen sobre el precio de la cosecha. La ACA es una cooperativa de cooperativas fundada el 16 de febrero de 1922, reúne a 160 cooperativas de primer grado de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y La Pampa. Sus dos objetivos fundamentales que esgrime son:
- La comercialización de la producción agropecuaria, incluida la industrialización y los servicios anexos, como logística, puertos y financiamiento, entre otros.
- La provisión de insumos para el sector agropecuario.
Es uno de los principales operadores de granos del país en la comercialización de cereales y oleaginosas, superando las 10 millones de toneladas anuales. “La comercialización interna de productos agrícolas, en su función de corredor, es una de las principales actividades de la empresa”, informa. Asegura que tiene por objeto ofrecer a las cooperativas el más amplio espectro del mercado de cereales y oleaginosas que se destinan a compradores de la industria, la exportación y el consumo. “La gestión de la ACA, como el principal corredor del país, permite ofrecer a las cooperativas, a través de un servicio integral, las mejores opciones para la comercialización de sus granos”, afirma. Se supone que se incluye garantizar el precio pleno a sus asociados productores de trigo.
Detalla que del total de cereales y semillas oleaginosas de la ACA, aproximadamente el 35 por ciento se comercializa en el mercado externo atendiendo en forma directa los requerimientos de las industrias y consumidores finales, siendo los principales productos trigo, maíz, soja, sorgo, girasol, arroz, harina de soja, aceite de soja, miel y jugos de frutas. Posee puertos propios en San Lorenzo y Quequén, instalaciones para embarcar la mercadería que tiene destino al exterior, los que “se encuentran equipados con la más alta tecnología”, elogia. Por ejemplo, en el Puerto de San Lorenzo cuenta con una capacidad de almacenaje para 240.000 toneladas de granos y la carga anual supera los 2 millones. Tiene una operatoria similar en las instalaciones propias ubicadas en el Puerto de Quequén. En la página web informa de la existencia de ACAbase, mencionando que los tres pilares fundamentales de ese servicio son la integración entre ACA y las cooperativas, la información en tiempo real y la transparencia de la información. En estas semanas de tensión sobre el precio del trigo, se trata de una herramienta fundamental para el productor, si cumple con esos compromisos.
Los miembros de la Federación Agraria también están vinculados con una entidad que se presenta a sus servicios para evitar las arbitrariedades en la fijación del precio de su producción. Agricultores Federados Argentinos es una cooperativa agropecuaria de primer grado, fundada el 3 de noviembre de 1932, arraigada en el corazón de la región de la Pampa Húmeda. En su sitio de Internet informan que “con el objetivo de mantener la prestación de servicios en el aspecto cooperativo, veintiocho chacareros provenientes de veintiséis secciones ubicadas en tres provincias (Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba) y bajo la iniciativa de la Federación Agraria Argentina, fundaron Agricultores Federados Argentinos”. Está estructurada en 26 Centros Cooperativos Primarios, coordinados por una administración central localizada en Rosario. Así le permite tener presencia en más de 90 localidades del interior de Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba. Cuenta con más de 30 mil productores asociados y un acopio del orden de las 3,4 millones de toneladas anuales. Para ello cuenta con plantas de acopio propias, con capacidad para almacenar alrededor de 2,5 millones de toneladas. “Esta escala determina que AFA sea reconocido como uno de los más importantes referentes del mercado granario del país, posibilitando al productor su acceso a las mejores condiciones de mercado”, asegura en su página web.
Los federados de Eduardo Buzzi y los cooperativistas de Carlos Garetto no deberían padecer las prácticas dominantes de molinos y exportadores con su trigo, puesto que si así fuese se habría producido un hecho notable: el abuso denunciado en la fijación de precios por debajo del FAS teórico, que provocó la protesta de los últimos siete días, tendría como partícipes a sus propias entidades asociadas.
azaiat@pagina12.com.ar
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-160968-2011-01-23.html
ECONOMIA › CARLOS GARETTO, TITULAR DE CONINAGRO, MIEMBRO DE LA EXPORTADORA ACA, UNA DE LAS CUATRO PATAS DE LA MESA DE ENLACE Y PRODUCTOR TRIGUERO.
Está sentado en todas las sillas disponibles
Uno de los integrantes de la Mesa de Enlace participa de los dos lados del mostrador en el mercado de trigo, que está en ebullición por la importante cosecha y porque molinos y exportadores no estarían pagando el precio pleno acordado con el Gobierno. Carlos Garetto, conoce como productor y como asociado a una cooperativa exportadora, cómo funciona ese negocio donde los pequeños productores se sienten perjudicados.
Por Javier Lewkowicz
Las corporaciones de la Mesa de Enlace han planteado la existencia de un conflicto en el mercado del trigo donde presentan a productores aislados que deben luchar contra las poderosas multinacionales, cuando la situación es más compleja y en el medio figuran actores vinculados con ambos sectores en pugna. En la semana convocada a no comercializar granos, aunque sí lo hicieron como reveló ayer Página/12, Mario Llambías, Eduardo Buzzi, Hugo Biolcati y Carlos Garetto concentraron sus críticas en el Gobierno por suscribir un acuerdo de precios que beneficiaría a molinos y exportadoras en perjuicio de los productores trigueros. Ese desgastado grupo de cuatro dirigentes patronales no ha mencionado en sus arengas diarias que uno de sus integrantes se encuentra en los dos lados del mostrador. Ese puede ser el motivo de que sea el más callado de los cuatro. La Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) es una de las entidades que conforman Coninagro, cuyo presidente, Carlos Garetto, compone la Mesa de Enlace. ACA exporta de forma directa cerca del 8 por ciento del total liberado por el Gobierno recibiendo el precio FAS teórico para el trigo (valor que motivó la protesta). Despacha ese volumen al exterior pese a contar con asociados que producen mucho más. La porción del comercio exterior en la que opera ACA está definida por las grandes multinacionales del negocio, como Cargill y Bunge, que regulan la cuota que recibe cada firma en la cámara de exportadores. A su vez, ACA les exporta a las filiales de esas multinacionales en otros países, aceptando ese lugar restrictivo en la actividad que perjudica a sus productores. Ese doble juego no inhibió al productor triguero y ganadero Garetto a firmar hace unas semanas un acuerdo con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, para la entrega de créditos subsidiados a productores de Leones, localidad donde tiene su propia explotación. También participa en la comercialización del trigo desde ACA. Y se anota en la Mesa de Enlace para apuntar contra el Gobierno. Garetto sabe estar en todos lados. Situación similar, aunque no en forma tan amplia, se comprueba con la Federación Agraria Argentina, conducida por Eduardo Buzzi, y la Asociación Federados Argentinos.
ACA es una cooperativa de segundo grado que forma parte de Coninagro. Tiene cerca de 150 centros de acopio de todo el país, con unos 80 mil productores asociados que generan el 12 por ciento de la producción de granos del país. Como parte de su infraestructura de exportación tiene dos puertos propios, en San Lorenzo, cerca de Rosario, y en Quequén, al sur de la provincia de Buenos Aires. Garetto se inició como dirigente en una cooperativa de Leones, luego pasó a ACA y finalmente llegó a Coninagro.
Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, del total de casi 35 millones de toneladas de granos exportadas desde enero a octubre de 2010, ACA vendió 2.370.000, el 6,8 por ciento del total. Bunge lo hizo por 4.800.000 toneladas (13,7 por ciento) y Cargill, 6.600.000 (18,8). Para el mismo período de 2009, ACA vendió al exterior el 8,2 por ciento del total, Bunge, 11,8, y Cargill, 16,5 por ciento.
En el mercado del trigo, también desde enero a octubre, en 2010 ACA exportó el 9 por ciento del total, Bunge vendió el 18,3, y Cargill, el 16,7 por ciento. En 2009 ACA exportó el 7,5 por ciento del total, Bunge, 13,8, y Cargill, 16,5 por ciento. Valores similares se registraron en 2008. Los datos muestran que ACA posee, si bien menos que las grandes multinacionales, una cuota considerable del mercado de exportación. Agricultores Federados Argentinos (AFA), entidad vinculada con Federación Agraria, también participa de acopio y exportación, aunque su participación en el mercado es mucho menor que la de ACA.
Los dirigentes del agro indican que la segmentación del mercado para abastecer con una parte el consumo interno y la otra liberada paulatinamente a la exportación genera una sobreoferta sistemática que deprime los precios al productor, en favor de las exportadoras, los molinos e incluso del Gobierno, que puede reducir así el subsidio que otorga a la molinería. Esta situación se verifica con pequeños productores. En este contexto, la salida directa al exterior por parte de la misma cooperativa que en instancias inferiores de la cadena contiene a los productores (como ACA) podría ser parte de una solución.
Sin embargo, y por diversas causas, el canal de la comercialización directa cooperativa no prospera y no constituye una mejora importante para el productor. En ACA aseguran que por las ventas que realizan al exterior el productor asociado recibe el precio pleno. En esas condiciones, los asociados deberían presionar para que ACA gane mercado frente a las multinacionales, porque la empresa sólo vende al exterior una porción escasa de su producción.
Por un lado, diversas fuentes del mercado de granos aseguran que las entidades cooperativas que son comercializadoras no tienen la posibilidad de ampliar su cuota de despachos por un acuerdo en la cámara de exportadores. “La mesa chica de la cámara de exportadores asigna el tonelaje que cada uno exporta. Si quisiéramos exportar más, no se puede hacer nada, porque todo lo que vendemos termina yendo hacia otras filiales de las empresas multinacionales, Cargill y Bunge sobre todo. Por esta razón, tampoco podemos salir a plantear abiertamente esta situación”, indicaron a este diario desde Agricultores Federados Argentinos. “Nadie quiere que lo escrachen, quedar marcado en la cámara”, agregó la fuente. Esta situación muestra un vínculo más estrecho y de connivencia entre una entidad de mucho peso como ACA (y por lo tanto Coninagro y la Mesa de Enlace) y las multinacionales exportadoras.
En ACA explican que no asume toda la exportación de sus productos porque requeriría una logística, como la búsqueda de clientes y mercados en el exterior, mucho mayor de la que tiene actualmente. A su vez, el pedido de la autorización para exportar productos agrícolas (a través del ROE verde que libera la Oncca) requiere que en el momento en que el certificado se otorga se adelante el monto de las retenciones por el valor a vender. Afirman que no tienen capacidad financiera para semejante emprendimiento. En cambio, señalan que las multinacionales para hacer este desembolso antes de cobrar por la colocación poseen espaldas financieras que les permite endeudarse a tasas convenientes en el exterior.
Desde ACA aseguran que la carga que se exporta la compra a los productores pagando el precio pleno, pero como la cantidad de trigo que adquiere de los productores es mucho mayor de la que exporta, no todos pueden beneficiarse del FAS teórico. Vedada la posibilidad de exportar más por el acuerdo-cartel fijado en la cámara de exportadores, el resto de la producción la vende de manera interna a las exportadoras y molineros, y por esta operación, dicen, reciben el descuento sobre el FAS teórico que, a la vez, es trasladado a los productores. Sin embargo, el poder de negociación de ACA frente a las multinacionales es mucho mayor que el de productores individuales, y por lo tanto superior es su posibilidad de lograr precios cercanos al pleno.
Fabián Francioni, intendente de Leones, Córdoba, donde tiene su campo Garreto, le dijo a Página/12 que en esa localidad “los productores no quieren saber de nada con las cooperativas” y que “las entidades ahorcan a los asociados con los precios, cuando ellos venden al FAS teórico”. “Garetto (productor triguero) les vende directamente a Cargill y Bunge”, agrega. En tanto, desde AFA indican que “con el trigo los productores están ahora muy sensibles, es muy difícil que ACA se quede con una parte, pero puede pasar con la soja”. Aparece entonces otro elemento para explicar las razones de por qué ACA no se expande para beneficiar a sus asociados: en muchos casos, los propios productores dudan de estar recibiendo el máximo precio posible y prefieren el negocio de la comercialización en sí mismo, desligado del interés de los asociados.
Esto no quita que de todas formas productores que vendan por la cooperativa puedan recibir mejores precios. Un productor nucleado en AFA dice que entregando la cosecha a la cooperativa recibió cinco pesos más por tonelada de lo que le pagaban si colocaba el trigo de forma directa. Aun recibiendo un poco más, el resultado de la venta que luego realiza ACA revela que podrían haber conseguido un precio más alto. Por ese motivo, en muchos casos, productores deciden venderles directamente a las multinacionales porque ofrecen mayores garantías y seguridad en la transacción.
La complejidad de la posición de Garetto y Coninagro dentro de la disputa entre la Mesa de Enlace y el Gobierno no se reduce al vínculo con las grandes comercializadoras a las que acusan de no pagar el precio pleno (actitud que reproduce en muchos casos ACA). Dentro de la Mesa las diferencias históricas fueron resurgiendo terminado el conflicto por la resolución 125. De esta manera, FAA y Coninagro, dos entidades vinculadas con pequeños y medianos productores, empezaron a ver con buenos ojos algunas propuestas oficiales. Del otro lado, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y la Sociedad Rural exacerbaron su posición de enfrentamiento. En este sentido, Garetto tuvo acercamientos con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez.
A fin de año en Leones, Córdoba, la “Capital Nacional del Trigo”, Domínguez rubricó junto a Garetto, quien es productor de la zona, un convenio para poner en marcha un parque cerealero agroindustrial en esa localidad e implementar un fondo rotatorio destinado a pequeños y medianos productores. Al mismo tiempo, la Mesa de Enlace sacaba un comunicado con fuertes críticas al Gobierno, situación que terminó en el cese de comercialización de granos en todo el país. Meses atrás, la Presidenta, Cristina Fernández, anunció en un acto en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires el inicio del Programa de Fondo Rotatorio Agropecuario Permanente, para adelantar a los productores de trigo los recursos para obtener las semillas y el gasoil, que fue elogiado por miembros de Coninagro y de Federación Agraria. Ambas entidades rompieron los puentes tejidos por Domínguez con el actual lockout fogoneado por Biolcati y Llambías, incluso cuando el Gobierno les puso a disposición un interesante plan de financiamiento a tasa cero para que los productores puedan retener su cosecha a la espera de mejores precios.
La situación de Garetto y Coninagro constituye una de las tantas contradicciones que emergen de la Mesa de Enlace. Esta presenta un discurso donde dice representar a los productores luchando contra el intervencionismo estatal y el poderío de las multinacionales. La fuerte presencia de Coninagro en la comercialización y el estrecho vínculo con las grandes exportadoras muestra que la realidad es más compleja y la capacidad de representar el interés del productor agropecuario, más limitada
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-160967-2011-01-23.html
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Página/12
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ECONOMIA › PANORAMA ECONOMICO
Grano de trigo
Por Alfredo Zaiat
El conflicto con el núcleo de la producción agropecuaria más rentable, que adquirió mayor intensidad a partir de marzo de 2008 por la resistencia a los derechos de exportación móviles, derivó en un proceso notable: la exteriorización, con alcance masivo, de riquezas y miserias de un sector relevante de la actividad económica. Hasta esa explosión, la realidad del campo se difundía por la suerte del clima y las cosechas, las jornadas de diferentes record en la Exposición de Palermo, las alianzas políticas conservadoras de grupos reaccionarios reunidos en la Sociedad Rural, los festivales de doma y folklore y algunas protestas de productores pequeños y medianos que adquirían repercusión nacional, aunque con escasa reacción en la esfera política, como prueba la desaparición de 80 mil explotaciones entre los censos agropecuarios de 1988 y 2002. La situación del campo estaba reservada a especialistas sectoriales y a un lugar marginal de la difusión informativa con su respectivo anunciante privado. A partir de la actual crisis muchos cientistas sociales redescubrieron la problemática agraria y empezaron a preparar sus investigaciones. El tema agropecuario es dominante si se aspira a comprender el sendero histórico del desarrollo argentino. Sus protagonistas han sido sujetos fundamentales en la construcción del imaginario colectivo sobre el destino de país. La particularidad del momento es que la cuestión agropecuaria ha adquirido una centralidad avasalladora en el debate económico. Ese lugar preponderante se explica por la irrupción de un poder económico que aspira a ser hegemónico, que ha estado presente a lo largo de la historia nacional y que se ha reconfigurado desde mediados de la década del noventa, con más fuerza en la primera década del nuevo siglo, con actores de las finanzas y de la industria. En la batalla contra la Resolución 125 ese viejo-nuevo poder se hizo visible para ocupar y no abandonar el centro del escenario económico-político.
La revolución tecno-productiva, con el ciclo siembra directa-semilla transgénica-herbicidas, y precios de los commodities elevados con una moneda doméstica maxidevaluada, junto a una reversión del ciclo local de valorización financiera, han sido las principales condiciones para la conformación de ese núcleo de poder atravesado por una trama multinacional. Su predominio no desplaza la existencia de una gran heterogeneidad de la estructura agraria con su diversidad de agentes sociales. La actividad agropecuaria está integrada por variados subsectores con sus respectivos procesos productivos que requieren de abordajes específicos. En estos años de discusión sobre la distribución de la renta agraria, esas situaciones que en gran medida involucra a pequeños y medianos productores, como la actual tensión por la comercialización del trigo, han provocado desvíos en hacer evidente el avance de ese viejo-nuevo poder económico.
Pese al agotamiento de adjetivos descalificativos de dirigentes de las entidades patronales del campo, y que en estos años ha sido su más dura pelea política, la administración kirchnerista no tuvo la intención de desarticular el modelo de organización productiva en el agro expresada en ese bloque de poder. En los últimos dos años, ha comenzado una incipiente, a veces contradictoria, revisión, forzada por la derrota de la 125, reconociendo la presencia de otros sujetos agrarios. Esto hace más compleja la comprensión de la tensión política con el núcleo dominante del campo y para descubrir los mecanismos de construcción de ese orden económico. Una enseñanza de este largo conflicto es que mostró cómo reaccionan grupos económicos ante una gestión política que pretende intervenir en cómo se reparten rentas extraordinarias. Excedentes que dependiendo de cómo se distribuyen entre los actores sociales determina el modelo de desarrollo. Esta disputa es por uno agroindustrial exportador, entendiendo industrial por la molienda de la soja en aceite, o por uno de reindustrialización, con un patrón que aún no está revisado en profundidad.
Esa tensión constante fue provocando en el Gobierno una reacción defensiva virtuosa que, para dar respuestas a demandas puntuales de los productores, ha instrumentado medidas y organismos de control que exigen el blanqueo de la actividad. Esa estrategia profundizó la brecha con toda la cadena agropecuaria, ya no sólo por las retenciones, modelo de desarrollo y bloque de poder económico, sino por el elevadísimo grado de informalidad del sector, que quedó en evidencia por la propia dinámica del conflicto. Un porcentaje importante de las operaciones agropecuarias violan las reglas fiscales en el eslabón de la comercialización y de la exportación con el consiguiente empleo de trabajadores en el marco de la informalidad, en algunos casos en condiciones infrahumanas. En esa instancia, además de cuestionar el Estado por fijar retenciones, el reclamo ideológico y político por la acción estatal en el mercado agropecuario está motivado por su intervención en la fiscalización de sus cuentas y relaciones laborales. Por eso no hubo ni habrá medidas oficiales, ni una nueva Junta Nacional de Granos para proteger a los pequeños productores, que aplacará la resistencia de un sector acostumbrado a operar parte de su producción en el circuito informal.
En este proceso complicado, una cuestión básica de cualquier análisis es considerar que a partir de la derrota de la 125 la administración kirchnerista quedó a la defensiva, aunque sin levantar la bandera blanca como aspiraban la Sociedad Rural junto a sus socios históricos y los nuevos entusiastas. La creación de un ministerio del área y la sucesión de medidas, incluyendo subsidios y abundantes fondos de asistencia, a favor de los productores forma parte de ese contexto político. El Gobierno ha brindado beneficios que en cualquier análisis comparativo con otras actividades productivas serían considerados exagerados. Un problema puntual en el eslabón de comercialización del trigo, que se explica por los tradicionales abusos monopsónicos (concentración de compradores, acopiadores, molinería y exportadores) junto a la existencia del circuito marginal de venta, se abordó primero con un acuerdo-compromiso de pagar el “precio pleno” y luego ante la deficiencia de esa iniciativa se liberó las exportaciones y se lanzó una línea de crédito por 840 millones de pesos a tasa cero para los trigueros.
El informe más reciente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria sobre la rentabilidad del productor triguero da cuenta de su bonanza, resultados publicados en Página/12 el jueves pasado. Ese relevamiento está en línea con el elaborado por la Bolsa de Cereales, que en su último reporte destaca que “el inminente cierre de la campaña triguera 2010/11 lograría una productividad de 34,5qq/ha, record histórico del cultivo en nuestro país. Perfilando así una producción final de 15 millones de toneladas, 7,1 millones más que la pasada campaña”. La estación experimental INTA Pergamino calculó que el margen bruto promedio de rentabilidad de la producción triguera, con los descuentos adicionales de molinos y exportadores, se ubica en unos 173 dólares, cuando la media histórica es de 110 dólares. Ese resultado es el segundo mejor, después de 2008, desde la salida de la convertibilidad, y sólo detrás del registrado en 1996 durante esa década. O sea, la cosecha 2010 de trigo es la tercera mejor de los últimos veinte años en rentabilidad para el productor. Para la presente campaña, el INTA estimó que un productor pequeño de hasta 80 hectáreas obtendrá entre 13.840 y 24.000 dólares por el trigo, y uno de tamaño medio, de unas 200 hectáreas, recibirá de 34.600 a 60.200 dólares.
Hoy es el trigo, ayer fue la carne, mañana será el maíz, la leche o el girasol, y después, las retenciones a la soja. En cada uno de esos reclamos, mientras van capturando cada uno de los beneficios otorgados por el Gobierno, como el de los créditos trigueros que referentes del sector recomiendan ansiosos aceptarlos, se expresa la presencia dominante del viejo-nuevo poder económico instalado ya como un actor central de la escena nacional.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-160930-2011-01-22.html
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Domingo, 23 de enero de 2011
ECONOMIA › OPINION
En misa y procesión
Por Alfredo Zaiat
Miles de productores asociados a dos de las entidades que conforman el grupo político denominado Mesa de Enlace Agropecuaria no deberían tener problemas con el precio que dicen que les pagan por el trigo. Pequeños y medianos adheridos a la Federación Agraria y a la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro) estarían en condiciones de recibir el “precio pleno” (descontados retenciones y gastos de embarque) por sus granos. Esas dos cámaras empresarias están vinculadas con Agricultores Federados Argentinos (AFA), en el primer caso, y a la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), en el otro. Ambos tienen una participación activa en la compra de cereales y oleaginosas en el mercado, con elevada capacidad de acopio y de exportación. No sería razonable especular con que el nucleamiento de los federados y el de los cooperativistas estén perjudicando a sus propios productores trigueros.
El comportamiento opresivo de grupos monopsónicos (pocos compradores) es tradicional en la cadena de comercialización de productos agropecuarios. En estos días de conflicto con el trigo, también se registró una situación similar con chacareros de manzanas y peras en Río Negro. Por ese motivo, la asociación de pequeños y medianos para vender su producción es una herramienta defensiva ante abusivas políticas de precios de acopiadores, industria y exportadores. Los AFA y la ACA son una referencia de asociación, aunque el liderazgo de la protesta por el precio del trigo de dirigentes relacionados con esas entidades plantea interrogantes sobre el funcionamiento de sus respectivos circuitos de comercialización propios, las razones a la resistencia a la fiscalización estatal de las operaciones y la motivación política del lockout que hoy a la noche culmina.
Las páginas web de esas agrupaciones ofrecen información valiosa para conocer cómo intervienen cada uno de esos actores en el negocio agropecuario. En la de Coninagro se destaca que ejerce la representación gremial del sector agropecuario solidario y que en la actualidad existen unas mil cooperativas agropecuarias de primer grado, adheridas a más de una docena de federaciones de segundo grado. Afirman que esto representa a unos 120 mil productores empresarios asociados con cooperativas agropecuarias. Su presidente Carlos Garetto, cordobés oriundo de Leones, conocida como la Capital Nacional del Trigo, llegó a Coninagro como representante de la ACA. “Es un reconocido productor de trigo y ganado de Córdoba”, lo definen en su sitio de Internet.
La Asociación de Cooperativas Argentinas debería brindar tranquilidad a sus productores trigueros que dicen que no la tienen sobre el precio de la cosecha. La ACA es una cooperativa de cooperativas fundada el 16 de febrero de 1922, reúne a 160 cooperativas de primer grado de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y La Pampa. Sus dos objetivos fundamentales que esgrime son:
- La comercialización de la producción agropecuaria, incluida la industrialización y los servicios anexos, como logística, puertos y financiamiento, entre otros.
- La provisión de insumos para el sector agropecuario.
Es uno de los principales operadores de granos del país en la comercialización de cereales y oleaginosas, superando las 10 millones de toneladas anuales. “La comercialización interna de productos agrícolas, en su función de corredor, es una de las principales actividades de la empresa”, informa. Asegura que tiene por objeto ofrecer a las cooperativas el más amplio espectro del mercado de cereales y oleaginosas que se destinan a compradores de la industria, la exportación y el consumo. “La gestión de la ACA, como el principal corredor del país, permite ofrecer a las cooperativas, a través de un servicio integral, las mejores opciones para la comercialización de sus granos”, afirma. Se supone que se incluye garantizar el precio pleno a sus asociados productores de trigo.
Detalla que del total de cereales y semillas oleaginosas de la ACA, aproximadamente el 35 por ciento se comercializa en el mercado externo atendiendo en forma directa los requerimientos de las industrias y consumidores finales, siendo los principales productos trigo, maíz, soja, sorgo, girasol, arroz, harina de soja, aceite de soja, miel y jugos de frutas. Posee puertos propios en San Lorenzo y Quequén, instalaciones para embarcar la mercadería que tiene destino al exterior, los que “se encuentran equipados con la más alta tecnología”, elogia. Por ejemplo, en el Puerto de San Lorenzo cuenta con una capacidad de almacenaje para 240.000 toneladas de granos y la carga anual supera los 2 millones. Tiene una operatoria similar en las instalaciones propias ubicadas en el Puerto de Quequén. En la página web informa de la existencia de ACAbase, mencionando que los tres pilares fundamentales de ese servicio son la integración entre ACA y las cooperativas, la información en tiempo real y la transparencia de la información. En estas semanas de tensión sobre el precio del trigo, se trata de una herramienta fundamental para el productor, si cumple con esos compromisos.
Los miembros de la Federación Agraria también están vinculados con una entidad que se presenta a sus servicios para evitar las arbitrariedades en la fijación del precio de su producción. Agricultores Federados Argentinos es una cooperativa agropecuaria de primer grado, fundada el 3 de noviembre de 1932, arraigada en el corazón de la región de la Pampa Húmeda. En su sitio de Internet informan que “con el objetivo de mantener la prestación de servicios en el aspecto cooperativo, veintiocho chacareros provenientes de veintiséis secciones ubicadas en tres provincias (Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba) y bajo la iniciativa de la Federación Agraria Argentina, fundaron Agricultores Federados Argentinos”. Está estructurada en 26 Centros Cooperativos Primarios, coordinados por una administración central localizada en Rosario. Así le permite tener presencia en más de 90 localidades del interior de Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba. Cuenta con más de 30 mil productores asociados y un acopio del orden de las 3,4 millones de toneladas anuales. Para ello cuenta con plantas de acopio propias, con capacidad para almacenar alrededor de 2,5 millones de toneladas. “Esta escala determina que AFA sea reconocido como uno de los más importantes referentes del mercado granario del país, posibilitando al productor su acceso a las mejores condiciones de mercado”, asegura en su página web.
Los federados de Eduardo Buzzi y los cooperativistas de Carlos Garetto no deberían padecer las prácticas dominantes de molinos y exportadores con su trigo, puesto que si así fuese se habría producido un hecho notable: el abuso denunciado en la fijación de precios por debajo del FAS teórico, que provocó la protesta de los últimos siete días, tendría como partícipes a sus propias entidades asociadas.
azaiat@pagina12.com.ar
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-160968-2011-01-23.html